La ciudad de Santo Domingo y sus invaluables tesoros coloniales

La ciudad de Santo Domingo y sus invaluables tesoros coloniales
La ciudad de Santo Domingo y sus invaluables tesoros coloniales

Se rememora el 525 aniversario de la fundación de la ciudad de Santo Domingo, primada de América, que fuera sede del poder civil, político, militar y religioso del Reino de España en las tierras americanas descubiertas en el 1492, por la expedición comandada por el genovés Cristóbal Colón.

Santo Domingo de Guzmán fue la segunda ciudad instituida por los colonizadores españoles, en el 1496, después de que se creara la villa La Isabela, al norte de la isla la Española, en la que muchos de sus moradores se enfermaban y se produjeron varias insurrecciones.

Según relató José Gabriel García, el historiador nacional, el 4 de agosto de 1496 fue colocada la primera piedra para erigir Santo Domingo en la margen izquierda de la desembocadura del río Ozama, y si bien al inicio se le dio el nombre de Nueva Isabela, posteriormente se le designó Santo Domingo de Guzmán, en honor al santo del día en que se fundó. Aunque ha habido discrepancias en relación al tema entre historiadores, es esta la fecha en que se conmemora el acontecimiento.

Entre los edificios coloniales fundamentales de la capital se incluyen la Basílica Menor de Santa María de la Encarnación, conocida como Catedral Primada de América, el Alcázar de Colón, primer castillo del Nuevo Mundo y morada del virrey de las Indias, don Diego Colón, y el Monasterio de San Francisco (del que solo quedan las ruinas).

Otros inmuebles emblemáticos son el Museo de las Casas Reales, el antiguo Palacio del Gobernador, la Fortaleza Ozama y el Panteón de la Patria, edificio jesuita que acoge los restos de varios representantes de la Orden de los Dominicos, y la iglesia del convento dominico, el primer monasterio de América, entre otros.

En 1990 la Ciudad Colonial de Santo Domingo fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco). En la actualidad, la metrópoli experimenta un proceso de restauración que va dotándola de mayor esplendor.

Llegada de Ovando y un huracán

El 15 de abril de 1502 arribó a Santo Domingo como gobernador el comendador Nicolás de Ovando, a la cabeza de una flota compuesta por una treintena de navíos y pasajeros, entre los que se contaban dos mil quinientas personas, entre las que había “gente principal”.

El historiador García contó que, a principios de julio de 1502, se produjo un huracán cuando recién salía de Santo Domingo una escuadra cargada de oro, en la que iban Francisco Roldán, Rodrigo de Bastidas, el cacique Guarionex y la mayor parte de los principales cabecillas de las diferentes insurrecciones que habían ocurrido en la isla.

La ciudad de Santo Domingo fue devastada completamente y por ese motivo el gobernador Ovando decidió trasladarla a la orilla derecha del Ozama.

La llegada de Nicolás de Ovando y de sus acompañantes tuvo un gran impacto en Santo Domingo, núcleo en torno al que se desarrolló la colonia española en todos sus aspectos. El comendador impulsó la colonización y la conquista, reprimió a los indios y consolidó en la isla el dominio de los españoles.

En los gobiernos de Nicolás de Ovando y don Diego, hijo del almirante Cristóbal Colón, Santo Domingo empezó a progresar y fueron construidos algunos de los emblemáticos edificios de la antigua ciudad y de su rica historia.

En los siete años de su gobierno, Ovando trasladó la ciudad de Santo Domingo al lugar donde se encuentra y edificó el hospital de San Nicolás de Bari y construyó el baluarte (conocido actualmente como Fortaleza Ozama).

La Fortaleza Ozama es la más vetusta construcción militar de la isla. En la época colonial fue llamada Torre del Homenaje, en honor a los conquistadores españoles, y luego Torre de la Vigía o de la Vigilancia, en vista de que desde la parte superior se observaba la entrada del río Ozama y la costa del mar Caribe.

El edificio fue iniciado por fray Nicolás de Ovando en el 1502, en piedra coralina. El maestro mayor Gómez García Varela tuvo la responsabilidad de dirigir la construcción de esta obra monumental, en varias etapas. El inmueble conservó su uso militar hasta la década del 1970, cuando se le liberó de elementos añadidos para devolverle su proporción original.

En 1937 el tirano Rafael Leónidas Trujillo reforzó la propiedad con el levantamiento de una muralla almenada, y funcionó como prisión hasta 1970.

Tesoros arquitectónicos

La antigua ciudad de Santo Domingo posee uno los mayores tesoros arquitectónicos de América, la Catedral Metropolitana Santa María de la Encarnación, la cual conserva una serie de joyas que la convierten en un monumento único, con características analizadas y admiradas en foros internacionales.

El arquitecto Esteban Prieto Vicioso, especialista en conservación de monumentos, ha expresado que el templo, cuya construcción empezó en el 1514, es en sí mismo un tesoro del patrimonio dominicano, “por ser la primada” y la única gótica que hay en América.

Y argumentó: “Pero no es solo por su estilo. Es también por el método constructivo, por esas nervaduras que están en las bóvedas, que están trabajando estructuralmente”.

Entre las peculiaridades arquitectónicas del monumento, Prieto resaltó la escalera en forma de espiral, “ese sello” del arquitecto renacentista segoviano Rodrigo Gil de Hontañón, quien “tuvo que ver con la construcción de la catedral”.

El Alcázar de Colón

Ovando gobernó hasta el 11 de Julio de 1509. Entonces arribó a la ciudad de Santo Domingo don Diego Colón, nuevo gobernador colonial, acompañado de su esposa, la virreina doña María de Toledo, de gran número de damas y señores de la llamada nobleza.

En su gobierno se construyó, cerca del río Ozama, el palacio conocido actualmente como Alcázar de Colón, otra imponente obra, cautivadora por su solidez y la armonía de sus formas.

A principios del gobierno de don Diego Colón llegaron a la ciudad los frailes Pedro de Córdoba, Antonio Montesinos y otros sacerdotes dominicos, quienes fundaron un convento y se convirtieron en constantes defensores de la desventurada raza indígena.

Los religiosos también propagaron los conocimientos que poseían, en los claustros establecidos en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, primada de América.

Invasión del corsario Francis Drake y sus ataques a la ciudad

En su dilatada historia, la ciudad de Santo Domingo ha tenido experiencias traumáticas, como fue la invasión del corsario inglés Francis Drake en ocurrida en 1586. Entonces la villa fue saqueada y parcialmente incendiada durante un mes, y la catedral fue convertida en un cuartel usado por los extranjeros.

Cuando los corsarios apeaban las campanas, para llevárselas, una de ellas cayó sobre el techo de la sacristía, que era de bóveda, y rompió una parte de él, por lo cual después fue reconstruido en vigas y ladrillos.

Drake y sus huestes se llevaron las campanas de las iglesias, la artillería de la fortaleza y los cueros, azúcares y cañafístulas almacenados en el puerto y en otros depósitos, así como los navíos que no se habían quemado. La ciudad quedó sumida en el desastre y la pobreza, con buena parte de sus templos profanados y desvalijados.

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