No debe haber duda alguna en afirmar que el turismo, digamos la industria turística, es la economía dominicana de nuestros tiempos.
Esto es exactamente lo que acaba de afirmar, frente a la comunidad turística y frente al presidente de la República, don Danilo Medina Sánchez, la competente y dinámica presidenta de Asonahores. Y tiene toda la razón.
Como bien apuntó en su discurso la joven señora Paola Rainieri, el turismo ha sido responsable del más rápido e impactante cambio registrado en la economía dominicana. Es el sustituto de la industria azucarera, por años considerada como la “espina dorsal de nuestra economía”.
Desde los días de los “turistas de Miolán” es extraordinario el avance logrado. Somos un país turístico en todo el sentido de la palabra. Como observó la presidenta de Asonahores, la industria turística aporta innovación, modernización productiva, visibilidad y un nuevo liderazgo empresarial.
A partir del desarrollo de esta industria el campo dominicano ha florecido con mayor vigor y verdor, las industrias locales se han tenido que “poner las pilas” para responder a las demandas, el transporte interurbano ha crecido, los aeropuertos son más y más tecnificados y adelantados, la arquitectura ha encontrado un terreno fértil para “lucirse”, por igual el diseño de interiores, la jardinería, la generación eléctrica, la tecnología digital y la todavía naciente artesanía.
El turismo es, en conjunto, el sector que más manos de obra ocupa, es el principal cliente del sector financiero y es el principal generador de divisas y otras monedas duras. Esta industria es nuestra verdadera locomotora económica.
Toca ahora mirar hacia el futuro. Anudar la alianza necesaria entre la industria turística, el Estado y la sociedad dominicana.
Superar las debilidades y ver con esperanza y eficiencia los retos que nos aguardan, porque todavía la República Dominicana es un tesoro en explotación.
Nos falta iniciar en firme el desarrollo del Sur corto y el Sur largo, renovar el polo turístico de Samaná, seguir ampliando el potencial de Puerto Plata y zonas aledañas y descubrir el valor de nuestras ciudades como espacios de primicias culturales e históricas.
Delimitar los territorios con vocación turística sin menoscabo para el disfrute ciudadano y dotar a cada polo turístico de todos, absolutamente todos, los elementos indispensables para que nuestros visitantes se sientan seguros y bien servidos: seguridad, vías, centros de salud, ornato, alumbrado eléctrico, transporte, agua potable y un medio ambiente amigable y sano. ¡Disfrutemos, pues, lo alcanzado hasta aquí y trabajemos con inteligencia para el futuro!