Mientras no se deje de mirar con criterio politiquero las zonas arrabalizadas de las arterias comerciales de Santo Domingo, como la Duarte con París, el turismo seguirá siendo víctima de esta inequidad.
Lo justo es que ese espacio, enclavado en la parte alta de la ciudad, sea de libre tránsito para todos los ciudadanos dominicanos y extranjeros.
Pero no sólo se ha arrabalizado la Duarte con París, sino que esa situación afecta toda la avenida.
El problema se agrava cada día, sin que las autoridades lo enfrenten, solo con promesas de acabarlo.
En una ocasión, en la década de los 70, fue desmantelada una caseta grande, instalada en la acera de la avenida 27 de Febrero esquina Duarte que funcionaba como un motel.
Por un módico precio, en este espacio, las parejas saciaban sus relaciones afectivas y sexuales. ¡Qué vergüenza¡, que esto se permitiera por mucho tiempo, aún con el concurso de las autoridades, porque el lugar era del todo conocido.
Desarrabalizar esta vía es una urgencia imperiosa, para espantar y desterrar de la zona los vándalos que se esconden bajo el manto del caos y desorden que impera allí.
Son muchas las promesas, de varias de las gestiones edilicias para resolver la cuestión y pasan los años y no se ven los resultados.
La responsabilidad, principal, es de la Alcaldía del Distrito Nacional, pero esto no ha pasado de “anuncios” con expresiones de voluntad para solucionar esta caos.
Es más, esto aumenta cada días, con las decenas de casetas de ventas que se instalan en la misma Duarte y sus alrededores.
Aunque existe la legislación municipal que impide este desorden, la misma es letra muerta, porque no existe la voluntad política para aplicarla.
Sólo en la gestión de Roberto Salcedo se pudo adecentar una parte de la Duarte, el perímetro del Barrio Chino, que se ha mantenido organizado por la persistencia de los comerciantes chinos.
El caso de la Duarte con París es tal, que el compositor dominicano Manuel Troncoso, compuso una bolero con ese nombre y tema, que la popularizó el cantante canario Braulio.
La Avenida Duarte es la principal arteria comercial del país, y en los últimos años se ha desarrollado un intenso comercio de cubanos que vienen al país a comprar mercancías para venderlas en distintas ciudades cubanas.
Ese mercado, de turismo de compras, mueve muchos millones de dólares, que amainó con la pandemia de coronavirus, pero que ahora comienza a reanimarse.
Si no adecentamos esa zona y la rodeamos de la seguridad necesaria, expulsando a los delincuentes, podíamos perder ese importante mercado, que mueve muchos dólares.
El ambiente se une al caos en el transporte, que se torna intransitable, por la carencia de organización y buena dirección.
Es necesario y urgente de una intervención de las autoridades del Intrant, para el reordenamiento del tránsito en la popular avenida.
Mejorando ese entorno podría conectarse con el movimiento turístico de la Ciudad Colonial, con el consiguiente aumentando del consumo.