Visitar Jarabacoa es darse una dosis de sus bondades climáticas y ambientales. La ciudad de las aguas, de la aventura, del ecoturismo y de la eterna primavera es un lugar mágico enclavado en el corazón de las montañas.
Recientemente, mi amiga María Irene y yo, que dicho sea de paso nos consideramos hijas de Jarabacoa, por las cálidas atenciones y el cariño de su gente, decidimos organizar un recorrido junto a amistades muy queridas. Un mensaje de whatsapp fue suficiente y ya “la ruta” estaba armada.
Nuestra primera parada fue en la clausura de la décima edición del Festival de las Flores. La fiesta anual es marca ciudad, promueve la cultura y crea conciencia sobre el cuidado del medio ambiente. Fue una experiencia cargada de colores.
De ahí nos trasladamos a Tostado, una extensión del restaurante ubicado en la ciudad de Santiago, cuya especialidad son las hamburguesas. En Tostado nos recibieron con deliciosos platillos. La gastronomía del lugar está para chuparse los dedos. El servicio es acogedor y la terraza con vista a la montaña es perfecta para contemplar los últimos rayos del sol.
Antes que cayera la noche fuimos al lugar más fotografiado en los últimos tiempos: Café Colao. El establecimiento adornado por sombrillas de colores que cuelgan desde el cielo se encuentra en la misma calle de los apetecibles helados Ivón. Café Colao sirve cocteles con nombres muy peculiares y un café tostado elaborado por manos trabajadoras. No puedes irte sin hacer el tour por las principales calles de la ciudad montada en el troncomóvil, algo muy parecido al de Los Picapiedra.
Las atenciones son de primera.
La ciudad de la eterna primavera tiene de todo y para todos los gustos.
Otros lugares imprescindibles son: El Salto de Jimenoa, el Balneario La Confluencia, y para los amantes del hiking, el Valle del Tetero.
Como dijo María “un domingo cheveroso que traspasó hasta la portada del Diario Libre”.