Aunque la primera clase esté acorralada por la clase business y sobreviva como una opción de ultra lujo en grandes aerolíneas, hubo una época en que era la cumbre de la edad dorada de la aviación.
Su evolución fue paralela a las innovaciones tecnológicas de las aeronaves, y trasladó el lujo de los transatlánticos y trenes a las alturas.
La aparición de la primera clase llegó tres décadas después de los primeros vuelos comerciales con pasajeros, que se iniciaron en 1919 con las aerolíneas que luego darían origen a British Airways y KLM.
En esos vuelos ya se ofrecía alguna comida a bordo, y recién una década más tarde surgiría la figura del tripulante de cabina, en United Airlines.
La aparición del primer avión con cabina presurizada, en el Boeing 307 Stratoliner en 1938, permitió que los vuelos se realicen por encima de los 4.500 metros de altura, y abrió la puerta a que las aerolíneas puedan ofrecer mejores servicios para competir contra otros medios de transporte.
Tras la Segunda Guerra, más de 10.000 Douglas C-47 construidos para uso militar fueron reconvertidos en aviones civiles, vendidos a precios bajos para las aerolíneas que veían cómo su negocio podía mejorar si los pasajeros viajaban con más comodidad.
En ese avión y en su antecesor, el Douglas DC-3, se podía viajar en asientos que se extendían como una tumbona; pero técnicamente no era una primera clase.
Uno de los años clave fue 1952. La asociación que agrupaba a las aerolíneas, IATA, autorizó que un avión pueda tener diferentes tipos de tarifa para un mismo vuelo.
Pan Am fue una de las primeras compañías que aprovechó este cambio de normativa para dividir su cabina en dos en sus DC-6B que cruzaban el Atlántico Norte. Esa aerolínea, que llegaría a ser la más grande del mundo, tenía tres configuraciones: toda la cabina era primera clase –con 44 asientos-, o era toda económica (llamada categoría Rainbow, con 109 plazas) o combinaba ambas clases, con 82 sitios, indica The Telegraph.
Esta primera clase, una de las primeras en la historia, presentaba innovadores asientos que se extendían para poder descansar mejor las piernas, novedad que luego se traslado a los Boeing 377 Stratocruiser.
Un anuncio de la primera mitad de los años ’50 invitaba a volar a Europa “durmiendo en tu camarote privado”, cita.
En esos anuncios, se podía ver a una pareja sentada como si estuvieran en un salón, luego bebiendo champagne servido por un camarero, y con una litera por encima del asiento.
El Stratocruiser marcó el punto de inflexión en el lujo en el aire en la década de los ’50, y reinó en los cielos hasta 1958, cuando entró en servicio el Boeing 707, indica Kelly Cusack en la web Everything Pan Am.
El amplio espacio de estos aviones permitía que haya un nivel inferior donde se encontraba una sala similar a la de un bar, y en el galley se preparaban comidas para 100 pasajeros. También había 28 literas para dormir con una comodidad similar a la de un camarote de tren.
Pan Am rebautizó a su servicio más exclusivo como The President, donde los pasajeros comían elaborados platos como langostas o costillas de cordero servido con vajilla de porcelana y cubiertos de plata.
En la parte inferior del Stratocruiser de Pan Am había un área con literas, donde el desayuno se servía mientras el pasajero estaba acostado, tal como en un hotel de cinco estrellas.
Trans World Airlines (TWA) no se quedó atrás y lanzó un servicio de mayor calidad en su avión Estrella de California, que volaba desde Los Ángeles a Nueva York. Al ser la compañía elegida por celebridades como Cary Grant para volar a Hollywood, se la conoció como “la aerolínea de las estrellas”.
En Europa las compañías predecesoras de British Airways, en 1927, ya ofrecían un menú de más calidad en los vuelos Silver Wings, entre Croydon al sur de Londres y París.
Pero recién cuando British Overseas Airways Corporation (BOAC ) compró los Stratocruiser en 1952 se considera que llegó la primera clase a esta compañía.
En aquel entonces, a los pasajeros se les ofrecía seis servicios, entre las comidas, el té de la tarde y un continuo pase de canapés. Para evitar sofocos, la compañía retrasó en 80 minutos el tiempo de vuelo entre Londres y París para que los pasajeros puedan comer con tranquilidad.
En los Boeing 707 y los DC-8 las cabinas se organizaron de una manera similar a la que conocemos en la actualidad. Ya con 200 pasajeros a bordo, y con el afán de maximizar los ingresos, desaparecieron las literas y otras comodidades pero la primera clase se mantuvo como la cumbre del lujo.
Así siguió hacia la segunda parte de los ’70, cuando varias compañías como KLM, Air Canada, American Airlines y Air France dividieron la cabina en una tercera clase, en un antecedente de la categoría business.