Han pasado dos años desde que nos anunciasen que el mundo se paralizaba por un virus, todos esperábamos que fuese un breve impasse de dos meses, pero el resultado fue que el sector turístico se detuvo en seco durante dos temporadas, teniendo únicamente algunos balones de oxígeno permitidos por los gobiernos no exentos de restricciones y grandes limitaciones en los viajes internacionales.
Bien, nos encontramos en medio de la temporada 2022, y como la nueva temporada de una de las mejores series de Netflix, esta viene cargada de sorpresas.
A pesar de que las compañías turísticas se esfuerzan en lanzar titulares optimistas en los cuales alardean de volver a volúmenes de ocupación, tarifas e ingresos prepandemia, todo augura que la variables macroeconómicas y microeconómicas no van a mejorar.
La guerra en suelo europeo ha desatado una crisis energética no conocida por los “jóvenes” nacidos posteriormente a la famosa crisis del petróleo de 1973, todos los países juegan sus cartas para poder abastecer sus necesidades primarias y por consiguiente todo lo relacionado con el trasporte y en concreto el de personas se ve afectado.
Si por el contrario nos centramos en la economía más cotidiana de las personas, vemos que la inflación está en máximos históricos y la cotización del dólar se ha disparado en los últimos meses.
Como lazo a toda esta convulsa situación, las huelgas, cancelaciones y retrasos asolan el espacio aéreo mundial, generando gran incertidumbre en todos los viajeros.
Por ello yo me pregunto, si los costes relacionados con el trasporte de turistas son cada vez más altos y el poder adquisitivo de estos es cada vez menor ¿Cómo es posible que las compañías auguren una recuperación total?
A pesar de mis dudas, lo cierto es que las cifras sobre llegada de turistas e inversión hotelera en España están cerca de los históricos de 2019.
España recuperó el 90% de los turistas extranjeros que recibió en 2019 y la inversión hotelera alcanzó los 1.521M€ en el primer semestre, un 34,5% más respecto al mismo periodo de 2021.
La gran duda será: ¿Qué ocurrirá con este efecto champagne a partir de septiembre?