Santo Domingo.- La bahía de Luperón está localizada en el municipio del mismo nombre, provincia Puerto Plata, al norte de República Dominicana, a orillas del Océano Atlántico.
Este puerto natural, ha sido testigo de momentos históricos importantes en América. Cristóbal Colón utilizó esta bahía para proteger sus embarcaciones de las tormentas tropicales.
Colón es reconocido por descubrir a América, el 12 de octubre de 1492, el 26 de diciembre de ese año ordenó la construcción del Fuerte La Navidad con los restos de la Santa María, que había encallado, en una zona que hoy corresponde a Haití.
En 1494, funda en la Bahía de Luperón, la primera ciudad del nuevo mundo, La Isabela o Villa Isabela, en honor a la reina de España, Isabel la Católica.
La Cordillera Central convierte esta bahía en un refugio natural contra las tormentas y huracanes, garantizando la seguridad a las embarcaciones ancladas allí.
Según Liliana Betancourt Fernández y Alejandro Herrera Moreno, en su libro “Bahía de Luperón: apuntes ecológicos para la conservación de un área protegida” hay repercusiones negativas de las actividades humanas realizadas en el lugar, entre estas las del turismo náutico.
Otros impactos ambientales descritos por los autores del libro son la construcción del muelle que alteró los patrones naturales de circulación del agua, la sobre pesca, las aguas residuales, el dragado descontrolado, la extracción de especies, la deforestación y mal manejo del manglar, porque muchas embarcaciones son amarradas a sus raíces, causando daños significativos.
Además, sostienen que durante la temporada ciclónica, en la bahía de Luperón hay una acumulación de embarcaciones, porque a las que están ancladas en el puerto por varios meses, se le suman las que buscan protección por los fenómenos atmosféricos.
Consideran que el impacto ambiental que provoca el número de embarcaciones debe ser manejado de acuerdo a normas estrictas tomando en consideración que la Bahía de Luperón es una pieza importante dentro del sistema nacional de áreas protegidas.
El estudio de Betancourt Fernández y Herrera Moreno concluye que con la construcción de una marina, posiblemente se pueda ayudar a reducir el riesgo de que se exceda la capacidad de carga de esta bahía.