Dice el refranero popular que al desnudo todo le llega menos ropa, y es lo que nos ocurre con la nueva visita de la Peste Porcina Africana, encima de las terribles secuelas de la pandemia de Covid19, que además de la partida de muchos seres queridos, es un factor de agudización de la pobreza.
Justo en el momento en que la recuperación del turismo empezaba a transmitir la esperanza de que la economía podía alentarse nos ataca otra epidemia que no deja otra “solución” que la de la eliminación de la industria porcina nacional, puntal importantísimo de la agropecuaria que a su vez impacta toda la dinámica económica del país.
La información de que otras tres provincias (Monte Plata, Espaillat y San Pedro), se unen a las once que estaban afectadas, es igual que asegurar lo que después se admitirá: que la totalidad del territorio ha sido cubierta por el virus.
Y el cálculo más dramático no es de cerca de un millón de cerdos en distintas etapas de productividad, sino el impacto en desempleo, hambre y miseria que alcanzará la cesación de una actividad económica, siendo lo peor no el golpe a una industria, sino a un medio de subsistencia.
No hay duda de que los grandes productores con instalaciones que nada tienen que envidiar a las de países a la vanguardia de la segunda revolución industrial, pasarán un mal momento, que pudiera ser atenuado con flexibilidades crediticias y prorrogas de los compromisos financieros, pero hay un sector que queda en el más absoluto desamparo, el de los criadores de traspatio para los que el cerdo ha operado desde tiempos inmemoriales como su principal fuente de ahorro. Recuérdese que “el cerdo es la alcancía del pobre” .
Esa que es la crianza más productiva para la humanidad, porque se alimenta de los desperdicios, y, queda condenada a una extinción hasta que la ciencia se ocupe de algo que le ha interesado muy poco: conseguir el desarrollo de la vacuna para la PPA.
A diferencia de lo ocurrido con el coronavirus para la que el gran capital y la voluntad política se emplearon en desarrollar vacunas en tiempo récord, la endemia que representa la Peste Porcina Africana ha tenido escasos dolientes.
Aunque el cerdo industrial ha cobrado fama de mayor eficiencia y de menos aportes de grasa, es junto a la crianza de ganado vacuno y el sector avícola, de los grandes emisores de gases de efecto invernadero provocadores del cambio climático.
Ese cerdo de granjas industrializadas se come tres veces lo que aporta, mientras una gallina se come el doble de lo que entrega. La partida más negativa la producen las vacas que se comen seis veces de lo que aportan, además de la emisión de metano, que calienta el medio ambiente veinticinco veces más que el principal gas de efecto invernadero que es el CO2, pero además en las heces emiten dióxido nitroso, 296 veces más contaminante que los combustibles fósiles.
Ahí falta por calcular las emisiones de la energía que consumen en los procesos de refrigeración y de transportación a los mercados.
En cambio, el cerdo de traspatio, conecta con las tres R, que se usan como consigna de las medidas que buscan reducir el daño ambiental: rehusar, reducir y reciclar. Es lo que hacen al alimentarse de los desechos.
¿Qué programa tiene contemplado el gobierno para que los criadores más pobres no se queden sin alcancía ?