En todo el mundo, la gente planea, reserva y comparte sus vacaciones en línea. Lo que comenzó como una tendencia a principios de la década de 2000 es ahora completamente normal. Navegar en línea, inspirarse para las próximas vacaciones en Instagram o YouTube, reservar y pagar en línea. Entre 2019 y 2021, por ejemplo, el uso de YouTube casi se duplicó.
Por lo tanto, el que quiera vender una pernoctación en un hotel o un viaje completo al cliente, debe tener una fuerte presencia en línea y ofrecer la posibilidad de reservar. En Alemania, la digitalización se quedó atrás en comparación con otros países europeos. Hasta que llegó la pandemia del coronavirus.
Muchos negocios de hostelería han adoptado las tecnologías digitales: han introducido menús digitales, han digitalizado los sistemas de reserva y han hecho posible el registro sin contacto. En una encuesta realizada por la Asociación Alemana de Turismo (DTV) en 2021, el 84 por ciento de las empresas encuestadas afirmó que la digitalización había cobrado mayor importancia como consecuencia de la pandemia.
Sin embargo, todavía hay obstáculos: en lo que respecta a los pagos sin dinero en efectivo, Alemania está a la zaga a nivel europeo. Lo que es habitual en Dinamarca, Polonia o Lituania sigue siendo una quimera en Alemania. Además, hay agujeros negros en la cobertura de banda ancha, no hay una cobertura de telefonía móvil a nivel nacional y hay muy poca Wi-Fi pública. Donde no hay recepción, no hay comunicación con los huéspedes. Un gran problema en las zonas rurales.
Sin embargo, parece que la industria ha despertado de su profundo letargo analógico. De repente, lo que se ha descuidado durante tanto tiempo está funcionando. Las ofertas turísticas se anuncian más en internet, se invierte en páginas web optimizadas para dispositivos móviles y en las redes sociales se utiliza Instagram como herramienta de marketing de forma habitual. Se están desarrollando nuevos productos digitales para comercializar los destinos turísticos.
Visitantes en un viaje de realidad mixta a través del tiempo, en Essen.
La ciudad de Essen, por ejemplo, ofrece desde 2021 una mezcla de recorridos urbanos analógicos y digitales con su proyecto de realidad mixta «Essen 1887». Los visitantes recorren la ciudad con unas gafas especiales controladas por GPS. Se ven carruajes circulando por la calle o aparecen hologramas, personas del año 1887, que dan cuenta de la historia de la ciudad. El billete cuesta 25 euros, se puede comprar, de manera bastante analógica, en la oficina de información turística o reservarlo por Internet.
TimeRide Go! en Colonia y Berlín también ofrece viajes virtuales en el tiempo para revivir épocas anteriores. Para ello se utilizan unas gafas de realidad virtual que se colocan en determinados lugares del recorrido. El portal de alojamiento Airbnb ofrece descubrimientos en línea, ya sea un curso de pasta o una visita virtual al Taj Mahal. Las tecnologías digitales fomentan la confianza de los clientes. Las gafas de realidad virtual se utilizan ahora también en las agencias de viajes para que los clientes puedan echar un vistazo a su destino deseado con antelación.
Las ideas no faltan en Alemania. Según la Asociación Alemana de Hoteles (DEHOGA), el mayor reto reside en la integración de las nuevas tecnologías a las antiguas infraestructuras. Según un reciente estudio de la DTV, el 77 por ciento de las empresas encuestadas citan la falta de personal y el 61 por ciento la falta de fondos como el mayor obstáculo para el progreso tecnológico. Junto con el personal, también faltan conocimientos técnicos y el desarrollo de conceptos de marketing y ventas.
Pero como el turismo es ante todo una industria de servicios, no todo puede resolverse digitalmente. El paseo por la calle, los encuentros personales, la hospitalidad o el gusto en un restaurante: es la interacción, el contacto interpersonal, lo que hace de las vacaciones una experiencia única.
(gg/ers)