Tiempos evanescentes
En estos tiempos tan evanescentes que afectan, desgraciadamente, al turismo mundial por la pandemia de la covid-19, tenemos que seguir reflexionando de cómo saldremos de la crisis.
Sin ánimo y propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable, hay que prever cuál será el futuro real de las actividades turísticas.
Podríamos equivocarnos de rumbo, si nos introducimos en una caja de ecos y escuchamos solo lo que queremos oír, viendo las cosas en su aspecto más favorable.
Sin dejar de ser optimista, la realidad es que nos aproximamos al mes de noviembre y todavía nos se vislumbra el fin de esta pandemia aquí ni en el mundo.
Por el contrario, ha surgido un rebrote del virus en algunos países europeos y en Estados Unidos, aumentando los casos de contagios.
Si no se controla y se descubre una vacuna que pueda neutralizar el coronavirus y universalizarse su aplicación, las actividades turistas no llevarán el ritmo que demanda esa industria y el nivel que puede ser rentable este negocio del ocio.
Los hoteleros dominicanos abrieron en un esfuerzos de reactivar el turismo, aprovechando las facilidades ofrecidas por el Gobierno a través del Ministerio de Turismo. Pero en la medida que la ocupación no sea rentable, se inclinarían hasta el cierre definitivo.
Un estrepitoso fracaso en ese impulso para reanimar el turismo, sería un golpe de consideración en la economía nacional, no solo por las divisas que dejarían de entrar, sino también por los efectos que tendría en otros sectores como el transporte, la agricultura, los centros de diversiones, bares y restaurantes.
La Ciudad Colonial, de Santo Domingo, en la capital de la nación, dejaría de ser la zona encantadora que combina monumentos con la sana diversión y entretenimiento.
La infraestructura de más de 90 mil habitaciones hoteleras con que cuenta el país hay que defenderlas con capa y espada.
Es una inversión, principalmente extranjera, que no tiene ningún país del área y quizás muchos del Continente.
Como son las cosas de la vida, una situación sanitaria golpea más fuerte que una crisis financiera, como la última de 2008.
El coronavirus ha puesto a tambalear, no solo al turismo, sino también a la economía mundial.
España, que en el 2019 logró un récord de 83,7 millones de turistas extranjeros y 92.278 millones de gastos, ya no podrá superar a Francia, que en ese año recibió 90 millones y que en el 2020 el objetivo era llegar a los 100 millones de visitantes.
República Dominicana, por su parte, tenía como meta para 2022 la llegada de 10 millones de turistas al año, a pesar de la caída por una campaña mediática negativa en el 2019.
El futuro es incierto y si el Todopoderoso no mete sus manos, parece que intervendrá el azar, aquella categoría histórica que ha influido en el desenvolvimiento político de la República Dominicana.
Y si ese sería nuestro destino “que Dios reparta suerte”, como dice este refrán popular.