Desde arriba sólo se ve un mar de mini banderas rosas y verdes que ocupan completamente el espacio visual. Hay fuegos artificiales y por los altavoces retumba una voz femenina demasiado aguda que alienta a alzar los brazos y a saltar. De vez en cuando, la voz deja paso a la música y a un espectáculo de luces. Si no fuera por el contexto, uno no sabría si está en mitin después de una victoria electoral o en un concierto pop.
Tal vez sea una fusión de ambos escenarios. Una gran fiesta en la que hay dos palabras que se repiten en bucle: democracia y China. Con la primera saborean cada sílaba para abrazarla, hacerla suya, porque las urnas han dejado claro que los taiwaneses no quieren desprenderse de un apreciado término por estos lares. Sobre la segunda no se vierte precisamente amabilidad. A China la dibujan como a la Maléfica de una secuela que acaba de celebrar sus séptimas elecciones libres.
Taiwan ha dicho al vecino de arriba que quiere ser un Estado independiente, con todas las de ley. Por eso las urnas han vuelto a sentar otros cuatro años más en el trono político una abogada con garra llamada Tsai Ing-wen, para que se plante ante la reunificación soñada desde Pekín.
Pero volvamos a la fiesta. A una esquina del tumulto donde hay dos jóvenes con máscaras que visten completamente de negro y que sujetan una pancarta. Ambos son una atracción para el público. La gente les mira, sonríe, y se toma un ‘selfie’ con ellos. Hay alguno que hasta les planta un abrazo. «Taiwan está con vosotros», suelta una chica. «Siento mucha envidia. Ojalá algún día nosotros podamos celebrar unas elecciones libres», responde uno de los chicos que portan la pancarta. Sobre el cartel negro se puede leer: «Libérate, Hong Kong».
Vince Zhu, un portavoz del Partido Democrático Progresista (PDP), el claro vencedor en las elecciones presidenciales y legislativas del sábado en Taiwan, que representa la independencia contra China, explica que desde Hong Kong han llegado a la isla estos días más de un centenar de activistas para apoyar a su presidenta, Tsai Ing-wen. Les hemos podido ver, jóvenes chavales con la indumentaria habitual negra que han portado durante estos ocho meses de protesta en la ex colonia británica, en los últimos mítines del PDP.
Entre ellos está Leo Cheng y su novia, Nancy Wu. Ambos bromean presentándose como turistas electorales. «Así nos han llamado los medios de aquí. Venimos a aprender el modelo taiwanes y queremos que la presidenta Tsai sepa que desde Hong Kong le apoyamos y admiramos su fortaleza para enfrentarse a China sin miedo», dice Leo. «Las protestas en Hong Kong y la respuesta con dureza desde Pekín han ayudado a que los taiwaneses se hayan dado cuenta de que deben seguir por el camino de la democracia. Y a nosotros, lo que ha pasado en estas elecciones, nos va a dar fuerzas para seguir protestando y pidiendo más libertades», sentencia Nancy.
Según el diario ‘Quartz’, agencias como GLO Travel, con sede en Hong Kong, han organizado para estas elecciones viajes para grupos de 30 personas, interesadas en ver de primera mano cómo funcionan unos comicios presidenciales. Otros medios locales apuntan que desde la ex colonia han llegado también a la isla varios concejales de distrito. Entre ellos está Raymond Tang. «Queremos aprender y ganar más experiencia para ayudar a la gente de Hong Kong mientras luchan en su camino democrático en el futuro», afirma el concejal.
En los últimos meses, el presidente de China, Xi Jinping, ha estado presionando al Gobierno de Taiwan para que acepte la fórmula «un país, dos sistemas» en la que se encuentra Hong Kong: sigue formando parte de China aunque con un régimen especial, manteniendo cierta autonomía. Una fórmula que, como hemos visto, no ha funcionado en una ciudad que ha estado bañada en protestas, a menudo excesivamente violentas, pidiendo a Pekín más libertades y sufragio universal.
«Hong Kong está al borde del caos debido al fracaso de ‘un país, dos sistemas'», repite la recién elegida presidenta de Taiwan cada vez que se le ha preguntado sobre este asunto. «Hay un consenso abrumador entre los 23 millones de habitantes de Taiwan. Todos rechazamos la fórmula que quiere imponer China, independientemente de la afiliación del partido o posición política», ha recalcado.
Desde que se intensificaron las protestas de Hong Kong a finales del pasado verano, los medios de comunicación locales como el ‘South China Morning Post’ han estado contando cómo Taiwan se ha convertido en un refugio para muchos de los manifestantes más radicales de la ex colonia que han huido por miedo a ser detenidos. Incluso algunas personas, como el abogado experto en derechos humanos, Daniel Wong, han contactado con empresas y simpatizantes de las protestas de Hong Kong para que den cobijo y ayuden a los activistas fugados. También encontramos a un pastor de una iglesia presbiteriana en Taipei, Huang Chun-sheng, que dice que ha recibido a más de un centenar de manifestantes que tenían miedo de que China los detuviera.
Ahora, tras las elecciones en Taiwan, en las que ha arrasado el ‘no’ a China, el partido por la democracia se vuelve a jugar en el campo de Hong Kong.