En la gestión de la más seria y difícil crisis de la historia del sistema aeronáutico, generada por la pandemia del Covid-19, que ha provocado el cierre de las fronteras aéreas de la mayoría de los países, y que ha obligado a permanecer en tierra por cerca de 4 meses a la casi totalidad de la flota aérea mundial, empezamos a ver luz en el camino de un pronosticado reinicio de la actividad del transporte aéreo comercial para comienzo del próximo mes de julio.
En el caso de la República Dominicana, ese anunciado reinicio de la aero-transportación está condicionado al avance positivo de las tres fases precedentes, concebidas para ir abriendo de forma gradual las distintas actividades económicas del país, conforme avanzamos en el objetivo de frenar o aplanar la propagación descontrolada del inusual virus que, ante la ausencia de vacuna o cura definitiva, llegó sin tiempo de partida, y cuyo extraño comportamiento y variados efectos, nos impone adoptar medidas y hábitos personales, reconocidos como la nueva covidianidad, que nos permiten convivir con la amenaza del virus minimizando el riesgo de su contagio.
¿Cómo lograr que las personas vuelvan a viajar en avión con la seguridad de que no serán infectadas de Covid-19? ¿Cómo lograr el perfecto equilibrio entre medidas tendentes a disminuir los riesgos de salud y la factibilidad operacional para las aerolíneas, aeropuertos y otros intereses que intervienen en el negocio de la aviación? ¿Cómo evitar que las medidas a ejecutar no se conviertan en nuevas cargas que encarezcan el costo de viajar en avión, gravando aún más el bolsillo de los usuarios, al tiempo de erigirse en obstáculos al necesario estímulo de viajar urgido para levantar la aviación de la etapa cero en que se encuentra?
Estos desafíos demandan un gran esfuerzo colectivo de las partes involucradas: gobiernos y autoridades nacionales, aerolíneas, aeropuertos, fabricantes de aviones e industria, al igual que de organizaciones internacionales como la propia OACI. Será un esfuerzo tan titánico como el que ha significado gestionar esta crisis sin precedentes para el sector aeronáutico, que de por sí, como ya sabemos, se caracteriza por su dinamismo, sus exigentes estándares y sus altos costos operacionales.
Y la concentración está enfocada en la tarea de volver a volar en el menor tiempo posible, para lo cual debemos rescatar la confianza del público viajero antes de que una asfixia total arrope el negocio de las aerolíneas, ya con astronómicas pérdidas económicas que han implicado anuncios de quiebras y acciones en decenas de países que han puesto en marcha procesos de rescates, salvamentos o programas de apoyo financiero en favor de este golpeado sector.
La covidianidad en la aviación serán las medidas de corte sanitario que se adoptarán mediante protocolos, aún en fase de elaboración, reforzados por el consenso, tendentes a minimizar los riesgos de salud entre los viajeros y que sean compatibles con los imprescindibles principios y valores que norman y rigen la seguridad operacional de la aviación, eslabón fundamental para garantizar la seguridad y la confiabilidad del vuelo, y que han convertido al transporte aéreo en el medio más seguro y eficaz en su labor de trasladar pasajeros y cargas entre los distintos puntos geográficos del globo terráqueo.
Afamados expertos recomiendan aprender a vivir con este virus, es decir, la covidianidad o nueva normalidad. Subir a los aviones será bajo parámetros protocolares armonizados internacionalmente que contemplarán: uso obligatorio de mascarillas durante del viaje, distanciamiento físico y toma de temperatura previo abordaje y desembarque, pre chequeos electrónicos, uso de aplicaciones de control sanitario, presentación de certificación de prueba reciente de Covid, proceso de desinfección de aviones y aeropuertos estandarizados, entre otros aspectos.
Esperanzados estamos en que esa visualizada luz que nos anuncia el reinicio gradual de las operaciones aéreas comerciales se mantenga encendida y vuelva a iluminar con el buen ejemplo de una actividad que marca pautas y se erija de nuevo en motor del intercambio, la comunicación y la generación de crecimiento económico y de riqueza para todos los países del mundo.