Al citar estas dos piedras preciosas, hay que agregar inmediatamente República Dominicana, porque el Larimar -esa piedra azul- se produce aquí y el ámbar también. Dos de las piedras más preciosas y más estimadas en el mundo y nosotros las tenemos aquí.
¿Apreciamos nosotros estas dos piedras? ¿Las valoramos como nativas de aquí, como que se dan aquí? Tenemos que preciarnos del Larimar y del ámbar. Tenemos que valorarlas, no solamente porque se extraen de las montañas, sino porque nosotros los tenemos.
Larimar, el ámbar. Piénsese en el ámbar, una piedra que tiene más de 60 millones de años, que aparece con pedacitos de árbol o un insecto dentro, ¡cuánto dice!
Esa novela famosa, “Jurassic Park”, Parque Jurásico, es filmada desde aquí, desde un trocito de lo que es el ADN de los dinosaurios que aparece en el ámbar, es la autoestima de lo que nosotros somos.
Apreciemos nosotros, digamos qué precioso es el Larimar, qué precioso es el ámbar que se produce aquí, casi únicamente aquí.
Un dominicano tiene unas cualidades, como dominicano, que se puede decir: “Todo dominicano es un larimar, todo dominicano es ámbar”. Y no lo digo yo, lo dice la gente que nos mira desde fuera y ve nuestros valores.
La autoestima: cuánto tenemos nosotros que rescatar y rescatar a tantos dominicanos que no aprecian el larimar, ni el ámbar, ni a ellos mismos, y los tienen como si fuera algo que no valiera.
Si al menos tuviéramos de nosotros mismos el aprecio que tienen otros cuando vienen aquí; si al menos valoráramos el Larimar y el ámbar como otros los aprecian y nos estimáramos de la misma manera, sería algo muy bueno y muy positivo.