Los que han tenido la oportunidad de salir al extranjero, notarán que, decir República Dominicana en otro país muchas veces es motivo de confusión o ignorancia, y no es hasta mencionar Punta Cana cuando palpitan de alegría, tal vez, por experiencias vividas o anécdotas contadas por turistas. Dígase, ante los ojos del mundo, todo lo que somos se sintetiza en 0.42 km²; el sol que proyecta este pedazo de tierra es radiante hacia el exterior, no siendo igual al que cubre los 48.31 km² que resta del territorio. Algunos argumentarán, que los rayos solares internos quizás sean interrumpidos por nubes negras, chubascos o descargas eléctricas. De cualquier manera, lo importante a resaltar es, el valor que representa ser turista en nuestro país. Sin ánimo de limitar las buenas costumbres que tenemos hacia nuestros visitantes, ni quitar las garantías sociales que poseen, sino todo lo contrario, abogamos por replicar esa imagen a nivel nacional sin la necesidad de ser turista.
Este martes fue colgado en el portal web del Departamento de Estado, EE.UU. un informe donde alerta a sus ciudadanos sobre la inseguridad y criminalidad que vive nuestro país. De igual forma, el documento indicó que, la concentración de recursos en las zonas turísticas arroja un panorama más confortable y de mejor vigilancia que las demás áreas del país. Al parecer, nos estamos enfocando en vestirnos elegantes y compórtanos con altura cuando llega visita.
Pero…
En esta distopía social que últimamente nos engloba, observamos una catastrófica visión de sociedad, que de no enderezarse podríamos pagar muy caro.
Este llamado del Departamento de Estado a sus ciudadanos, en resumen, expresa algo que vemos a diario, “delitos violentos, incluidos, el robo a mano armada, el homicidio y la agresión sexual, son motivo de preocupación en toda la República Dominicana”.
También habla de la amplia disponibilidad de armas, el uso y comercio de drogas ilícitas y un sistema de justicia penal débil que contribuyen al alto nivel de criminalidad a una escala mayor.
Sin intención de echar leña al fuego, convidamos a no descuidar nuestro presente, pues del mismo depende el futuro. La observación del Departamento de Estado es algo que no deberían decirnos para actuar, ya que lo vivimos en el día a día, en las calles, en los barrios y en cada callejón de nuestro país.
Como diría Juan Luis Guerra,
¿Quién nos comerá la gloria?
¿Quién desatará el verano?
¿Cuándo alzaremos la frente?