Por: Francisco Candela
En la última Cumbre Mundial sobre Turismo Urbano organizada por la Organización Mundial del Turismo (OMT) en septiembre de 2018 se señalaba la necesidad de que «el turismo debe formar parte de una estrategia de desarrollo sostenible de la ciudad» y que «es necesario adoptar una planificación cuidadosa que respete los límites de capacidad y las especificidades de cada destino»
.En este sentido, quisiera resaltar las conclusiones de esta cumbre por su relevancia y porque creo han de estar en el frontispicio de la política turística municipal:1ª. El turismo ha de incluirse en la gobernanza de la ciudad.2ª. Integrar la cooperación entre el sector público, el privado y la sociedad civil.3ª. Planificar y gestionar considerando las necesidades y beneficios para la comunidad local.4ª. Promover políticas de diversificación para ampliar los beneficios a toda la ciudad.5ª. Monitorizar y controlar los impactos del turismo.6ª.
Gestionar la congestión y los flujos turísticos.La actual pandemia del coronavirus está produciendo una crisis turística de enorme calado, tanto a nivel mundial como local, que nos obliga a repensar el modelo de desarrollo turístico de nuestra ciudad, precisamente en la antesala del año 2021. Por tanto, el momento del cambio es ahora.Tenemos que pensar que la salida de la crisis no puede ser semejante a la producida en el año 2008 por la quiebra de Lehman Brothers, que produjo un crecimiento descontrolado de la oferta y la búsqueda del mayor número de visitantes al margen del impacto que produjera sobre el espacio social, urbano y patrimonial.
Únicamente voy a referirme a algunos datos acerca de cómo se ha desarrollado el turismo en los diez últimos años (2009-2019):La nueva oferta de alojamientos turísticos, un total de 4.501 plazas, corresponde en su 85 % a albergues y viviendas turisticas de baja calidad y escasísima creación de riqueza y empleo.La tasa de crecimiento del número de peregrinos de más del 10 % anual acumulativo en estos años, con un total cercano a los 350.000 en 2019, que provoca no solo la propia congestión y deterioro del Camino sino una excesiva carga turística sobre el destino final.
El creciente flujo excursionista, más de 500.000, con estancias en torno a las tres horas, y que provoca por su concentración en la plaza del Obradoiro, una enorme impacto con un bajísimo nivel de retorno a la ciudad.La crisis turística debe ser una oportunidad para reconducir el desarrollo turístico de Santiago bajo nuevos parámetros, a tenor de lo que la propia OMT viene reclamando, es decir:1º.
La sostenibilidad. Desarrollo limitado acorde con la necesidad de mantener el entorno social, cultural y los recursos patrimoniales y que, en esta hora, además refuerza la perspectiva del cambio climático.2º. La gobernanza del turismo en clave de ciudad. Una ciudad para todos. La necesidad de búsqueda de un acuerdo entre los distintos sectores implicados, incluida la sociedad civil.3º. La planificación estratégica del desarrollo turístico en el marco de los objetivos de la ciudad, donde confluyan las actuaciones de las distintas instituciones, incluida la Xunta de Galicia.4º. Un mecanismo de medición y control de la evolución y situación del turismo y de la ciudad, que posibilite el conocimiento y control de los impactos que vayan produciendo las distintas actuaciones.El turismo tiene que ocupar un espacio, sin duda importante, en el desarrollo de la ciudad pero es necesario que no produzca un efecto negativo tan acusado sobre los recursos patrimoniales, los espacios urbanos y la vida social y cultural de nuestra ciudad.