Las cifras son un buen indicador del caos al que nos enfrentamos hoy en Europa, Caribe y Extremo Oriente: unos 600 mil turistas se habrán quedado en las playas, en los hoteles, en los hall de los aeropuertos, sin que su proveedor de los servicios de viaje pueda repatriarlos porque ha cesado en su actividad por insolvencia.
Más de medio millón de personas, fundamentalmente alemanes y británicos, pero no únicamente porque Thomas Cook era un mayorista de referencia en Bélgica o en Escandinavia.
Thomas Cook no era sólo Thomas Cook, una marca nacida en Leicester, Gran Bretaña, sino que era la matriz de un grupo de marcas que tienen una historia propia: Spies, Tjaereborg o Neckermann, por citar tres de ellas, que son referentes en el mundo del turismo.
Hoy, centenares de ciudades europeas verán cómo en sus calles principales se cierra una o más de las incontables agencias de viajes de Thomas Cook, sea con ese nombre o con cualquiera de los muchos otros con los que opera. Son agencias de viajes cuyos directores conocen a los vecinos, a quienes les han vendido el viaje de bodas de la abuela, de la hija y de la nieta, que han convencido a los clientes a viajar primero a Mallorca, después a Canarias y al final hasta se han atrevido a mandarlos al Caribe o a Tailandia. Son instituciones. O eran, porque hoy un discreto cartel que indique “Cerrado por cese de operaciones” será todo el testimonio a una historia.
Hoy, unos cien aviones que han transportado millones y millones de turistas se quedarán en tierra. Hasta ayer, funcionando con la perfección de un reloj, llevaron a europeos del norte al Mediterráneo, o al Magreb, o a Oriente Próximo, o al Extremo Oriente.
Neckermann, Spies o Thomas Cook y las incontables marcas que ellos representan han sido durante décadas los interlocutores de los hoteleros españoles que peleaban incansablemente con ellos por un precio un poco mejor. Desde los sesenta hasta hace menos de veinte años, Thomas Cook (y Tui) eran los amos, los que mandaban, los que se hacían de rogar. Pero los que siempre cumplieron escupulosamente con sus obligaciones. Eran los que hacían de puente entre Europa del Norte y las playas del Sur. Eran el intermediario, de quien en el Sur siempre soñamos con eliminar para llegar directamente al cliente.
Sin embargo, ahora pregunten en Canarias qué piensan. En Baleares el daño será menor porque la temporada ha pasado en su mayor parte. Pero en Canarias no solo habrá que resolver los impagos sino el agujero en los contratos para el año que viene.
Nunca antes en Europa se había producido una quiebra así. Han caído decenas de touroperadores, pero pequeños, medianos en algunos casos. Nunca un monstruo multinacional con más de medio millón de viajeros en cartera; nunca uno con cien aviones; nunca afectando a absolutamente todos los destinos turísticos habituales. Nunca había habido 21 mil trabajadores que se fueran al paro de forma inmediata, instantánea. Nunca antes había caído alguien tan grande y tan querido.
Son 178 años de historia que concluyen este lunes.