La nueva fase de la pospandemia que acaba de comenzar realmente, está evolucionando a un ritmo rápido, porque el turismo como actividad económica necesita una reactivación urgente, pero sin embargo como ya escribí recientemente Si el turismo ayuda a tener felicidad, el miedo es su peor enemigo, el pánico inducido en la demanda potencial turística es todavía grande y la oferta turística está respondiendo a través de la creación de diferentes sellos para generar confianza a los turistas, ya sea desde entidades públicas como de privadas (Véase el WTTC, por ejemplo)
La primera reacción del sector fue la creación de diferentes sellos de covid-free, que garantizase a los consumidores turísticos, de restauración y otros subsectores, una garantía de seguridad sobre la ausencia del covid19, algo que verdaderamente es imposible y que podría incluso ser un fraude al consumidor.
Fue precisamente el ICTE, uno de los primeros en transformar ese concepto de garantía de seguridad, por otro que se acerca mucho más a la realidad y es la responsabilidad de las empresas implicadas en la gestión de higiene y salud de los diferentes establecimientos, en los que se podría asegurar que respetan los diferentes protocolos de desinfección, medidas preventivas y respuestas adecuadas ante cualquier posible infección.
Lo que se ha denominado «Turismo Responsable» o «Responsible Tourism» algo mucho más coherente y demostrable.Pero muchas veces, parece que hay un olvido sobre cómo piensa y mejor dicho como el consumidor, el turista, percibe ese riesgo, la seguridad y el bienestar cuando viaja a un destino y se aloja en un alojamiento turístico, come en un restaurante, o realiza alguna actividad.Hace unos días, leí como un hotel rural promocionaba sus medidas anti-covid, que parecía mucho más que un hotel, una sala de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de un buen hospital. Es más, solo le faltaba los respiradores.
Fue precisamente el ICTE, uno de los primeros en transformar ese concepto de garantía de seguridad, por otro que se acerca mucho más a la realidad y es la responsabilidad de las empresas implicadas en la gestión de higiene y salud de los diferentes establecimientos, en los que se podría asegurar que respetan los diferentes protocolos de desinfección, medidas preventivas y respuestas adecuadas ante cualquier posible infección.
Lo que se ha denominado «Turismo Responsable» o «Responsible Tourism» algo mucho más coherente y demostrable.Pero muchas veces, parece que hay un olvido sobre cómo piensa y mejor dicho como el consumidor, el turista, percibe ese riesgo, la seguridad y el bienestar cuando viaja a un destino y se aloja en un alojamiento turístico, come en un restaurante, o realiza alguna actividad.Hace unos días, leí como un hotel rural promocionaba sus medidas anti-covid, que parecía mucho más que un hotel, una sala de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de un buen hospital. Es más, solo le faltaba los respiradores.
Una cosa es garantizar las medidas higiénico-sanitarias, por diferentes procedimientos internos, como debería hacerse siempre y otra es hacer sentir al visitante retraído ante una sensación de inseguridad permanente, que raramente le permitirá disfrutar de su estadía.
Por eso reivindico algo que leí en una web de una empresa de Taiwan, el «worry-free» (Libre de preocupaciones, porque se encargan de su seguridad), el hacer sentir al cliente libre de preocupaciones, porque se le «garantiza» esa seguridad de que todo se hace para su bienestar y salud, asegurando que su estancia sea la mejor posible y con el mínimo riesgo.
Por eso, pasar de un concepto de covid-free, que además de imposible, se le hace recordar permanentemente, al worry-free es y será vital para la reconstrucción y recuperación de los turistas y el turismo.