Europa, el viejo continente, parece no estar en su mejor momento a partir de los altibajos que se observan tanto en el orden social como en el económico y en lo político lo que evidentemente afecta todo incluido el importante sector Turístico que nos toca defender.
Así las cosas, vemos con preocupación los convulsos vientos, que en diferentes direcciones, soplan con fuerzas y afectan la estabilidad de la Eurozona una vasta región que se había caracterizado por su estabilidad en los diferentes órdenes, social, político y económico.
España se ha visto afectada de una indetenible oleada de protestas que impacta lo social, alteran lo político y afectan grandemente lo económico provocando una especie de alteración del ambiente interno que amenaza contagiar el entorno.
Inglaterra viene sacudida desde hace un buen tiempo por el huracán Brexit que lo ha alterado todo y parece no tiene viso de detenerse, por el contrario sus elementos disociadores parecen extenderse por la vecindad.
Italia aparentemente navega con buenos vientos pero su economía deja mucho que desear y en el orden político sus líderes no pueden socializar sus intereses particulares para conjugarlos con el interés general y para colmo la naturaleza le juega una mala pasada que afecta peligrosamente el turismo de la bella Venecia.
Alemania, Francia, Finlandia, Portugal Suecia, Grecia y los demás miembros de la Unión también están afectados con los mismos síntomas pandemicos de una masiva e incontrolable migración que también impacta el turismo entre otras cosas importantes para el Viejo continente.
Los venecianos están acostumbrados al “acqua alta”, la marea alta, pero en la noche del martes no esperaban que la ciudad sufriera la segunda más alta de su historia: 187 centímetros El martes se inundó el 88 % de la capital del Véneto, y el miércoles, el 70 %.
El agua entró en casas, tiendas, restaurantes, hospitales, edificios públicos y palacetes, y obligó a los turistas a dejar los hoteles con las maletas sobre sus cabezas.
El agua salobre, llena de restos de petróleo y contaminantes, corroe los mosaicos medievales de los zócalos e impregna la madera, que la absorbe.