SSSS. Cuatro eses juntas y en mayúscula. A los viajeros poco frecuentes les podrá extrañar ver esas letras, las siglas de Secondary Security Screening Selection (es decir, “selección secundaria de supervisión de seguridad”), en su tarjeta de embarque. Ese código es la forma que tiene la autoridad de seguridad estadounidense (la Transportation Security Administration o TSA, por sus siglas en inglés) de realizar un control más exhaustivo a un pasajero, una medida adicional de seguridad tras los atentados del 11-S. Este control puede ir desde quitarse la ropa hasta someterse a un cacheo corporal completo. Todo ello incluso habiendo cumplido con los requisitos necesarios para viajar a EE UU, como tener la autorización ESTA (Electronic System for Travel Authorization) del Programa de Exención de Visado (VWP).
Hay un montón de razones diferentes por las que un viajero puede acabar con un SSSS en su tarjeta. Aunque la TSA insiste en que los que reciben este código son seleccionados al azar, son muchos los que denuncian haber sido sometidos varias veces a ese control.
Comprar billetes solo de ida, pagar en efectivo, visitar o hacer escala en un país considerado “de alto riesgo” por el Departamento de Estado o viajar con frecuencia a destinos inusuales puede llevar a los pasajeros a la lista secreta de la TSA y a sucesivos controles SSSS, cada vez más exhaustivos, según la web Lifehacker. Tener un nombre parecido al de alguna de las personas marcadas por el TSA también puede suponer un ingreso en esta lista negra.
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Al principio, los controles solo se realizaban en los vuelos de llegada a Estados Unidos. Pero el 19 de julio de 2017 entraron en vigor nuevas normas por las que la TSA exige a las aerolíneas chequeos adicionales en las puertas de embarque para todos los vuelos directos con destino a EE UU (en España, desde la terminal 4 de Madrid-Barajas, desde Barcelona-El Prat y desde el aeropuerto de Málaga-Costa del Sol), lo que puede demorar los tiempos de embarque.
Según la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), las inspecciones son efectuadas por empresas de seguridad acreditadas por el Ministerio del Interior que han contratado las compañías aéreas, y siempre bajo la supervisión de la Guardia Civil.
“La mayoría de los números y letras que aparecen en las tarjetas de embarque solo incluyen información adicional sobre el pasajero: si viaja con un bebé, si tiene tarjeta de viajero frecuente, si requiere comida para niños, si viaja con silla de ruedas, si lleva una mascota en bodega, si es residente, si es un menor que viaja solo…”, asegura Virginia Marcos (nombre ficticio, pues prefiere mantener su anonimato), una de las personas que trabaja en los mostradores de Iberia en la T4 de Barajas.
“El código SSSS solo aparece de vez en cuando en los vuelos a EE UU y, en principio, de forma aleatoria. Solo cuando alguna persona se comporta de forma rara o infunde algún tipo sospecha avisamos al supervisor, que decide si requiere un control extra de seguridad antes del embarque”, explica. “Por lo general se trata de un breve interrogatorio, preguntas como por qué viaja a Estados Unidos, si ha dejado en algún momento sin vigilar la maleta, si lleva algún producto en polvo en el equipaje de mano… Es algo que también puede incluir un escaneo rápido de explosivos del equipaje y del pasajero en la puerta de embarque. Salvo imprevistos, todo ello lleva solo unos pocos minutos”, detalla.
En la tarjeta de embarque, además del asiento, la puerta de embarque, el nombre del pasajero, el número de vuelo y la aerolínea, hay otros códigos, como el localizador (una combinación de cinco o seis dígitos y letras conocido como número de reserva o registro de nombre de pasajero) o el código SSR (Requerimiento del Servicio Especial), para niños que viajan sin acompañante, personas con problemas de movilidad, dietas especiales… Dentro de esta categoría, hay otros aún más enrevesados: SRVGML, por ejemplo, significa solicitud de comida vegana; mientras que SRWCHC implica una petición de silla de ruedas.
El código S/O se aplica a los stopovers, es decir, a quienes hacen escalas de más de 24 horas a mitad de trayecto de un vuelo de larga distancia, algo que permite conocer dos destinos en el mismo viaje aprovechando los grandes hubs, los aeropuertos que las compañías utilizan como bases de operaciones en sus rutas intercontinentales. Algunas aerolíneas se han especializado en este tipo de conexiones con ofertas que incluyen, sin necesidad de tramitar visado, la estancia gratis o con importantes descuentos, traslados e incluso un programa de excursiones a la carta.
Entre esos códigos también hay letras sueltas que indican la clase en la que se vuela y el descuento aplicado a la tarifa (Y, H, M y B, por ejemplo, indican que son billetes de clase económica; mientras que J, I, C y D corresponden a la clase business). Estos códigos, en cualquier caso, no han desaparecido con la sustitución paulatina de los billetes físicos: en la tarjeta de embarque móvil toda esta información está incluida a través de un código 2D (tipo QR) que permite una identificación más ágil y, además, reduce el uso del papel.