Enorme proliferación de algas marinas en el Atlántico

Enorme proliferación de algas marinas en el Atlántico
Enorme proliferación de algas marinas en el Atlántico

En casi todas las primaveras y veranos boreales desde 2011, una proliferación gigante de algas marinas se ha formado en medio del océano Atlántico. Áreas de algas marinas marrones flotantes, conocidas como sargazo, se han extendido desde la costa oeste de África hasta el golfo de México en lo que se conoce como el “gran cinturón de sargazo atlántico”. En marzo de 2023, los científicos descubrieron que la cantidad de sargazo que flotaba en este cinturón era la más grande de cualquier marzo que se haya registrado.

El mapa de arriba muestra la densidad del sargazo en el medio del océano Atlántico (incluido el mar Caribe y el golfo de México) en marzo de 2023. Las áreas rojas y naranjas muestran los lugares donde las densidades del sargazo fueron las más altas, en términos del porcentaje del píxel cubierto con las algas. Los datos para el mapa fueron desarrollados por científicos de la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad del Sur de Florida (USF) utilizando datos de los instrumentos del Espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS, por sus siglas en inglés) a bordo de los satélites Terra y Aqua de la NASA.

Los investigadores de USF estiman que, en marzo, el cinturón de sargazo acumuló un total de unos 13 millones de toneladas, lo que es una cantidad récord para esta época del año. “En lo que va del año, la abundancia récord del sargazo se encuentra principalmente en medio del oeste del Atlántico”, dijo Brian Barnes, científico marino del Laboratorio de Oceanografía Óptica de USF. “Pero en otras partes del Atlántico y el Caribe, su abundancia sigue siendo alta, en el percentil 75 de las mediciones realizadas entre 2011 y 2022”.

En cantidades dispersas en mar abierto, el sargazo contribuye a la salud del océano al proporcionar un hábitat para tortugas, invertebrados, peces y aves, y al producir oxígeno mediante la fotosíntesis. Pero una cantidad excesiva de esta alga marina cerca de la costa puede dificultar el movimiento y la respiración de ciertas especies marinas. Cuando el sargazo se hunde en el fondo del océano en grandes cantidades, puede sofocar los corales y las praderas marinas. En la playa, el sargazo descompuesto libera gas de sulfuro de hidrógeno y huele a huevos podridos. Esto tiene el potencial de causar problemas importantes tanto para la ecología marina como para el turismo local.

Desde su formación en 2011, el cinturón de sargazo atlántico parece estar creciendo, según Barnes y sus colegas. En el verano de 2018 se observó una abundancia récord de 20 millones de toneladas métricas para el mes de julio, lo que causó estragos en las costas del Atlántico tropical.
Aunque la causa de este crecimiento no está clara de inmediato, en investigaciones anteriores los investigadores encontraron que los aportes de nutrientes de los fertilizantes y otras fuentes se correlacionan con una mayor proliferación. Los cambios en los patrones de circulación oceánica también son un factor influyente porque el sargazo crece más rápido cuando las temperaturas de la superficie del mar son normales o más frías que el promedio.

La densidad del sargazo normalmente alcanza su punto máximo en junio o julio, todavía dentro de unos pocos meses, pero ya había señales en marzo de que la proliferación en 2023 podría ser la mayor jamás registrada. “Los principales eventos de acumulación en las playas son inevitables en todo el Caribe y a lo largo de la costa este de Florida a medida que el cinturón continúa moviéndose hacia el oeste”, dijo Barnes. Sin embargo, el tiempo y la ubicación exacta de estas llegadas son difíciles de predecir. Las acumulaciones de parte del sargazo de este año ya llegaron al sur de Florida, en las playas de Key West (Cayo Hueso en español), Miami y Fort Lauderdale.

Imágenes del Observatorio de la Tierra de la NASA por Lauren Dauphin y Joshua Stevens, utilizando datos de MODIS por cortesía de Brian Barnes de la Universidad del Sur de Florida (USF), el Laboratorio de Oceanografía Óptica y Wang, M., et ál. (2019). Reportaje por Emily Cassidy.

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