Con el recuerdo del huracán Irma aún fresco, los Cayos de Florida, la turística cadena de islas entre Estados Unidos y Cuba en la que miles de turistas ven un remedo del paraíso, sufren aislados del mundo y distanciados socialmente el embate de un ciclón invisible y sin viento.
El coronavirus es ‘como un huracán. Todo el mundo está pasándolo mal por el dinero, por supuesto, pero estamos haciendo todo lo que podemos (…) Somos mucho más tolerantes ante esta situación que el resto del país’, dice a Efe Jay O’Neal, jefe de cocina del restaurante Willie T’s de Cayo Hueso.
Desde el pasado 22 de marzo los Cayos están cerrados a los forasteros, lo que no sucedía desde que el huracán Irma, de categoría 4, asoló la zona en septiembre de 2017.
Murieron 17 personas y más de 4.000 casas resultaron destruidas o dañadas. Desde el 19 de septiembre al 1 de octubre de aquel año ningún visitante pudo poner sus pies en los Cayos, donde el sector turístico da cuenta del 44 % de la actividad económica.
Hoy, como entonces, los turistas brillan por su ausencia. Cayo Hueso, Key West en inglés, que fue el refugio de Ernest Hemingway, Tennessee Williams, Harry Truman y centenares de independentistas cubanos cuando Cuba pertenecía a España y hoy es una meca para los amantes de los inviernos cálidos y de los ambientes relajados y desinhibidos, parece una ciudad fantasma.
Incluso el monumento que a orillas de un mar turquesa marca el punto más meridional del territorio continental de Estados Unidos y recuerda que Cuba está a solo 90 millas (144 kilómetros), una visita obligada para los que visitan los Cayos, está desierto.
Una ciudad de gallos
Antaño rebosantes de actividad, las calles principales del casco histórico de Cayo Hueso se muestran vacías salvo por unos pocos residentes que aprovechan para hacer la compra, montar en bicicleta o correr al aire libre.
Al igual que en otros lugares de Florida, solo se puede salir de casa para ir a trabajar en los negocios esenciales, adquirir productos o ejercitarse.
Los turistas han sido sustituidos por gallos, gallinas y palomas que se han apoderado de los bancos de puestos de comida, las plazas y las atracciones turísticas en busca de algo que llevarse al pico.
Según las últimas estadísticas oficiales de turismo, en 2018 los Cayos acogieron a 5,13 millones de turistas. El sector dio trabajo a 26.500 personas y obtuvo ingresos por 2.400 millones de dólares.
Desde hace semanas los pocos tenderos que se dejan caer por sus negocios lo hacen para hacer arreglos u otra clase de gestiones.
El israelí Erin Brets, que regenta una pequeña tienda de ropa y recuerdos en Front Street, una de las calles más turísticas de Cayo Hueso, se lamenta de que si no se reabren los Cayos al turismo, ‘no habrá negocio durante los próximos seis meses’.
Brets es partidario de reactivar de una vez la actividad económica y turística, una idea que algunos políticos de Florida ya están acariciando a pesar de que los casos del COVID-19 siguen subiendo y ya se han registrado en este estado sureño casi 26.000 contagios, de los cuales 764 han sido mortales.
‘Deberíamos poder entrar con las máscaras (a las tiendas) y andar con ellas y todas esas cosas, porque si no, no vamos a tener negocios. No sabemos muy bien qué es lo que va a pasar, probablemente todo el mundo va a perder el negocio’, dice a Efe.
El cocinero O’Neal, que nació en Baltimore (Maryland) pero lleva dos décadas viviendo en Cayo Hueso, piensa lo contrario y dice que sería ‘estúpido’ volver a la normalidad ahora.
El aislamiento -apunta- puede ser una de las razones por la que los lugareños no se han visto tan afectados por el momento por el COVID-19: 73 casos y 3 muertos hasta ahora.
En los Cayos ‘somos diferentes de cualquier lugar de Estados Unidos o del mundo. No puedes poner en cuarentena todo un área, pero nosotros pudimos. Esto es algo que no puedes hacer en ningún otro lugar’, subraya O’Neal.Pescado a mitad de precio
Después del turismo, otro de los negocios más afectados es el sector pesquero, que con el cierre de los restaurantes y hoteles, ha perdido una de sus principales fuentes de ingresos.
Muchos pescadores apenas puedan ‘cubrir gastos’, porque ante la falta de demanda, el precio del pescado se ha reducido más de un dólar la libra (unos 450 gramos).
El cubano Jorge Concepción dice que ‘todos los gastos’ de los que se dedican a la pesca como él siguen igual y, sin embargo, el precio de venta del pescado ha bajado ‘demasiado’.
El panorama se puede ensombrecer aun más si como predicen los meteorólogos la próxima temporada de huracanes, que está a la vuelta de la esquina, será más activa de lo habitual.
Loa especialistas de la empresa privada AccuWeather y los de la Universidad estatal de Colorado esperan de 14 a 18 tormentas tropicales, de las cuales entre 7 y 9 llegarán a ser huracanes y de estos de 2 a 4 alcanzarán fuerza de huracanes mayores.
Según Philip J. Klotzbach, investigador del Departamento de Ciencias Atmosféricas de esa universidad, la temperatura del Atlántico tropical y subtropical está ‘actualmente más caliente que el promedio de temperatura a largo plazo’ y ello es ‘un factor favorable para una temporada activa de huracanes’.
Huracanes y COVID-19 van a hacer de la temporada ciclónica 2020, que arranca el 1 de junio y concluye el 30 de noviembre, sea ‘diferente’, según ha advertido el senador republicano Rick Scott.
Pensando en las evacuaciones que los ciclones obligan a hacer de determinadas zonas de los Cayos, Scott, que fue gobernador de Florida, exhorta ‘a ser creativos’ para cumplir con ‘el distanciamiento social’ en esos casos.