Los dominicanos tenemos que defender y proteger nuestro turismo, no podemos permitir que los intereses particulares y de grupos lo afecten; el turismo es una de las principales fuentes de la economía, uno de los sectores que más inversión extranjera atrae, un importante generador de empleos y el principal mercado para los productores locales. Una caída de este sector tendría efectos terribles para el país.
Las autoridades del Ministerio de Turismo, el presidente de la República, las autoridades de aviación civil y los hoteleros han hecho un gran esfuerzo a través de los años que es lo que nos ha convertido en el principal destino del Caribe y el tercer país de América Latina que más turistas recibe y no podemos, permitir bajo ninguna circunstancia, que eso se ponga en riesgo.
El turismo tiene varias amenazas, a veces son problemas que los vemos como algo común y no lo es, por ejemplo, el sargazo que llega a nuestras playas, la contaminación y el deterioro de los arrecifes de coral; pero la peor preocupación en estos momentos debe ser el problema de imagen provocado por los enfrentamientos entre choferes y la actitud frente a turistas en la zona de Punta Cana, en el este del país. Lo que está ocurriendo es la peor amenaza para el turismo de la República Dominicana.
En las últimas semanas hemos visto a taxistas desmontar a turistas de vehículos y enfrentarse con choferes de plataformas digitales que ofrecen servicio de transporte de pasajeros, que los amenazan con romperles sus vehículos, y esto afecta el turismo y el país, porque ese feo espectáculo, esas imágenes recorren el mundo, el mensaje que se envía es de inseguridad para los turistas y dudo mucho que un turista que pase por una situación como esa recomiende el destino y repita su visita.
El día que golpeen o maten un turista en un enfrentamiento entre taxistas, la estructura del turismo -que tanto nos ha costado- se irá abajo, como ocurrió con Puerto Plata, en la costa norte, que fue el más exitoso polo turístico hasta los años 90, pero una crisis sanitaria por falta de agua, el manejo de los alimentos y la disputa de transportistas por los turistas que llegaban provocó serios daños y ha costado mucho tiempo y recursos para su recuperación.
Hasta el 2018, el Ministerio de Turismo tenía la responsabilidad de regular este tipo de servicio, de autorizar los taxistas y vehículos que dan servicio en los hoteles, pero eso traspasó al Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), que en agosto de ese año emitió dos resoluciones que no solucionaron el problema, porque esencialmente prohíben la entrada a instalaciones hoteleras de taxis no autorizados, al mismo tiempo permite que los taxistas de plataformas tecnológicas lleven turistas que tengan los hoteles como destino final y les prohíbe recoger turistas en hoteles.
Los enfrentamientos continuaron y en marzo pasado, el ministro de Turismo, David Collado, convocó a Uber y las autoridades del Intrant a discutir el conflicto en las zonas turísticas con los taxistas y advirtió que para el Gobierno es “inaceptable” que se altere la paz y la tranquilidad en los polos turísticos y en la República Dominicana. Se firmó un acuerdo de entendimiento con el propósito de regular sus operaciones y garantizar el orden, desarrollo y la libre empresa. Pero los enfrentamientos se han repetido en las últimas semanas y la crisis es cada vez mayor.
El gobierno de Luis Abinader, especialmente el Ministerio de Turismo –que dirige David Collado y quien ha puesto todo su empeño en la recuperación-, así como la Asociación Dominicana de Hoteles y Turismo (Asonahores), liderada por el joven hotelero Rafael Blanco Tejera, deben buscar una solución definitiva a este problema antes de que sea demasiado tarde. Son muchos los intereses en riesgo, del país y de inversionistas extranjeros y dominicanos, que debemos proteger.
No permitamos que ocurra una desgracia, porque una agresión física o la muerte de un turista será un golpe mortal al turismo que aporta US$7.5 millones anuales a la economía, inversión extranjera de casi US$600 millones anuales, unos 500 mil empleos y produce la mayor derrama económica. Además, este es el tercer país que más turistas atrae en América Latina con 6,4 millones de turistas en 2019, solo superado por México y Argentina. Eso no lo podemos perder, no lo podemos poner en riesgo.
Los intereses de un sector no pueden normar la vida de un área tan importante como el turismo. El Gobierno y los hoteleros deben sentarse de nuevo con los representantes de Uber y los taxistas y tomar una decisión que libere al turismo de las amenazas que tiene en actuales momentos. Debe ser una decisión pensando en el país, no en los intereses económicos de particulares y de grupos que pueda haber detrás de los que ofrecen servicios de taxis en las zonas turísticas. Es tiempo de decidir, no dejemos que llegue la crisis para tratar de buscar soluciones.