La nueva normalidad del sector aéreo implica menos vuelos, menos rutas y apenas un puñado de conexiones transatlánticas. Las aerolíneas han programado un verano a medio gas, condicionadas por unas plantillas mucho más reducidas que las del año pasado y la incertidumbre que produce en el sector las restricciones de los gobiernos a los trayectos aéreos.
Bruselas ha reclamado a los países comunitarios que levanten ya estas limitaciones, pero hay determinados gobiernos que se muestran aún reticentes. Es el caso de España que a diferencia de Alemania, Italia y Grecia ha decidido mantener las fronteras cerradas al turismo hasta el próximo 1 de julio salvo excepciones contadas, como el proyecto piloto para llevar 6.000 alemanes a Baleares. El Ejecutivo asegura que está negociando el establecimiento de otros corredores seguros con determinados países, pero el tiempo apremia y los acuerdos por el momento se antojan complicados.
Las aerolíneas se han adaptado a esta situación y han postergado su regreso hasta el mes que viene. Iberia ya ha notificado que volverá en julio con el 21% de su programación y solo en vuelos nacionales y europeos. En total, la compañía abrirá una red de 40 destinos para volar a España y Europa en julio y de 53 en agosto, con al menos 194 frecuencias semanales en julio y 359 en agosto. Los vuelos transatlánticos tendrán que esperar, si bien la aerolínea asegura que está lista para reanudarlos cuando «se levante la cuarentena». Vueling, otra de las compañías del grupo IAG, también ha apostado por una recuperación progresiva, programando 180 rutas a partir del mes que viene.
Lufthansa, que acaba de ser rescatada por el Gobierno alemán y planea una gran reestructuración de su negocio, asegura que ofrecerá 165 vuelos semanales desde y hacia 13 aeropuertos españoles desde las próximas semanas. Y en el segmento de las compañías de bajo coste, easyJet ha anunciado que volará el 50% de sus rutas en julio y el 75% en agosto. Además, la capacidad total de la aerolínea británica no superará el 30% entre julio y septiembre. Mientras, Ryanair ha apostado por el mercado nacional programando más de 500 rutas desde y hacia España a partir del próximo 1 de julio en 26 aeropuertos españoles. Norwegian, por su parte, ya anunció a comienzos de mayo que no volverá a volar a España hasta al menos dentro de un año.
Air Europa se ha desmarcado de estas previsiones y ha comenzado a programar vuelos de largo radio a destinos como Nueva York, Miami, Marrakech, Túnez y Tel Aviv a partir del mes de julio. Eso sí, la compañía también ha especificado que todas estas previsiones están supeditadas «al flujo de demanda activa, que marcará el aumento de nuevas frecuencias y la incorporación de nuevas rutas para poder atender las necesidades de los pasajeros».
Miedo a volar
La respuesta de los pasajeros a la reactivación del sector representa hoy por hoy la gran preocupación de las compañías aéreas. Desde el sector explican que el coronavirus ha despertado el «miedo» a volar, pese a que la mayoría de aviones cuentan con filtros que hacen prácticamente imposible ser contagiado durante el trayecto. A ello se une que la delicada situación laboral de una gran parte de la población europea limitará el presupuesto de los hogares para las vacaciones de verano.
Es por ello que las programaciones veraniegas de las aerolíneas cuentan con un denominador común:las ofertas. Algunas como easyJet o Air Europa han desarrollado políticas comerciales realmente agresivas. Ryanair amenaza incluso con vender a pérdidas para salvar la demanda.
Las compañías aéreas aprovechan de esta forma que la Comisión Europea no haya impuesto aforos en los aviones. Tal y como informó este periódico, la patronal internacional del sector, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) advirtió de que imponer el distanciamiento social en las rutas aéreas provocaría un encarecimiento de los billetes de cerca del 50%. Finalmente Bruselas escuchó el SOS lanzado por el sector y optó por no incluir el distanciamiento en sus recomendaciones sanitarias.
Los descuentos, sin embargo, no p drán evitar el annus horribilis del sector aéreo. Esta misma semana Moody’s, que ha rebajado la nota de la deuda de empresas como IAG y British Airways a bono basura, publicó un informe en el que aseguró que las compañías aéreas más débiles que no hayan obtenido apoyo estatal no podrán sobrevivir a la pandemia del coronavirus. En los últimos meses han proliferado los rescates a empresas aéreas, siendo el caso más sonado el de Lufthansa y Alemania.
El peor dato en 30 años
Moody’s considera además que la demanda seguirá «profundamente deprimida» durante 2021 y no alcanzará niveles precrisis hasta 2023. Además, la pandemia transformará las finanzas de estas empresas, que tendrán que endeudarse para salvar su liquidez y sobrevivir, explica la agencia de «rating». Como resultado, cuando salgan de la crisis contarán con entre un 20% y un 30% más de pasivo. Entre 30.880 y 48.500 millones de euros más de deuda.
En el sector reconocen que el verano supondrá un desafío para las compañías aéreas, que están planificando miles de despidos tras mantener a la mayoría de sus plantillas en ERTE. Pese a ello, confían en que lo peor de la crisis haya pasado ya. La IATA asegura que la demanda está empezando a mostrar los primeros síntomas de recuperación tras desplomarse durante el mes de abril un 94%. Una caída inédita en los últimos 30 años.
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