El Turismo es el principal y más importante sector económico de la República Dominicana, el que genera más divisas y el que produce más empleos directos e indirectos.
Debemos y podemos seguir creciendo, la meta de recibir al menos un turista por cada habitante está al alcance.
El país cuenta fortalezas y un enorme potencial para continuar desarrollando el Turismo. No por casualidad se trata de uno de los sectores productivos que crece con mayor sostenibilidad en la economía nacional.
Contamos con una excelente infraestructura hotelera así como con vías de comunicación de altísima calidad. Además, el país ofrece a los turistas una gran variedad de atractivos que no se limitan al sol y la playa, pues se han desarrollado una gran diversidad de ofertas complementarias que han enriquecido el destino. Y claro, tenemos el principal activo: nuestra gente. El dominicano es por naturaleza un gran anfi trión, y por eso hacemos sentir tan bien a los extranjeros que nos visitan. Pero es importante que todos los sectores de la sociedad comprendan la trascendencia de este sector, no sólo para la economía, sino también para la estabilidad política y la paz social de la República Dominicana.
Sin embargo, lamentablemente parecería que no se entiende cabalmente la fragilidad de un destino turístico, lo difícil que resulta levantarlo, lo fácil que se destruye y lo complicado que es reconstruirlo.
La pasada semana, por ejemplo, circuló la información de que un crucero con más de cinco mil personas no había podido atracar en el puerto Amber Cove de Puerto Plata, en principio se atribuyó la causa a una supuesta humareda que provenía del vertedero de Maimón. La noticia resultó ser falsa, el Carnival Horizon no atracó debido a complicaciones técnicas de la embarcación que la propia compañía se encargo de explicar.
Sin embargo, es verdad que a la salida del muelle a los cruceristas les recibe un tiradero de basura humeante y hediondo. Un problema que no termina de resolverse a pesar de que el presidente Medina ordenó que se atendiera y dispuso los fondos para esos fi nes… Y no hay excusa válida para que ese vertedero continúe allí, sobre todo sabiendo lo difícil que está resultando rescatar el turismo de Puerto Plata, que apenas ahora comienza a sacar cabeza impulsado por los cruceros.
Es un poco lo que está pasando en Punta Cana-Bávaro –nuestra “gallina de los huevos de oro”–, un destino amenazado por el desorden generado por un crecimiento demográfi co poco planifi cado y la presencia masiva de ilegales haitianos.
Lo advertía hace unas semanas Frank Rainieri, el principal empresario hotelero del país, señalando el peligro que supone la arrabalización en los alrededores de las zonas hoteleras, generado fundamentalmente por la presencia masiva de haitianos indocumentados llevados en su mayoría por empresas constructoras y que han permanecido en ese entorno a causa de la irresponsabilidad y la desidia del Estado.
Otro peligro que muchos empresarios hoteleros comienza a señalar es el relativo a la inseguridad. Semanas atrás en Las Terrenas unos jovencitos asesinaron a un visitante turco para arrebatarle su celular. El crimen fue muy difundido, y afectó severamente la imagen del país.
Para que entendamos cómo la inseguridad puede afectar un destino turístico, basta con ir a un estudio reciente que revelaba cómo muchos de los turistas intensivos y de mayor poder adquisitivo, en su mayoría estadounidenses, que solían pasar sus vacaciones en Cancún y la Rivera Maya, ahora eligen visitar Punta Cana huyéndole al incremento de los crímenes y delitos que afectan a los turistas que visitan México.
Y a República Dominicana le puede pasar lo mismo con cualquier pequeño descuido… Costa Rica, por ejemplo, se ha visto muy afectada por las muertes violentas de dos turistas ocurridas recientemente en hechos separados.
Por tanto, las autoridades deben entender que velar por la seguridad de los turistas que nos visitan es un asunto de seguridad nacional. Las zonas hoteleras deben estar constantes y fuertemente vigiladas, así como las rutas desde y hacia los aeropuertos. Y debe hacerse inteligencia efectiva para evitar delitos violentos y sexuales contra los visitantes extranjeros.
Con la seguridad de los turistas no se puede jugar… El castigo para el que estafa o asalta a un turista debe ser ejemplar… Ya no digamos para el que tiene la osadía de matar… A esos no les deben ser respetados ninguno de sus derechos.
Porque los derechos de unos pocos humanos no pueden estar por encima de los derechos económicos y sociales de todos los dominicanos.
Y quien le quita la vida a un turista para despojarlo de unos pocos dólares o de un teléfono móvil, atenta contra esos derechos.