Paola Rainieri y Andrés Marranzini, al frente de la directiva de Asonahores, hablaron con franqueza y animadamente con un grupo de periodistas en unos momentos en que el sector tiene varios frentes abiertos.
La conversación no esquivó ninguna pregunta. Se preguntó por las diferencias con el Ministerio sobre las alturas de los proyectos hoteleros: se ha avanzado bastante, confirmaron, y a falta de un par de firmas, podría haber ya un escenario consensuado que respete lo que ya hay construido y que abra otros parámetros en nuevos desarrollos.
Se habló de ferias internacionales y de la importancia que la Asociación da al factor gastronómico. Se habló también de los restaurantes y el uso (más bien abuso) para parqueo que hacen de las aceras; de la necesidad de reorientar la promoción exterior, de la preocupación de algún periodista por la lentitud con que el sector oficial responde a las críticas internacionales puntuales y del trabajo que hay que hacer desde esos estamentos para lograr un mejor posicionamiento del país en los buscadores.
Y se tocó un tema que las estadísticas oficiales no reflejan. Alguien dijo: “Ustedes, que viven del turismo…” y Asonahores contestó “…del turismo vivimos todos”.
Los productores agrícolas y los que suplen de huevos, pollos, pescado, cerdo, a los hoteles. Constructores, ingenieros y arquitectos. Los prestadores de servicios de energía y comunicación. Los que venden lámparas, muebles, piscinas. Decoradores, artesanos y artistas que ponen a punto las casi 80,000 habitaciones. Suplidores de ropa de cama y toallas, animadores y organizadores de bodas. Transportistas de todo tipo. La lista es interminable…
Además, todos somos un poco turistas. Turistas accidentales en nuestro propio país. El 19 de junio, por ejemplo, toca ir a Baní a la Feria del Mango.