Hallstatt es un pueblo de postal. Rodeado de picos alpinos y asomado a un lago, su belleza atrae a numerosos cazadores del selfi perfecto.
La invasión de turistas es tal -tres millones de visitantes frente a 774 habitantes- que el Ayuntamiento y los vecinos han dicho basta.
La riada de turistas llegan por miles cada día en autobuses, coches, trenes y barcos. La inmensa mayoría se queda apenas unas horas -un tiempo para recorrer el pueblo y tomar unas fotos- y se marcha. La aglomeración constante comienza a irritar a los residentes.
Alexander Scheutz, el alcalde, explica que a partir del 1 de mayo próximo se limitará el número de autobuses, a un máximo de 54 por día, con el objetivo que sean incluso menos.
«Hemos desarrollado una aplicación para que los conductores puedan registrarse en Internet y reservar por 80 euros un espacio mínimo de 2 horas y 20 minutos para acercarse a nuestro pueblo, todo ello, entre las 08.00 y 17.00 hora local», explica a Efe.
El pueblo espera así controlar y reducir el número de visitantes, que no solo llegan en autobuses y coches particulares sino también en ferry desde el otro lado del lago Hallstatt.
«Hay días en los que llegan entre 75 y 95 autobuses turísticos. Nuestro objetivo es una reducción notable», asegura el edil, si bien no niega que Hallstatt vive en gran medida del turismo.
«Somos de alguna forma víctimas de nuestro éxito, pero vivimos del turismo, no lo podemos negar», reconoce.
Turistas en las calles de Hallstatt – EFE/EPA/CHRISTIAN BRUNA
En 2014 el ayuntamiento de la diminuta localidad ingresó unos 200.000 euros en concepto de impuestos comunales, que se cobran en base a los puestos de trabajo en la localidad. «En 2019 ya eran 350.000 euros, lo que demuestra que el turismo ha creado muchos puestos de trabajo en el pueblo», dice el alcalde.
«No obstante, el número actual de visitantes es excesivo. Solo tenemos una única calle, por la que circulan los coches y las bicicletas de los residentes, junto a miles de turistas que entran a pie», cuenta Scheutz.
Hallstatt se encuentra desde 1997 en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco y los últimos años fue incluida en diferentes listas de los pueblos más bonitos del mundo.
Las cifras de visitas desde el año 2010 muestran una subida incesante, siempre con aumentos anuales de entre el 10 y el 30 %, sobre todo desde que un empresario chino construyó en 2013 en su país una réplica idéntica de la localidad.
Con entre 8.000 y 9.000 visitantes por día (lo que equivale a unos 2,9 millones por año), según los datos del Ayuntamiento, cada habitante de Hallstatt «soporta» 25 veces más visitantes por día que Venecia, el símbolo europeo del turismo masivo.
Y en la población local crece la tensión y el malestar con el enorme número de visitantes. «Déjadnos en paz, no queremos hablar con la prensa, porque entonces viene más gente todavía y las cosas se ponen peor», señaló esta semana la dependienta de una tienda al fotoreportero de EFE-EPA que visitó Hallstatt.
Varios turistas fotografían el paisaje durante una excursión en barco por el lago Hallstatt – EFE/ Christian Bruna
Cada día llegan decenas de autobuses y medio millar de coches particulares se acercan ya sea verano o invierno, para pasear un rato por esta localidad con más de 3.000 años de historia.
Situada a orillas del lago Hallstatt, la localidad tiene la mina de sal más antigua del mundo, otro atractivo turístico añadido a su idílica situación geográfica.
La mayoría de los visitantes son chinos, surcoreanos estadounidenses, australianos y europeos de todo el continente.
La localidad, según algunos medios, como el estadounidense Washington Post o el británico Daily Telegraph, habría servido de inspiración para el imaginario Reino de Arendelle de Frozen II, la última película de Disney.
El alcalde de Hallstatt dice no saber nada de la película ni ha registrado un aumento adicional de visitas desde que el estreno de Frozen II en noviembre pasado.
«Yo no sabía nada de la película hasta que una periodista británica me llamó y preguntó al respecto. El origen y el número de los turistas no ha cambiado en las últimas semanas», dice Scheutz.