La crisis del COVID-19 provocará un descenso de la demanda del transporte aéreo superior al 95 %, según el análisis publicado por la consultora Oliver Wyman, que alerta de que dicho impacto inmediato “se perfila peor” que el sufrido por el sector tras el 11-S, cuando la caída fue del 30 %.
Con el objetivo de recuperar la confianza, la firma propone un sistema similar al utilizado en la aviación después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 (11-S), que evalúe la amenaza, codificada por colores, de enfermedades infecciosas en cinco niveles, y detalle la correlación entre cada color y los procedimientos de todas las aerolíneas y aeropuertos.
Asimismo, explicó que una vez establecida la nueva normalidad, “dar certidumbre en materia de salud y seguridad será fundamental para la reconstrucción de la confianza de la sociedad, pese a la necesidad de continuar con el distanciamiento social y el uso de equipos de protección”.
De ello dependerá también la reactivación del sector de la aviación, “uno de los grandes damnificados por la pandemia”, según atestiguan las cifras de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que el pasado abril calculó pérdidas de 314.000 millones de dólares (287.931 millones de euros) este año como consecuencia de la COVID-19.
Para la consultora, a la hora de garantizar la confianza a corto y largo plazo es necesario un protocolo de evaluación de amenazas que explique a los pasajeros la gravedad de la situación y qué están haciendo las aerolíneas para mitigarla.
“Después del 11 de septiembre, justifica el estudio, el símbolo de la coordinación y vigilancia fue la creación de un sistema de evaluación del nivel de amenaza, codificada por colores, que informaba a los viajeros sobre el grado de riesgo existente”, agregó la entidad.
En ese sentido, la consultora propone una cooperación “mucho más transparente” entre los Gobiernos y la industria del transporte aéreo en la creación de un sistema similar para controlar los brotes de enfermedades infecciosas como la COVID-19.
“Si un Estado declara la emergencia nacional y decreta órdenes de confinamiento ante la propagación incontrolada de la enfermedad, como es el contexto actual, el coronavirus entraría en la categoría de evaluación grave”, añadió.
En dicho nivel, los viajeros podrían esperar que las aerolíneas proporcionen equipo de protección personal para todos los pasajeros y empleados, así como la obligatoriedad del lavado recurrente de manos, la desinfección de las superficies durante los vuelos, y la ausencia de servicio a bordo.
Dicha evaluación “ayudaría a educar a los pasajeros sobre cómo volar bajo ciertas condiciones y qué esperar al llegar a los aeropuertos o al subir a los aviones”, como ya sucedió tras el 11-S, cuando se establecieron restricciones a la hora de portar líquidos y la obligación de descalzarse en los controles de los aeropuertos.
Además, manifestó que los pasajeros serían conscientes de que, “con fiebre o tos fuerte, probablemente, no podrán acceder al avión cuando el nivel sea naranja o superior y que a bordo podrían ser obligados a usar mascarilla”.
En opinión de la consultora, la elaboración de un conjunto de normas acordadas por todas las aerolíneas facilitará el cumplimiento y “ayudará a los pasajeros a sentirse cómodos”, al tiempo que “también podrían facilitar los viajes internacionales” al proporcionar a los Gobiernos herramientas de control común.