He de reconocer que cuando escucho la palabra imprevisto asociada con un viaje me recorre un pequeño escalofrío por el cuerpo, ya que, aunque a veces son buenas noticias, suelen abundar más los asociados a situaciones problemáticas. Por ese motivo, y tras miles de kilómetros recorridos, me permito escribir sobre qué imprevistos pueden surgir al viajar y, lo más importante, cómo solucionarlos. En la vida surgen imprevistos. Está claro. Pues los viajes forman parte de la vida y cuando nos vamos de vacaciones los problemas no se toman un respiro, se vienen con nosotros.
A lo largo de estos años viajando por todo el mundo me han pasado un montón de cosas. Es más, entre eso y lo que los seguidores de Molaviajar cuentan, podría escribir un anecdotario de los gordos. El tema es que cuando estás fuera y te surge una situación inesperada, al no encontrarte en tu zona de confort te sientes algo más desprotegido. Por eso es muy importante tener en cuenta que hay ciertas situaciones que pueden ocurrir y cómo solucionarlas. Y las hay desde las más triviales hasta las más complejas.
¿Os imagináis salir de casa con vuestras maletas listas y, conforme os alejáis de ella y vais justos al avión, tren o medio de transporte correspondiente, os dáis cuenta de que os habéis dejado la llave del candado de la maleta (por supuesto cerrado)? ¿O introducís la supuesta combinación y esta no responde? No somos cerrajeros, pero sí sabemos que en YouTube reside el conocimiento popular, seguro que ahí encontráis una idea para abrirlo sin necesidad de buscar un zapatero en, por ejemplo, Nueva York. Y esto es de lo más suave que os puede pasar.
Algo también habitual y un poco más peliagudo son los imprevistos que ocurren con la documentación. Desde ir a coger un avión y tener el DNI caducado y que no te dejen subir hasta olvidar el pasaporte en casa o no haber rellenado la documentación necesaria para entrar en un país. Para esto solo hay una solución: comprobar fechas con antelación suficiente para poder renovar lo que sea y tatuarte la importancia de que no se te olvide en casa, además de informarte de los trámites necesarios para ir a tu destino (algo que puede hacerse en la web del Ministerio de Exteriores).
Sube la intensidad de la preocupación unas décimas cuando estando de viaje pierdes o te roban la documentación. La cartera, el DNI, el pasaporte, las tarjetas bancarias… Lo mejor es mantener la cabeza fría y actuar. Si podéis, bloquead vuestras tarjetas desde la aplicación del banco o llamando por teléfono al número de emergencia. En la misma llamada podéis tratar de gestionar el alta de una nueva tarjeta virtual que se pueda asociar al móvil, por ejemplo para pagar en los comercios mientras dure el viaje y hasta que se gestione una nueva tarjeta física. Con la documentación hay que actuar de otra manera: si estáis fuera de España, tratad de poneros en contacto con la embajada en el país de destino. Muchas veces, la compañía telefónica te envía los datos de contacto una vez pisas el suelo del país vacacional. Si no lo tenéis a mano, en la web del Ministerio de Exteriores también está el contacto de todas las embajadas españolas en el mundo. Ellos os dirán qué trámites poner en marcha para volver a recuperar la documentación. Y, por cierto, llevad una copia de vuestra documentación más importante en foto, incluso podéis guardarla en la nube, para ir por la calle sin necesidad de llevar encima la original.
Perder el móvil (o que te lo roben) es otro de los imprevistos más tediosos. Con él pierdes los contactos más importantes y te quedas incomunicado. No puedes usar la aplicación del banco, ni Google Maps, ni hacer fotos. Aquí solo podemos daros dos consejos: mirad siempre bien dónde ponéis el teléfono y llevadlo con un código de seguridad o de bloqueo que os asegure que si alguien se hace con él no va a poder utilizarlo. Va para nota si tenéis alguna app instalada que busca el dispositivo en caso de pérdida.
Por supuesto, también puede ocurrir que al llegar al destino te encuentres allí con un problema desagradable. Que haya habido un golpe de Estado, que haya estallado una pandemia (mejor no hablar de esto…), un atentado, una catástrofe natural… Si algo de esto pasa, tened bien a mano el teléfono de la embajada en el país. También podéis daros de alta en el registro de viajeros de España o estar atentos a las redes sociales correspondientes de los ministerios implicados en cuestión. Suelen ofrecer noticias actualizadas e información precisa a los afectados.
Poco podemos hacer con los imprevistos que afectan a los medios de transporte que necesitamos para llegar a un destino. A veces se retrasan, otras se cancelan por huelga, otras porque falla alguna pieza o por inclemencias meteorológicas. En estos casos, paciencia. Sobre todo paciencia. Depende de cuál sea la causa del retraso, los derechos como pasajero llegarán más o menos lejos. Por ejemplo, si el avión no sale porque algo falla y lo tienen que arreglar, y por lo tanto es culpa de la compañía, os tendrán que cuidar y compensar hasta que despegue: manutención, noche de hotel si es necesario, transporte hasta el alojamiento y, por supuesto, información sobre cuándo tiene prevista su salida. Cuando el problema es meteorológico o provocado por una huelga, ahí la compañía ya no tiene tanta responsabilidad.
Abrimos otro melón: ¿y si no llega contigo la maleta o lo hace rota? Es otro fastidio, y ante este se pueden tener varias cosas en cuenta: nunca llevéis nada de valor en el equipaje facturado. Esa prenda que te hizo tu abuela con todo su cariño quizá no merece la confianza de la aerolínea de turno. Y una vez en destino, cuando estés 100% seguro de que tu maleta no ha aparecido o ha salido rota, ve directo a poner una reclamación a la aerolínea que la ha transportado, con quien has viajado. Tienen unos mostradores, normalmente a la salida de las cintas, donde toman nota de los detalles del caso en un informe llamado PIR (Parte de Irregularidad de Equipaje). Será vuestro salvavidas en caso de reclamación, así que guardadlo a buen recaudo (y hacedle una foto con el móvil, no está de más tener una copia digital).
Las reclamaciones para ambas situaciones son, a veces y según con qué compañía, tediosas. Así que intentad guardar un parte o informe oficial de lo que ha pasado para la reclamación. Tener un seguro de viaje completo ayuda a gestionar todo esto evitando quebraderos de cabeza. Y recordad que tenéis una web de la Unión Europea con el resumen de los derechos de pasajeros aéreos y que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea también nos protege en el tema de vuelos.
Estos son los que más nerviosos nos ponen a todos, tanto los que padecen los viajeros como quienes se quedan en casa esperándonos. Todo el mundo puede pillar un virus, sufrir una caída, un atropello o cosas peores… No queremos llamar a los malos espíritus, por eso lo más recomendable es que os informéis de cómo está la sanidad en destino antes de partir, si necesitáis vacunas especiales, etcétera.
El mejor consejo es que llevéis un buen seguro de viaje con una cobertura que incluya una buena cantidad de dinero en caso de necesitarlo, tanto si enfermáis viajando como si, por mala suerte, tenéis que anticipar el regreso porque algún familiar ha enfermado y os necesita a su lado. La tarjeta sanitaria europea, por ejemplo, cubre según el destino, pero no tiene una cobertura que se encargue de todos los imprevistos. Aquí tenéis la web oficial de la misma y qué cubre en cada país europeo (no en todos se cubre lo mismo que en España).
Y ojo, que tampoco está de más recordar que, a veces, aunque prepares una escapada con muchas ganas al final no puedes ir porque una causa de fuerza mayor lo impide. Ante esto lo ideal es que vuestro seguro de salud incluya cláusulas de anulación por este tipo de causas. Nosotros solemos viajar con este seguro de viaje, que a lo largo de estos años nos ha cubierto anulaciones varias, pérdidas de equipaje, gastroenteritis, ingresos, virus varios y muchas otras cosas más allá de nuestras fronteras. Pero sobre todo nos ha permitido viajar tranquilos.
No queremos terminar este artículo con mal sabor de boca, así que queremos contaros que hay imprevistos viajeros que son de lo más agradables. ¿Por qué no pensar que estando de viaje te va a tocar la lotería? Quizá si esto ocurre tengas que bajar a la recepción del hotel con urgencia a pedir una mejora de la habitación o reserves en ese restaurante tan caro que habías dejado para la próxima.
Si bien este hecho es poco probable, lo que hemos vivido en nuestras carnes en más de una ocasión ha sido que hemos conocido a gente que se ha convertido en muy buenos amigos. Es el ejemplo de Tai, un estadounidense de origen vietnamita que conocimos haciendo couchsurfing —compartiendo casa— y con quien no hemos perdido el contacto desde hace ya más de 11 años. También hemos apadrinado niños y conocido a gente fantástica que hace labores humanitarias donde más se necesita, con quienes hablamos y colaboramos a menudo.
Pero sin duda el mayor imprevisto (y más agradable) que me ha sucedido viajando fue conocer a quien hoy es mi mujer, Gosi, el otro 50% de Molaviajar. Nuestro mundo se puso patas arriba y aquí nos tenéis, con un blog de viajes, un montón de guías de ciudades publicadas y una familia que va de un lado a otro del mundo contando sus aventuras. Sin duda el mejor imprevisto que te puede ocurrir viajando.