Dos meses. Dos meses pasaron desde la llegada del coronavirus a Estados Unidos. El 20 de enero fue el día en el que se anunció el primer caso en el país. Hoy, el número asciende a más de 15,000 infectados. Y Nueva York, la ciudad que nunca duerme, el sueño de miles de turistas en el mundo, es el epicentro del virus fatal.
El avance es estremecedor. En un día de anuncios negros, el gobernador del Empire State Andrew Cuomo contó que los afectados por el virus se han prácticamente duplicado desde ayer. En total los casos son 7102, y las personas fallecidas son 35. Este contexto lo llevó al funcionario a radicalizar las restricciones: 100 por ciento de los trabajadores esenciales deben quedarse en casa (quedan excluidas farmacias, supermercados y otras tiendas que representen un valor esencial para la comunidad).
Esta mañana, durante una conferencia de prensa, el gobernador Cuomo fue consultado por si tiene en mente declarar una cuarentena total. «No puedo decirle a la gente que se quede encerrada en su casa por un futuro de 2 o 3 meses», indicó. La respuesta heló a muchos.
En los últimos días, laboratorios públicos y privados han aumentado el número de tests de coronavirus, lo que ha generado un crecimiento exponencial en casos a lo largo y ancho del país. El país todavía lucha y se apura por comprender el alcance de la crisis: semanas atrás los exámenes eran muy pocos, recién se empieza a tener una idea de cuáles son las verdaderas cifras.
Escuelas, tiendas, museos, restaurantes. Todo cerrado. Eventos, reuniones, shows en Broadway, espectáculos deportivos. Todo cancelado. La ansiedad es colectiva, y poco se sabe sobre cómo continuará esta historia que mucho tiene de terror.
Pese al duro escenario que tiene en frente, el presidente Donald Trump acude a la vehemencia. Al ser consultado qué le diría a los norteamericanos que tienen miedo, el mandatario atacó a un periodista y trató a su pregunta de «asquerosa». Al mismo tiempo, rechazó la posibilidad de imponer una cuarentena a nivel nacional.
Lejos de la esperanza y de la luz al final del túnel, por ahora, el escenario es un tanto desolador. Certezas de cuándo se podrá recuperar lo que era considerado vida normal ya no hay, por lo que cientos de miles de personas se preparan para aprender a vivir así los próximos meses.
Una familia italo-americana. Una familia feliz. Una familia que ahora está destruida. En New Jersey, su ciudad natal, los Fusco enterraron a cuatro familiares, víctimas del coronavirus.
La historia que fue revelada por el New York Times estremece. El último miércoles, Grace Fusco, la abuela y matriarca de 73 años murió sin saber que horas antes su hijo Carmine había muerto. Tampoco supo que su hija Rita, cinco días antes, había perdido la vida por la misma causa. Un día después, el jueves, otro hijo, Vincent Fusco Jr., murió tras haber contraído el virus. Cuatro muertos en una misma semana, todos de la misma familia.
Otros tres hijos de Grace Fusco -quien fue madre de once- permanecen hospitalizados luchando por sus vidas. Veinte miembros familiares se mantienen en cuarentena a la espera de los resultados, sin siquiera poder compartir el tiempo de dolor juntos.
Roseann Paradiso Fodera, prima de la madre, fue la encargada de contar la historia de su familia al diario norteamericano. Según reveló, las infecciones parecen haberse originado durante una comida a principios de este mes.
En este devastador contexto, el último domingo la comisionada de salud por el estado de Nueva Jersey, Judith M. Persichilli señaló la importancia de no juntarse y respetar el aislamiento social. «No puedo enfatizar suficientemente cuán importante es tomar responsabilidad y evitar hasta pequeñas reuniones», dijo la funcionaria pública.
Hasta ahora, el estado de Nueva Jersey cuenta con 742 casos y 9 fallecidos.
El avance del coronavirus despertó también una gran inquietud: qué se debe hacer para preservar la salud de quienes se encuentran restringidos de su libertad, los presos. Pese a que días atrás el alcalde de la ciudad de Nueva York Bill de Blasio anunció que se tomarían todas las medidas necesarias para su protección y la de los guarda cárceles que trabajan en la prisión Rikers Island, el funcionario anunció que ya se detectó un primer caso dentro del establecimiento. Y, ahora, al menos otros ocho reclusos han desarrollado síntomas.
Según reportó De Blasio en una conferencia de prensa, el individuo afectado tiene poco más de treinta años. «En este momento su salud está bien, está aislado, y fue trasladado a nuestra unidad de enfermedades transmisibles en Rikers Island», dijo el alcalde.
Y añadió: «Este recluso estaba en una unidad de vivienda con otros internos. Todos han sido revisados en busca de síntomas, y ocho han sido identificados». Estas personas también fueron trasladadas a un área de aislamiento.