Vacacionistas de Canadá, el primer país emisor a la isla, han contraído gastroenteritis y cólera, o han fallecido por una pobre atención, o una deficiente respuesta en hospitales cubanos.
Playas casi vírgenes, el eterno verano de Cuba, paquetes «todo incluido» relativamente baratos y un trato que suele ser amigable y hospitalario parecen incidir en la creciente preferencia de los vacacionistas internacionales por Cuba, pese a que los hoteles construidos en estas zonas paradisíacas están aún lejos de los estándares internacionales de calidad de la industria.
Los canadienses no son nuevos en esta preferencia, y se mantienen como el primer emisor de turistas a la mayor de las Antilllas, Un informe del especialista cubano José Luis Perelló, citado por la Agencia Cubana de Noticias (ACN) cifra en 3 millones 500.000 el nuevo récord de viajeros que recibió la isla en 2015. De ellos, más de un tercio, 1 millón 300.000, eran del país de allende los Grandes Lagos.
(El mercado de mayor crecimiento fue el de Estados Unidos, después de la relajación de las restricciones de viaje por parte de presidente Barack Obama, con 161.000 visitantes, para un 76.6 por ciento, sin contar a los cubanoamericanos).
De continuar este ritmo, el incremento general del turismo a la isla después del deshielo, advierten observadores, promete sobrepasar pronto la capacidad del país caribeño para asimilarlo. Y aunque el emporio militar Gaesa construye aceleradamente (espera añadir para el 2018 unas 15.000 habitaciones más a las actuales 34.000 que tienen sus grupos Gaviota, Cubanacán y Gran Caribe) el turismo no consiste solamente en proporcionar playa, sol y un alojamiento básico.
Entre las quejas que dejan en el sitio turístico Tripadvisor quienes vacacionan en Cuba, la deficiente higiene es un tema recurrente.
Un huésped del hotel Islazul en Camagüey se queja de que, aunque las sábanas parecían limpias, amaneció con picaduras de chinches; otro del Puntarena de Varadero habla de moscas sobre los alimentos, carne de cerdo con mal olor y el reciclaje de las carnes del día anterior en una sopa al día siguiente.
También en el famoso balneario matancero, pero en el hotel Villa Cuba, un visitante se queja de que le dieron “una botella de agua y esperan que te dure toda la semana”, mientras en el balcón las palomas hacían nido y dejaban sus heces.
Pero ninguna de estas reseñas se compara con las del hotel Memories-Paraíso Azul, de Cayo Santa María, en la cayería norte de Villa Clara, donde en julio pasado decenas de veraneantes canadienses desarrollaron gastroenteritis. He aquí algunas denuncias de los huéspedes:
“En la parrilla tenían platos de pollo, pescado y carnes sin refrigerar, apilados unos encima de otros. Todo a temperatura ambiente!
“En los inodoros las heces se acumulaban varios días sin que los limpiaran”.
“La parrilla abierta 24 horas, el buffet, los platos a la carta… todos los alimentos, en mal estado. Lo único consumible eran bolsas de cereal. Agua embotellada, si la consigues, algo extremadamente difícil”.
Estos testimonios no forman parte de las advertencias (TTA) que hace la Agencia de Salud Pública de Canadá a sus ciudadanos que viajan a Cuba. Acerca de los servicios de salud se les dice que no deben esperar un nivel similar al de su país, pero que en general los servicios médicos cubanos son aceptables, si bien medicamentos y equipos básicos no siempre están disponibles.
Esa deficiencia la sufrió en diciembre pasado la familia de Barbara Johnston, de la provincia de Manitoba, quien falleció pocas semanas después de ser pobremente atendida en el Hospital Provincial “Arnaldo MIlián” de Villa Clara, por un choque séptico que le comenzó en el hotel Meliá-Cayo Santa María.
Esta última realidad la confrontó la familia de Elvin Nicholas Anton, un residente de Toronto de 62 años, quien en agosto sufrió un infarto en la playa del hotel Memories Varadero y no había salvavidas disponible para sacarlo del agua. Cuando apareció uno, la resucitación aplicada fue incorrecta. Los paramédicos llegaron a los 30 minutos, y dejaron al hombre, ya cadáver, cuatro horas al sol esperando por el forense.
Un profesional cubano consultado por Martí Noticias, el doctor Eduardo Cardet, médico de la familia en Velasco, Holguín, cree por su parte que debería existir “una alerta o aviso consciente y consecuente” respecto a la situación higiénico-sanitaria y epidemiológica del país de destino para las personas “que vienen a Cuba atraídas por la propaganda del régimen y las turoperadoras”, aclararles “que Cuba está lejos de ser el paraíso que ven” en esos materiales publicitarios.
“Aquí las condiciones higiénico-sanitarias están muy deterioradas, hay peligro de contraer muchas enfermedades infecto-contagiosas, desde respiratorias como la influenza y la tuberculosis, que se consideraba desaparecida “y está golpeando muy fuerte últimamente”; transmitidas por vectores, como el dengue, que ya es endémico y del que “en este momento hay muchísimos casos en el oriente de Cuba y en La Habana”; o de transmisión digestiva, como la gastroenteritis y el cólera.
El facultativo holguinero se refirió asimismo al silencio o máxima discreción que suele guardar el gobierno cubano en sus medios y en la información a los viajeros sobre la existencia de estos riesgos. «Son muy herméticos en este sentido», dijo.
El turismo es la segunda fuente de ingresos en divisas del país caribeño, después de los servicios profesionales prestados en el extranjero.
La página del gobierno canadiense sí alerta sobre el resurgimiento del cólera en Cuba y admite que, en enero de 2015, Canadá reportó un caso del mal en un viajero que regresó de la isla.
También señaló el doctor Cardet que, si bien en los hospitales provinciales hay salas reservadas para extranjeros “y otras personas de interés”, estas no cuentan con todas las condiciones, sino con un mínimo, y en esos centros existe carencia de personal especializado debido a que muchos especialistas procuran participar en misiones en el extranjero, como una oportunidad para mejorar su nivel de vida.