Para muchas personas, el trabajo es un aspecto fundamental de la vida; representa una fuente de sustento, satisfacción, dignidad y bienestar individual. Además, “el trabajo también tiene importancia colectiva al establecer una red de conexiones… que forjan la cohesión social”. Desde nuestro primer Informe de Desarrollo Humano en 1990 y hasta el presente, en el PNUD consideramos el trabajo como un pilar significativo para promover las capacidades humanas y un motor del desarrollo de las naciones.
Dada la imperiosa necesidad del distanciamiento social para contener la propagación del COVID-19, en solo semanas, millones de personas alrededor del mundo han visto en la necesidad de trabajar remotamente, convirtiendo al teletrabajo en la única opción posible.
El teletrabajo es “una forma de organizar y/o realizar un trabajo, utilizando tecnología de la información, en el contexto de un contrato/relación laboral, que se lleva a cabo fuera de las instalaciones del empleador”. Fue propuesto desde 1972 por Jack Nilles.
Ante la crisis mundial y las cuarentenas obligatorias, la ruptura de la rutina de trabajo supone cambios abruptos que pueden ser difíciles de manejar. Para una organización global como PNUD, la crisis ha significado un esfuerzo para el trabajo de su mejor activo: su gente al servicio de los 170 países donde PNUD está presente. En efecto, equipos de todo el mundo y en diferentes zonas horarias recurren al teletrabajo, conectándose desde sus residencias, coordinando apoyos y articulando propuestas para reducir el impacto de la pandemia en las poblaciones más vulnerables.
Ideas productivas
En las circunstancias actuales, el teletrabajo emerge como la “nueva normalidad” laboral. Pero al manejar esta rápida transición, es importante considerar algunas ideas que personas expertas proponen:
Inventariar requerimientos para el teletrabajo: Cuáles herramientas necesitan los equipos para cumplir con sus responsabilidades
Establecer claramente las expectativas: Las organizaciones necesitan detallar lo que se espera en términos de resultados y acompañar los equipos en esa transición.
Aprovechar la tecnología: Hoy contamos con herramientas para la colaboración efectiva (datos en la nube, videollamadas, emails, chats) que facilitan la comunicación.
Manejar la curva del cambio: Adaptarse es clave para el bienestar psicoemocional de los equipos.
Celebrar los logros a pesar de la distancia.
Ante la crisis, es normal sentir ansiedad por el futuro. Además del aislamiento social, madres y padres cuya nueva rutina es trabajar mientras atienden sus niños y niñas pueden experimentar estrés, agotamiento e incertidumbre. En este contexto, el teletrabajo es una oportunidad no solo para colocar a las personas al centro de la organización sino también para repensar la manera en que operamos.
El teletrabajo requiere creatividad y resiliencia. Estos son algunos consejos para adaptarse efectivamente:
Establece una rutina de trabajo. Facilita una transición mental entre tiempo de hogar y tiempo de trabajo.
Organiza tu día. Agenda, estrategiza las metas, auto-prémiate por tareas completadas.
“Desarrolla un rito de trabajo”, sugiere Tsedal Neeley. “Ten un ritmo, ponte ropa para trabajar”.
Dedica un espacio en la casa para trabajar.
Negocia con la familia el tiempo de trabajo. Esto puede ser difícil para madres o padres solteras/os.
Limita las distracciones. Reduce interrupciones triviales en tus horas de trabajo.
Mantén la comunicación con las personas significativas para ti. Esto puede mejorar tu estado de ánimo.