Siempre se han formado colas en los aeropuertos durante el verano pero, en este de 2022, un aluvión de viajeros ávidos de vacaciones tras dos años de pandemia se ha topado con una evidente escasez de personal, tanto de tierra como de vuelo, y el resultado está siendo un caos aeroportuario que afecta a toda Europa. El aeropuerto de Bruselas acumula retrasos en el 72% de sus vuelos en lo que va de julio, según un informe de la agencia de viajes online Hopper; un 7,8% de los aviones que tenían previsto salir del de Fráncfort han sido cancelados. Cuatro aeródromos españoles figuran entre los mejores, según Hopper, y, aun así, sus porcentajes —sobre todo de retrasos— resultan significativos: Gran Canaria (un 8% de retrasos y un 0,3% de cancelaciones); el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas (un 19% de retrasos y un 0,4% de cancelaciones); Málaga (un 24% de retrasos y un 3,3% de cancelaciones); y Alicante (un 20% de retrasos y un 3,4% de cancelaciones).
En estas líneas ofrecemos una serie de consejos para navegar por esta tormenta perfecta. Y un recordatorio: como pasajeros no podemos hacer nada si se retrasa o cancela el vuelo, pero el trago será menos amargo si uno está bien informado, conoce sus derechos y tiene un plan b.
“Hemos sufrido una mayor incidencia de retrasos, cancelaciones y pérdidas de equipajes”, certifica Manuel López, consejero delegado de InterMundial. Contra eso solo conoce dos recetas: asegurar bien el viaje y estar mejor informado que nunca. Respecto a lo primero, si alguien salió de la pandemia con alguna duda sobre la conveniencia de un seguro de cancelación, este verano está siendo la prueba definitiva de lo necesario que es. “Una compañía aseguradora ha de hacer la estancia en el aeropuerto lo más agradable posible; compensar los servicios perdidos, como un hotel o una excursión; y abonar extras como un suplemento por cambio de vuelo”, enumera.
López recomienda adelantarse a los acontecimientos. “En caso de anuncio de huelga, hay que comprobar si nuestro vuelo está sujeto a servicios mínimos o no”, explica, insistiendo en que las aerolíneas tienen la obligación de reprogramar y ofrecer alternativas. InterMundial mantiene a sus asegurados al tanto de sus vuelos, a través de su aplicación. Iberia o Vueling ofrecen un servicio similar, y animan a sus viajeros a utilizarlo. “Es muy recomendable insertar tus datos de contacto en la reserva para que podamos informarte, en tiempo real, de cualquier novedad o incidencia relacionada con tu vuelo”, sugiere la primera aerolínea. “Consulta la información de tu vuelo a través de las pantallas del aeropuerto: es muy importante que estés pendiente para poder prever cualquier cambio o modificación del vuelo”, insiste la firma low cost.
El único consejo oficial de Aena es respetar la antelación con la que hay que llegar al aeropuerto según lo que indique cada aerolínea en el billete. “En Vueling recomendamos estar al menos dos horas antes de la salida de tu vuelo”, acota la aerolínea. “Si se factura maleta, para vuelos de corto y medio radio, la recomendación es de dos horas y media, y cuatro para los vuelos de largo radio”, detalla Iberia. Aena recuerda que los pasajeros procedentes de países no pertenecientes a la Unión Europea o al espacio Schengen deberán presentar un certificado covid digital de la UE (o equivalente) o una PCR negativa. Y que hay destinos que exigen esos mismos requisitos para los españoles que viajan a ellos.
En cuanto al uso de mascarillas en aeropuertos y aviones, desde el pasado 16 de mayo la Unión Europea ha relajado, como norma general, su uso. Pero con excepciones: el avión, como medio de transporte que es, está sujeto a lo que decida cada país. En aquellos en los que la mascarilla es obligatoria en el transporte, como es el caso de España, hay que llevarla en el avión. En Estados Unidos, por ejemplo, no es obligatoria. Hay compañías que han decidido dejar de exigir el tapabocas si en destino tampoco es obligatorio. Así que hay que tener en cuenta el aeropuerto de origen, el de destino y la compañía con la que vueles (de nuevo, la importancia de informarse previamente se hace patente).
“En picos de mucha afluencia en los aeropuertos, evitamos las compañías de bajo coste”, dice Vanessa Santiago, responsable, junto a Roger Carles, del blog Viajeros Callejeros. Según su amplia experiencia, las aerolíneas más baratas retrasan y cancelan vuelos en mayor proporción que las que no lo son. Y, además, no tienen acuerdos con otras como para recolocar a sus pasajeros. La estadística particular de esta pareja viajera apunta a que se cancelan muchísimos más vuelos cortos que largos. Y que las rutas con escalas multiplican las posibilidades de sufrir una incidencia. “Si has de hacer una escala, procura no ir muy justo de tiempo, ya que un retraso en el primer avión puede hacerte perder el segundo”, alertan. Otra de sus pistas: es más difícil quedarse en tierra volando en el primer avión de la mañana que en el último de la noche. “Los retrasos y problemas se van acumulando en una especie de reacción en cadena”, describen.
Vanessa y Roger huyen de fechas señaladas, como puentes, festivos o cambios de quincena. “La aglomeración es aún mayor, y si hay huelga te la van a poner en esos días”, advierte ella. Además, siempre que pueden, vuelan fuera de las horas de mayor afluencia, donde la posibilidad de que surjan problemas aumenta. Un vistazo al apartado Infovuelos de la web de Aena constata lo que ya intuye la lógica: las tardes de los viernes y los domingos son las más ajetreadas.
Muchas veces, los pasajeros acuden al mostrador de su compañía aérea, después de que les hayan retrasado o cancelado un vuelo, sin conocer sus derechos. La aerolínea tiene la obligación de darle, allí mismo, una copia del 261 (Reglamento nº 261/2004, del Parlamento Europeo y del Consejo sobre derechos de los pasajeros), si la solicitan. Y de atender sus demandas, por descontado. Si es un retraso, “ha de hacerse cargo de los gastos de comida, bebida y estancia”, cuenta Manuel López, de InterMundial. Si se trata de una cancelación, “el usuario tiene derecho a que le den un bono para volar más adelante, o que le devuelvan el dinero”, precisa. Y, en todo caso, recibirá una indemnización, que irá en función de las horas de plantón y de los kilómetros que el viajero fuera a recorrer. López recomienda documentarlo todo muy bien, igual que si se trata de una pérdida o daños en el equipaje: “Es bueno hacerle una foto a nuestras maletas, para poder comparar con el después en caso de que hayan sufrido desperfectos”.
“No se trata de obsesionarse con que habrá problemas, pero hemos de contemplarlos como una posibilidad”, matiza Vanessa Santiago, que ve conveniente tener un plan b, por si el avión falla. Quizás se pueda llegar al destino elegido en ferri, o en tren, mucho menos susceptibles de sufrir retrasos o cancelaciones. O quizás lo mejor sea elegir otro destino completamente diferente, en coche, con el dinero de la indemnización.