El llamado de la Organización Mundial del Turismo a “que los gobiernos no se queden en palabras” y comiencen a tomar medidas, suena a un grito universal. Y lo es.
Un grito “para salvaguardar los millones de puestos de trabajo” amenazados por la pandemia del COVI-19. Un grito universal que refleja el insostenible impacto que la propagación de virus ha significado para ese importante sector para la economía dominicana y para el resto del mundo.
En un reciente informe publicado este 17 de abril, la organización multilateral revela que como resultado de la pandemia alrededor de 90 destinos en el mundo han cerrado total o parcialmente sus fronteras a los turistas, mientras que otros 40 se encuentran cerrados a ciertos turistas, dependiendo del país de origen.
Su secretario general, Zurab Pololikashvili, declaró que la pandemia ¡ha afectado a los viajes y al turismo como ningún otro evento anterior en la historia”.
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Y como resultado de las restricciones totales o parciales a los viajes, impuesto por los gobiernos para prevenir el contagio y preservar la salud pública, el 96% de los destinos del mundo han introducido restricciones a los viajes.
Y de prolongarse en el tiempo, las consecuencias son obvias: “Con el turismo suspendido, los beneficios que genera el sector están amenazados”. Y podrían perderse millones de puestos de trabajo. Y el progreso alcanzado en los ámbitos de la igualdad y el crecimiento económico sostenible podría revertirse.
Frente a esa realidad, la OMT insta a los gobiernos a revisar de manera continuada las restricciones a los viajes y “a flexibilizarlas o levantarlas tan pronto como pueda hacerse de forma segura».
LA FORMA SEGURA
Pero la “forma segura” depende del control y mitigación de la expansión del COVID-19.
Al 17 de abril, en República Dominicana se registraron 209 casos nuevos y confirmados, elevándolos a 4,335, con 217 defunciones acumuladas. Ese día se le sumaron otros 17, según el boletín número 30 del Ministerio de Salud Pública, correspondiente a ese día.
En otras palabras, en República Dominicana aún no se han dado las condiciones resultados de “control y mitigación”.
El último informe publicado por el Banco Central de la República Dominicana sobre el sector turístico dominicano corresponde a los dos primeros meses del calamitoso año 2020.
Un informe inusualmente bimestral, que incluye los meses enero y febrero y que registra una caída en la llegada de visitantes extranjeros de un 9%. La caída contrasta con el crecimiento de 5.1% y 3.2% del mismo periodo bimestral correspondiente a los años 2018 y 2019, respectivamente.
Ese informe flujo turístico tiene una periodicidad mensual, y desde finales de febrero ya se acerca a acumular un retraso de dos meses.
No hay nada que informar, que no sean casi la totalidad de los palacios hoteleros cerrados, las cálidas y azules playas vacías, los paraísos vacacionales desocupados, las tiendas de souvenirs desiertas, los guías turísticos recogidos, y los empleados hoteleros suspendidos. Toda esa información en una sola página en blanco o inexistente.
Eso habla de un año que empezó muy malo para el sector y que ya se sabe que también es dañino para la economía y la salud global en general. Es el efecto COVID-19, un nuevo virus gripal detectado por primera vez en la ciudad china de Wuhan, de la provincia de Hubei, en diciembre de 2019, y que desde entonces ha contagiado a una gran parte de las poblaciones de casi todos los países del mundo.
En el informe del Banco Central, los únicos flujos de llegada de pasajeros que crecieron fueron los de residentes extranjeros (3.6%) y de dominicanos no residentes (10.2%).
El Banco Central explicó esos resultados como consecuencia del “efecto de la base de comparación”, con relación a enero y febrero del 2019, que, a diferencia del segundo semestre de ese año, registraron “un máximo histórico para ambos meses”. Además, lo considera como “efectos latentes rezagados” de la caída registrada en las reservas aéreas hacia la República Dominicana por la cobertura de noticias negativas en medios de comunicación extranjeros, durante el segundo semestre del año pasado, sobre muertes de turistas estadounidense en las áreas turística del país.
En su informe, la entidad monetaria ya condicionaba el desempeño del sector para los próximos meses al “efecto de la propagación del COVID-19 y los resultados de las que ya el Gobierno dominicano había adoptado, que limitaron los vuelos procedentes de Europa, China, Corea del Sur e Irán.
UNA PREVENCIÓN TEMPRANA
Todavía, el 28 de febrero el sector hotelero, en coordinación con el Gobierno, luchaba “para asegurar que en los establecimientos turísticos del país se aplicaran correctamente las medidas de control y prevención sobre el Coronavirus”, de acuerdo con un comunicado de prensa fechado ese día y emitido por la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo de Republica dominicana (ASONAHORES).
Hasta esa fecha, según el comunicado de los hoteleros, en la República Dominicana no se había detectado ningún caso relacionado con el Coronavirus y exhortaba a los medios de comunicación y a las personas a que no divulgaran versiones sobre casos del coronavirus en el país “que no estén debidamente validadas por las autoridades”.
El gremio hotelero saludaba la decisión del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC) sobre la aplicación de restricciones de vuelos procedentes ciudades y países donde ya se habían identificados contagios como, como fue el caso de Milán, Italia, donde se detectó un foco del virus.
CIERRE DE LAS FRONTERAS
Pero ya, al mismo 28 de febrero, la suerte estaba echada. Ese día la Organización Mundial de la Salud publicó un comunicado en el que informaba que, desde su comunicado anterior, dos semanas antes, en el mundo se habían notificado 34,562 casos adicionales de COVID-19, lo que incluyó 1,475 muertes adicionales y a veinticinco nuevos países que informaron casos de COVID-19 por primera vez.
Diecisiete días después, el presidente Danilo anuncia la solicitud al Congreso Nacional sobre la declaración de emergencia nacional con la que dispuso el cierre de las fronteras del país, a excepción de aviones ferry y buques de cargas.
Como resultado de la caída en la llegada de turistas por efecto de esa medida y por la pandemia del COVI-19, casi la totalidad de los hoteles paralizan sus operaciones. Y el 26 de marzo, en un comunicado de prensa ASONAHORES informa que más de 93 mil turistas fueron repatriados después de la suspensión de los vuelos en República Dominicana. Y desde el sector sindical se denuncian las suspensiones temporales de contratos laborales mientras dure la crisis, algo que permite el Código de Trabajo de República Dominicana.
Todavía, el 2 de abril, ASONAHORES informó que aún se mantenían vuelos humanitarios para personas que quedaron varadas por el cierre de los aeropuertos y que necesitaban regresar a Estados Unidos y Puerto Rico, a través del aeropuerto Internacional de Las Américas.
Estos vuelos en la modalidad ferry, autorizado por el presidente Danilo Medina en su declaración de emergencia nacional, llegan al país sin pasajeros y sólo pueden llevarlos de regreso. Hasta la fechan solo tenían autorización para esos vuelos las aerolíneas Delta y JetBlue.
UN AÑO MALO, SEGUIDO POR OTRO PEOR
Durante el segundo semestre, el 2019 fue un pésimo año para el sector turístico dominicano, que fue blanco de un ataque reputacional gestado por medios estadounidenses,
En consecuencia, al país le ingresaron U$$7,468.1 millones por concepto de la actividad turística según el Banco Central. Fue un monto menor en 1.2% que lo ingresado en 2018, pero aun así representó el 24.4% de las divisas recibidas por el país durante ese año, y como sector activo, operaba como principales generados de empleos en el país, directos e indirectos, y un gran comprador local de bienes y servicios que motorizaba los restantes sectores de la economía nacional.
Es un sector que generó el 8.2% del valor agregado de la economía durante el 2016, según el estudio “El Turismo Dominicano, un mar de oportunidades”, publicado por el Banco Popular Dominicano. Asimismo, es generador de 332,589 empleos directos, entre formales e informales. Y otros 650,000 empleos indirectos, como resultado de esas vinculaciones con los otros sectores, según el estudio.
De acuerdo con las estimaciones, durante el 2016 ese sector fue la fuente de sustento de 982,589 trabajadores en República Dominicana, equivalente al 23.6% de la población ocupada del país, según los datos del estudio.
Y con el COVID-19, y mientras dure, todo eso está en juego.
RESILENCIA DEL TURISMO DOMINICANO
Diario Libre conversó con Andrés Marranzini Grullón, vicepresidente Ejecutivo de ASONAHORES.
Se le pregunta si el sector turístico ha aplicado a la iniciativa del Fondo de Asistencia Solidaria al Empleado (FASE), dispuesto por el Estado dominicano.
Mediante ese programa el Estado ofrece entrega una transferencia monetaria a los empleados de las empresas cotizan a la Tesorería de la Seguridad Social (TSS), como compensación a las suspensiones de los contratos laborales por parte de las empresas como resultado del cierre de sus operaciones por las medidas de distanciamiento social”, ordenadas por el mismo Estado.
La transferencia por trabajador es por un mínimo de RD$5,000 y un máximo de RD$8,500 “para que puedan mantener un consumo básico y contrarrestar, en parte, los efectos económicos” del estado de emergencia.
Se pregunta a Marranzini si los hoteles agrupados a ASONAHORES han podido aplicar a la iniciativa FASE.
Aunque estadísticamente no conoce el número de los empleados del sector que ha sido registrado el programa, responde que se estado aplicando al programa.
Pero observa que “hay hoteles que han decidido mantener a su gente en nómina, también”.
Pone el caso de Hard Rock, que, aunque está cerrado, decidió mantener los empleados con ellos.
“Hay algunos que los han mantenidos, y hay otros que operacionalmente han mantenido una proporción, y otros que han suspendido una gran parte”.
Y subraya, “pero si, han aplicado el FASE en una parte importante”.
Pero el empresario expresa una gran confianza a la recuperación de la actividad hotelera, una vez sea controlada la pandemia en el país. “Los fundamentos de la industria nuestra están ahí”, afirma, al referirse al sector hotelero.
Destaca que República Dominicana es “un destino consolidado en el Caribe y en el Mundo”, lo que se expresa en sus actividades complementarias que garantizan diversas actividades, “que son competitivas”.
Agrega al cúmulo de sus razones: “Tenemos el mayor inventario de habitaciones del Caribe, sustentadas en empresas y marcas de gran reputación mundial. Explica que son estructuras corporativas que están conectadas en el mundo global.
A eso le agrega la gran conectividad aérea del país, lo “que facilitaría su incorporación al esquema de recuperación de los mercados en la industria de la aviación”.
Pero aclara que, en el proceso de recuperación, “el turismo masivo no es el punto de partida”.
Ese punto de partida serían las aperturas de las líneas aéreas comerciales, y a continuación los viajes de negocios por razones de trabajo. Y solo después, por razones de visitas por motivos vacacionales o de familia.
Estima que el inicio de ese proceso de recuperación “puede ser tan pronto como dentro de los próximos 30 o 45 días”.
Pero el turismo masivo será el último segmento en recuperarse plenamente, porque tienen que darse una serie de cosas desde el punto de vista sanitario y de seguridad, no solo en República Dominicana, sino también en los países emisores.
Además, “lo que pase en los países emisores de turistas tiene un peso específico en la capacidad que tenemos nosotros en traerlo”.
Se le pregunta sobre el impacto de la recesión global en los bolsillos de los del segmento masivo, lo que podría retardar la recuperación. Sostiene que “habrá un segmento de la población mundial con grandes deseos de cambiar de panorama, independientemente de las circunstancias”.
Y agrega: “Nosotros estamos apostando a eso, habrá gente con deseo de viajar”.
E informa que el sector tiene entre un 60% y un 65% de reservas tumbadas por el COVID-19, que ya están siendo reubicadas.
“O sea, que no la estamos perdiendo, sino que se están posponiendo, poniéndoles fechas”, explica.
RESPUESTA RÁPIDA, COHERENTE, UNIDA Y AMBICIOSA
El primero de abril pasado, la Organización Mundial de Turismo (OMT) ya había emitido un anterior comunicado global en el que piden “un apoyo urgente y firme” para ayudar al sector turístico mundial no solo a recuperarse del reto sin precedentes de la COVID-19, sino a «volver mejor al crecimiento».
Cuatros días antes, en otro comunicado del 27 de marzo, difundió su estimación sobre la caída prevista de entre un 20% y un 30% en el turismo internacional, lo que puede traducirse en una pérdida de ingresos de entre 300,000 y 450,000 millones de dólares de los EE. UU. debido a la COVID-19
De cumplirse ese pronóstico, significaría un monto equivalente al valor de entre cinco y siete años de crecimiento.
Comparado con las de otras crisis anteriores, como la crisis mundial del 2009, y el brote del SRAS en el 2003, el contraste del daño es alarmante. Durante esas anteriores crisis, las pérdidas fueron de 4% y de 0.4%, respectivamente.
Y para mitigar ese gran impacto negativo estimado, propone unas 23 medidas para “responder hoy, y prepararse para mañana”. Comienza con mantener el empleo, apoyar a los trabajadores por cuenta propia, asegurar la liquidez, promover el desarrollo de competencias y revisar los impuestos, tasas y normativas relacionados con los viajes y el turismo.
Asimismo, proporcionar estímulos financieros, con políticas fiscales favorables, levantamiento de restricciones de viajes tan pronto como la emergencia sanitaria lo permita.
También, la flexibilización del régimen de visados, el impulso al marketing y a la confianza de los consumidores, entre otras medidas, con el fin de acelerar la recuperación.
Zurab Pololikashvili, secretario general de la OMT, declaró que para que el turismo despliegue su potencial de ayudar a sociedades y a países enteros a recuperarse de esta crisis, “nuestra respuesta debe ser rápida, coherente, unida y ambiciosa”.