Acerca de 30 millones de personas se espera que vayan en un crucero este año, cerca del 70 % más que hace una década, de acuerdo con la Asociación Internacional de Líneas de Crucero.
Los cruceros están viviendo una nueva edad dorada gracias a la obsesión de los turistas chinos por los gigantes de los mares, pero la nueva generación de barcos para esta clientela podría costarle cara al medio ambiente.
La época en la que los cruceros eran un privilegio de los jubilados occidentales que se relajaban en las hamacas o que cenaban con espectáculos de variedades de fondo es historia. Los buques modernos se han convertido en verdaderas ciudades flotantes futuristas, capaces de transportar a miles de pasajeros que beben cócteles servidos por robots y prueban las diferentes atracciones hi-tech.
Muchas de estas sofisticadas embarcaciones están destinadas al mercado chino de cruceros, en pleno auge, siendo el segundo del mundo por detrás de Estados Unidos. «El mercado asiático es muy importante para los operadores de cruceros» y la demanda está al alza en toda Asia, explica Gavin Smith, vicepresidente del grupo estadounidense Royal Caribbean.
Con el desarrollo del turismo en China, hay «un entusiasmo y unas ganas» crecientes por los cruceros, sobre todo «entre los más ancianos, las familias y los recién casados de luna de miel», indica a la AFP Wang Mi, portavoz de la agencia de viajes china en línea Tuniu.
Unos 30 millones de turistas harán un crucero este año, es decir, casi un 70 % más que hace diez años, según la Asociación Internacional de Compañías de
Cruceros (CLIA), que reúne a 62 compañías del sector. Aunque el mercado estadounidense siga dominando, el chino avanza rápidamente. El año pasado, 2,4 millones de chinos se fueron de crucero, el triple que en 2014.
Los 203 barcos de crucero analizados en un estudio emitieron frente a las costas europeas casi 20 veces más óxido de azufre que los vehículos de Europa
Buques gigantes
Pero el número creciente de buques gigantes, que muy a menudo tienen varios cientos de metros de eslora, atiza las inquietudes sobre su impacto en el medio ambiente. «La industria de los cruceros provoca impactos variados, como contaminación atmosférica, vertidos de aguas usadas, de carburantes en el mar, desechos alimentarios y plásticos», explica a la AFP Marcie Keever, encargado del programa de océanos y barcos de la organización estadounidense Amigos de la Tierra.
Las emisiones de azufre, nefastas para la salud y peligrosas para las especies marinas, son una de las principales preocupaciones. En 2017, 47 barcos del grupo estadounidense Carnival, número uno mundial de los cruceros con varias marcas, expulsaron unas 10 veces más óxido de azufre frente a las costas europeas que los 260 millones de vehículos de todo el continente, afirma un estudio de la oenegé Transport et Environnement publicado a principios de 2019.
En total, los 203 barcos de crucero analizados en este estudio emitieron frente a las costas europeas casi 20 veces más óxido de azufre que los vehículos de Europa. Con todo, se están realizando esfuerzos para reducir a un máximo de 0,5 % la parte de azufre en los carburantes de los barcos a partir del año próximo, en comparación con el 3,5 % actual.
El impacto de estos barcos gigantes en las ciudades que los acogen también está en el punto de mira. En junio, un accidente en Venecia que implicó al «MSC Opera» dejó cuatro heridos leves y la ciudad se libró por poco de un nuevo accidente esta semana. Por otro lado, también se critica a estos mastodontes de los mares por su consumo de electricidad y los residuos que generan. Carnival fue multado con 20 millones de dólares en Estados Unidos en junio por verter desechos plásticos en el mar y violar otras normas medioambientales.
Pasión por las sensaciones fuertes
Sin embargo, los pesos pesados del sector aseguran que están haciendo cuanto pueden por reducir la contaminación. «Los barcos de crucero son más limpios de lo que lo hayan sido nunca y mejoran con cada generación», sostiene Nick Rose, responsable de temas medioambientales en Royal Caribbean.
Esta compañía puso en marcha sistemas que filtran la mayoría de las emisiones contaminantes, incluido el óxido de azufre, explica. El «Spectrum of the Seas», el navío de nueva generación de Royal Caribbean, hace escala en Singapur. Fue construido a medida para el mercado asiático, tiene 345 metros de eslora y capacidad para más de 5.600 personas, incluyendo pasajeros y tripulación.
Los veraneantes que deseen experimentar sensaciones fuertes pueden probar a bordo de este barco un simulador de caída libre, saltar en un trampolín equipados con un casco de realidad virtual o subirse a los autos de choque. El barco cuenta con 17 restaurantes y una amplia gama de habitaciones, incluyendo una suite familiar de dos pisos con karaoke privado y tobogán. «Uno puede vivir a bordo de esos barcos durante días sin aburrirse», subraya, con un deje de admiración, Sylvia Bau, una pasajera de Singapur, de 58 años.