Los viajes y el turismo internacional están paralizados, tanto en la Argentina como en el mundo. Durante la última semana se sucedieron como una catarata, una tras otra y sin tiempo para procesarlas, las noticias de más rutas aéreas canceladas con los países afectados, aeropuertos vacíos, expresas recomendaciones de los Gobiernos a sus ciudadanos de no viajar y hasta países que ponen en aislamiento durante 14 días a todos los turistas que lleguen a sus territorio, como el caso de Israel, sin importar el destino del que provengan.
Estados Unidos directamente les niega el ingreso a los que viajen desde la Unión Europea o han estado en los últimos 14 días. En sintonía, la Argentina suspendió los vuelos a Europa y Estados Unidos para evitar la propagación del virus, en una medida radical.
En un mundo hiperconectado, donde más de 1400 millones de viajeros cruzan las fronteras de sus países por año, (y genera ingresos por 1,7 billones de dólares) que el mundo quede desconectado en buena parte, con pasajeros varados en diferentes aeropuertos es apocalíptico.
Si hace unas pocas semanas el foco del virus nos quedaba lejos y sólo se reprogramaban los viajes a la lejana Asia, ahora el estancamiento es total y hasta se cancelan viajes a zonas no críticas, incluso vuelos regionales, por temor a entrar en un aeropuerto, considerado casi como el infierno.
La profunda crisis que despunta en el sector turístico argentino ya se define como sin precedentes, el golpe de gracia a una industria que venía en caída libre por la coyuntura económica local con el impuesto PAIS. Si los viajes emisivos bajaban, quedaba la esperanza del turismo receptivo y la posibilidad de abrir nuevos mercados, como el chino, que estaba en franco crecimiento con más de 70.000 arribos por año. Algo que, al menos por este año no sucederá.
«La situación de las agencias de viaje es crítica, veníamos de 60 días de caídas en las vetas, que están en un 40% menos que el año pasado y el golpe del coronavirus es letal. Las ventas están ciento por ciento paradas, no se vende nada, a ningún país. Nunca se vio una situación como esta». Así define Gustavo Hani, presidente de la Federación Argentina de Asociaciones de Empresas de Viajes y Turismo (Faevyt) a la preocupante coyuntura actual.
Por eso y ante un futuro cercano que todavía se ve oscuro, pidieron la declaración de la emergencia económica, productiva y fiscal del sector al Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación.
«Pedimos la suspensión del impuesto país mientras dura la emergencia. Sabemos que hoy nadie va a comprar un pasaje, pero si que se puedan estimular las ventas cuando pase esta situación crítica. También que se activen procesos preventivos de crisis y que se pospongan los pagos de cargas sociales patronales por estos meses críticos, y luego las pagaríamos en cuotas». Hani aclara que son solo medidas paliativas para evitar la quiebra de empresas turísticas.
Derrumbe mundial
En el ámbito internacional la situación no dista mucho de la local.
Francia, España, Estados Unidos China e Italia, muy afectados por el virus, encabezan el podio de los cinco más visitados del mundo y concentran el 40 % de las llegadas mundiales por año, por lo que sus economías se verán dramáticamente afectadas por el aislamiento y la cancelación de viajes.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), prendió señales de alarma sobre la delicada y extrema situación económica que atraviesa el sector aerocomercial, una industria, que según la entidad, emplea a 2.700.000 personas en el mundo y pidió apoyo urgente.
Hasta hace 10 días la misma entidad estimaba las pérdidas en 113 mil millones de dólares, cifra que aseguran ya quedó desactualizada con las severas medidas de bloqueo aéreo, como las que impuso Estados Unidos y otros países, incluido Argentina a los vuelos a las zonas afectadas.
El coronavirus también se cobró víctimas en la industria aérea, como la británica Flybe, que se declaró en quiebra y compañías chinas, poco conocidas de este lado del mundo. Otras como Ryanair y Easyjet se vieron en la obligación de cesantear trabajadores. Pero la crisis no solo afecta a la low cost: el presidente de British Airways, Álex Cruz, advirtió que la supervivencia de la aerolínea está en juego y que deberán recortar la plantilla de empleados por la baja demanda de pasajes. «Es una crisis de proporciones globales como ninguna otra que hayamos conocido», sentenció.