La telenovela mexicana de Emirates Airlines ha llegado a su punto culminante. La aerolínea de los Emiratos Árabes Unidos ha iniciado este lunes operaciones en el país latinoamericano, tras enfrascarse durante meses en un duelo de acusaciones con Aeroméxico por supuestos permisos irregulares y competencia desleal que derivó en un pleito que llegó hasta los tribunales mexicanos. La clave del conflicto está en el vuelo que unirá a Dubái con Ciudad de México haciendo escala en Barcelona y en la irrupción del gigante dubaití en el mercado aéreo entre México y España, en el que participan Aeroméxico y cuatro compañías españolas: Iberia, Air Europa, Evelop y Wamos.
La llegada de Emirates, que vuela a más de 150 destinos en 80 países y que casi rozó los 60 millones de pasajeros el año pasado, se hizo pública desde julio, cuando la aerolínea anunció su intención de lanzar un vuelo diario entre Dubái y Ciudad de México. La empresa, que ya ofrecía vuelos de carga al país latinoamericano desde 2014, argumentó que una escala era necesaria por la elevada altitud del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la capital mexicana y que Barcelona era una opción natural. La ruta será operada por un avión Boeing 777, con 38 asientos disponibles en primera clase y 264 lugares en clase turista, así como la opción de transportar 14 toneladas de mercancías por vuelo. «Nos complace ofrecer una conexión directa en una ruta que ha sido descuidada desde hace mucho por otras líneas aéreas y que sigue desatendida a pesar de la fuerte demanda de clientes», dijo en un comunicado Tim Clark, el presidente de la compañía.Desde el año pasado, Aeroméxico y Emirates se habían disputado la ruta Ciudad de México-Barcelona. «Emirates miente al afirmar que el mercado entre México y España está desatendido», respondió la línea aérea más grande del país y la que más se ha opuesto a que la compañía del Golfo llegue a México. La empresa mexicana aseguró que Emirates no tiene argumentos para volar entre México y Europa, que la aerolínea dubaití no cuenta con los permisos para volar en el país, que no garantiza derechos laborales de sus empleados y que la compañía tiene una ventaja injusta frente a sus competidores occidentales al estar subsidiada por el Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos. «No se le debe permitir la entrada a nuestro país», afirmó Aeroméxico en un comunicado y adelantó que estaban dispuestos a iniciar una batalla legal.
Las empresas españolas han decidido ser más cautas en sus posturas públicas. La excepción han sido los trabajadores agremiados en el Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (Sepla). «Su Gobierno y el Gobierno de España tienen la obligación de actuar de manera responsable para velar en todo momento por un crecimiento sano de su industria, en situaciones competenciales justas y transparentes», dijo el Sepla en una carta enviada a las autoridades mexicanas en septiembre pasado, preocupado por la estabilidad laboral de sus miembros.
Emirates fundamenta su permiso para volar en un memorándum que firmaron México y Emiratos en 2016 para promover el turismo y las inversiones, así como en un acuerdo de servicios aéreos suscrito en 2012. La aerolínea consiguió, además, derechos de tráfico de quinta libertad –que permite a una compañía tener vuelos desde un país que no pertenece a la Unión Europea (UE), hacer escala en un país miembro (España) y subir y bajar pasajeros antes de su destino final– durante el Gobierno de Mariano Rajoy en 2018.
Desde su perspectiva, Aeroméxico le teme a la competencia y está siendo utilizado por Delta Airlines, dueña del 49% de la aerolínea mexicana, que ya se había quejado de que Emirates pagaba tarifas de combustible con precios fuera de mercado y había sido reacia a que la UE diera derechos de quinta libertad a las grandes aerolíneas de Oriente Próximo: Emirates, Qatar y Etihad. «La intromisión en los asuntos nacionales de México por parte de de una aerolínea de Estados Unidos debe ser observada con intensa sospecha», retó Emirates en un comunicado en agosto pasado.
Aeroméxico obtuvo un amparo a principios de octubre para frenar la llegada de Emirates, que apeló la decisión y dijo que su plan de aterrizar en México seguía firme. En noviembre, la empresa de los Emiratos dijo que las autoridades mexicanas habían refrendado sus permisos para volar en el país y que no existía ningún impedimento para que iniciara operaciones. Aeroméxico, por su parte, lanzó en junio un nuevo vuelo a Barcelona (dos semanas antes del anuncio de Emirates), después de dejar esa ruta en 2012, y adelantó que a partir del 10 diciembre (un día después del estreno de Emirates en México) ampliaría la frecuencia de tres a cinco viajes semanales a la Ciudad Condal.
Después de llevar sus diferencias ante la justicia, ambas compañías se abstuvieron de dar declaraciones públicas. En el último episodio de la pelea, sin embargo, Emirates anunció el miércoles pasado que ampliaría su alianza con Interjet, la tercera aerolínea mexicana por el número de pasajeros transportados con 14 millones en 2018, solo superada por Volaris (17 millones) y Aeroméxico (cerca de 22 millones), según datos oficiales. Interjet, que se enfrenta desde hace meses a problemas financieros y operativos según el banco HSBC, y Emirates ya habían firmado un pacto en abril, pero el nuevo acuerdo permite que los clientes puedan escoger entre un abanico de destinos más amplio. «Esto demuestra nuestro compromiso con México en el largo plazo», señaló Adnan Kazim, jefe comercial de Emirates.
El primer vuelo salió a las 3.30 horas de Dubái y llegó a Barcelona a las ocho de la mañana antes de partir a las 9.55 hacia México para llegar poco antes de las cuatro de la tarde. La compañía dubaití ha descartado que vaya a celebrar algún tipo de acto protocolario durante su primera jornada de operaciones y ha adelantado que realizará una conferencia de prensa este martes. Un nuevo coloso ha llegado al mercado aéreo entre México y España. Y no espera irse pronto