Pudiera parecer que fue hace años cuando salimos de nuestros despachos, de nuestras sedes, para iniciar una nueva aventura llamada teletrabajo y que, en mayor o menor medida, las compañías nos vimos en la obligación de activar y extender entre nuestros equipos en un tiempo récord.
Estábamos perplejos; nos costaba digerir las noticias que leíamos y creíamos (o al menos eso queríamos creer) que tras unas semanas todo habría pasado: teníamos dudas de cómo sería Semana Santa, incluso el puente del 1 de mayo, pero manteníamos una cierta confianza en el verano. Todo tiene un final.
Fueron semanas muy intensas, con horas que parecían días; semanas en las que afrontamos innumerables desafíos y congelamos proyectos no estratégicos; semanas en las que tomamos decisiones extremadamente difíciles y dolorosas, con una transcendencia mayúscula, pero absolutamente necesarias en el entorno creado por la COVID-19.
Ahora, más de dos meses después, empezamos a ver una tímida luz al final del túnel y parece que nuestro mundo comienza muy lentamente a despertarse… No es nada nuevo apuntar que el Turismo ha sido una de las industrias que más ha sufrido, sufre y sufrirá las embestidas de la pandemia; las terribles consecuencias son bien sabidas por todos. Pero de poco sirve anclarse en el pasado o en un presente que duele. Una vez aceptada la realidad, hay que saltar a la siguiente fase: afrontarla.
“Empezamos a ver una tímida luz al final del túnel y parece que nuestro mundo comienza muy lentamente a despertarse” Afrontarla pasa por elevarnos; por sobrevolar el nuevo terreno de juego y comenzar a diseñar el turismo de mañana, aun sabiendo que estamos en una atmósfera de incertidumbre, con muchas preguntas, pocas respuestas y una realidad: nuestra normalidad ya no volverá a ser la misma. Es el momento de dar un paso al frente si queremos seguir sobreviviendo.
Quizás el punto de partida sea preguntarnos si vamos a querer volver a viajar tras ver cómo la libertad de movimiento se veía completamente reducida y la rutina daba un giro de 360º. ¿Tendremos miedo? ¿Cómo será nuestro comportamiento?
No tengo ninguna duda de que querremos volver a viajar, a descubrir nuevos rincones, a sentir la magia de llegar a un lugar por primera vez, de volver a navegar… porque viajar está estrechamente unido a nuestra cultura, a nuestros momentos de ocio; es una magnífica alternativa para escapar de la rutina, hacer un paréntesis,… pero, de lo que ya no hay ninguna duda, es que cambiará el modo en el que lo haremos.
“No tengo ninguna duda de que querremos volver a viajar” El grado en que el volvamos a viajar y, por ende, las empresas turísticas comencemos a salir del fondo del agujero y a recuperarnos de las pérdidas millonarias que estamos padeciendo –y más allá de restablecer la movilidad geográfica– estará absolutamente relacionado con la recuperación de la economía, cuyos cimientos se están tambaleado con esta pandemia.
Nosotros, como actores claves en el turismo, también tenemos una responsabilidad y debemos ser una parte activa en esta fase. Por un lado, debemos trabajar mano a mano con las instituciones en dos direcciones:
• Solicitar ayudas e incentivos que contribuyan a favorecer la liquidez de empresas –que afrontamos altos gastos fijos con unos ingresos apenas existentes– en toda la cadena, y a paliar, en cierto modo, las ingentes pérdidas de la industria que representa más del 10% del PIB del país. El objetivo: salvar las organizaciones y mantener el empleo.
• A definir conjuntamente el marco, las reglas del juego que nos guíen en la definición de cómo será el producto que ofreceremos mañana. Por otro lado, debemos enfocarnos en la redefinición de la propuesta; qué vamos a ofrecer y cómo vamos a hacerlo: una combinación que exigirá balancear la seguridad sanitaria –una de las principales preocupaciones de los clientes– y los motivos por los que viajamos.
“Es fundamental la coordinación con los destinos y los puertos con el fin de aunar medidas” Particularmente, las compañías de cruceros –fuertemente atacadas y castigadas en este periodo– tendremos que redoblar los esfuerzos en comunicar de forma absolutamente transparente y rigurosa cómo serán los nuevos protocolos y medidas de seguridad que adoptaremos. Así, deberemos responder de forma activa a preguntas relacionadas con cómo serán los procesos de embarque, las excursiones, cómo será la vida a bordo en términos de restauración, entretenimiento, etc.
En este proceso, es fundamental la coordinación con los destinos y los puertos con el fin de aunar medidas, comprender las necesidades de unos y otros, y conseguir que la experiencia de los clientes sea excepcional. Hoy más que nunca, tenemos que ganarnos la confianza del mercado: está claro que siempre hay un porcentaje de riesgo, pero el sector de los cruceros siempre se ha caracterizado por contar con unos elevadísimos estándares a bordo. Ahora, no solo es suficiente con tenerlos, debemos transmitirlos de una forma muy clara y sencilla para que calen en el mercado.
Por último, pero no por ello menos importante, será de vital importancia el rol del canal de distribución, no en vano, los agentes de viajes son los principales prescriptores del sector. En nuestras manos está no solo dotarles con atractivas ofertas o políticas de cancelación muy flexibles, también facilitarles la formación y las herramientas necesarias para que puedan transmitir a sus clientes cómo será la nueva realidad de los cruceros.
Está claro que nadie queremos estar viviendo la realidad a la que hoy nos enfrentamos y que, lamentablemente, no podemos cambiar. Lo que sí podemos es elegir cómo la afrontamos y las lecciones que sacamos.
No sé cómo será el tejido empresarial de mañana, pero de lo que sí estoy seguro es de que cada uno de nosotros, como individuos, seremos más fuertes debido a las experiencias y enseñanzas de esta situación excepcional.