La República Dominicana tiene tres cualidades que la convierten en el polo turístico más competitivo del Caribe: paz social, amabilidad y bajos precios, consideró Juan Lladó, experto en temas turísticos.
En ese sentido explicó que la paz social es un elemento sumamente importante para que el destino mantenga los niveles de competitividad que ha podido lograr.
“No hay una cosa que ahuyente más al turismo que cualquier desorden o tiroteo. Eso le daña la imagen a un destino.
“La delincuencia en los polos turísticos esta bajo control, según las estadísticas de Politur, y afortunadamente no hemos tenido actos terroristas”.
Otro elemento que le da valor agregado a la República Dominicana es la actitud amigable de la población hacia los visitantes extranjeros, afirma Lladó.
“Porque hay lugares en el Caribe donde no son muy amigables con los turistas; nosotros todavía tenemos una población acogedora que, de hecho, las encuestas del Banco Central indican que, después de playa y clima, el tercer factor más importante en la satisfacción del turista es la amabilidad de la población”.
El factor precios se suma a la fuerte competitividad del turismo dominicano, señala Lladó al destacar que es un elemento de atracción muy importante.
“Todavía los precios nuestros son bastante competitivos, somos mucho más baratos que todas las islas de las Antillas Menores, que tienen estructuras de costos más altas, y en consecuencia no pueden competir con nosotros en precios.
“El hecho de que tenemos una industria prácticamente dominada por el todo incluido, que baja los precios, todavía ese es un factor de atracción para los turistas que se deciden por este destino”, refirió el consultor turístico.
En el contexto de los desafíos que tiene el país para fortalecer su posicionamiento, Lladó citó un cambio de dirección de la política turística, la cual debe concentrarse en mejorar las infraestructuras viales, los servicios públicos, y bajar las inversiones estatales para la promoción en el extranjero.
“Nosotros ya somos un destino maduro, bien conocido, no tenemos problemas con la imagen exterior. Entonces la prioridad no debe ser la promoción de parte del Estado, sino de los hoteleros, ellos son los que tienen que rentabilizar sus inversiones.
“Ya aquí cesó la necesidad de que el Estado siga invirtiendo sumas importantes en promoción, que alcanzan los 75 millones de dólares al año, no debemos gastar más de 20 millones por ese concepto”.
Lladó reiteró que el giro de la política turística debe enfocarse hacia el fortalecimiento del producto, y dejar a un lado la promoción, por lo menos del modo en que se lleva a cabo ahora.
En ese sentido explicó que en los albores del desarrollo turístico, en la década de 1970, se requería hacer inversiones considerables para promover la imagen del país, “pero ya no hay necesidad de eso”.
Otros aspectos a los que se les debe prestar atención es a la seguridad sanitaria y ciudadana, según las explicaciones de Lladó.
A su entender, los controles por posibles contagios de covid-19 no deben reducirse, porque esa pandemia sigue contagiando aunque en niveles bajos.
Sobre la seguridad ciudadana en República Dominicana explicó que, si bien se puede decir que no se registran altos índices de delincuencia en los polos turísticos, afirmó que siempre se puede mejorar el accionar de la Policía Turística.
Detrás de los atributos que tiene el país como principal destino del Caribe, Lladó planteó que hay un serio problema al que se le debe prestar atención urgentemente por sus repercusiones ambientales: la salinización de los acuíferos de la región Este por el uso de agua de pozo para suplir la demanda hotelera.
Al hacer la advertencia señala que la industria hotelera tiene que invertir en la instalación de plantas de desalinización porque están arruinando los acuíferos de la zona Oriental, lo que significa que los cultivos agrícolas están siendo saboteados por el consumo de agua de los hoteles.
“Uno de los problemas más serios que tenemos ahora mismo lo está provocando el turismo, que es el agotamiento del acuífero del Este, porque el agua de los hoteles, de las 45,000 habitaciones que hay en la provincia La Altagracia, se extrae del subsuelo, de agua de pozo, y eso ha provocado una intrusión salina que va desde las inmediaciones de Boca de Yuma hasta San Pedro de Macorís”, refirió.
En ese sentido dijo que la problemática no es nueva, y que por su nivel de gravedad, en 2011, el entonces director del Instituto de Recursos Hidráulicos (INDRHI), ingeniero Frank Rodríguez, fallecido, trajo al país a una experta holandesa para plantearle la situación a los hoteleros.
En ese sentido dijo que algunos han instalado plantas de tratamiento, pero que la mayoría no ha hecho caso a la advertencia.