Cercano a Samcheok, una ciudad de Corea del Sur, se ubica uno de los más curiosos parques del mundo, Haesindang, al que se le conoce también como el Parque del Pene. Quienes lo visitan pueden observar una amplia galería de enormes falos esculpidos que se mantienen erectos retando a una vieja maldición.
Espiritualidad, alegría y, por qué no, sexualidad. La extraordinaria colección de penes del Haesindang engloba toda clase de motivos a través de los cuales el arte coreano intenta comunicar parte de su historia.
Y una historia de tragedias, pues según cuenta la leyenda, una pareja de jóvenes locamente enamorados, en víspera de su matrimonio, fueron separados por la tragedia cuando la mujer fue alcanzada por la marea alta frente a los ojos de su futuro esposo en la orilla. La fuerte tormenta impidió que el hombre pudiera salvarla, y la mujer terminó ahogada.
Luego del accidente, los habitantes del pueblo no pudieron pescar. Al siguiente día, una inmensa cantidad de peces habían quedado atrapados. Días después los peces estaban secos. Se rumoreaba que la gente de ese pueblo los rodeaba una maldición y no sabían qué hacer. Muchos se lo atribuían a la novia muerta.
Cierto día, un pescador del pueblo orinó en el mar. Entonces le prosperó su pesca, por lo que se creyó, y esta es la base de la leyenda, que exhibir los genitales del hombre agradaba a la “inmaculada” fallecida.
¿Y qué hicieron los pobladores? Para aliviar todavía más su alma, los aldeanos comenzaron a tallar toda clase de figuras fálicas de madera y a organizar ceremonias espirituales en su nombre.
Luego de un tiempo, retornaron los peces y los pobladores pudieron continuar con su tranquila vida. Aebawi Rock era el nombre del sitio donde se ahogó la mujer y Haesindang se llamaba la edificación donde se lleva a cabo las dos ceremonias anuales. De hecho, este culto aún se enaltece como un acontecimiento popular tradicional.
Desde aquel momento, y con el propósito de sosegar el deseo que nunca pudo consumar la mujer, los monumentos viriles se construyen a la vista de la orilla.
En la actualidad el parque es un entretenido paseo, cuesta arriba en su mayor parte, con reflejos de sombras fálicas y bancos formados por penes con los que los visitantes pueden acompañar un picnic y tomarse las imperdibles fotos.