El Airbnb ha revolucionado la forma en que los turistas buscan alojamiento y ha tenido un impacto significativo en la industria del turismo a nivel mundial. Sin embargo, su popularidad también tiene sus efectos positivos y negativos en los residentes y la economía de las ciudades.
Uno de los puntos más positivos radica en que los turistas tienen una amplia variedad de opciones para elegir, lo que puede aumentar significativamente el turismo en una ciudad. Los alojamientos de Airbnb generalmente son más económicos que los hoteles, lo que puede atraer a un público más amplio. Además, el cliente tiene más probabilidades de tener una experiencia auténtica y conocer los destinos locales. Así, el turista puede conocer la cultura local y reducir la huella de carbono del turismo.
Pero el poder y la popularidad de este modelo de alojamiento también pueden tener un impacto negativo en las ciudades. Uno de los principales riesgos es la pérdida de viviendas permanentes disponibles para los residentes locales. Como resultado, el precio de la vivienda aumenta, obligando a los residentes a abandonar la ciudad. Además, los propietarios de viviendas pueden elegir diferentes opciones de inversión en lugar de invertir en viviendas tradicionales de alquiler, lo que reduce la cantidad de nuevas propiedades disponibles para la ciudad.
Además, Airbnb no está regulada por las mismas leyes y políticas que los demás alojamientos. Esto significa que los contrapesos como el pago de los impuestos necesarios no se aplican. A menudo, los turistas atraen desigualdades en la ciudad en términos de accesibilidad y equidad en la asignación de recursos. Otro efecto económico significativo es el impacto en los servicios públicos de una ciudad. Un mayor número de turistas significa un mayor uso de los servicios públicos, lo que puede llevar a un mayor gasto por parte del gobierno local.
El panorama del turismo se ha transformado fundamentalmente en respuesta a aplicaciones como Airbnb también conocida como “servicio de anfitriones”. Si bien la industria sigue creciendo, es importante para las ciudades y los residentes considerar tanto los beneficios como los riesgos asociados con esta nueva forma de alojamiento.
En otras palabras, tiene un impacto positivo en el turismo y la economía de la ciudad, pero también se deben tener en cuenta los efectos negativos como los desequilibrios económicos, la falta de regulación y el aumento de la presión en la prestación de servicios.
Según datos ofrecidos por los hoteleros del país, este modelo de alojamiento denominado “red de plataformas digitales” ya ronda sobre las 70 mil ofertas, lo cual impacta de manera importante en contra de las habitaciones tradicionales que se brindan al turismo, pues casi igualan a las aproximadamente 83 mil existentes. Aunque actualmente se construyen alrededor de 16 mil en zonas turísticas según cifras oficiales.
Viendo este panorama la cuestión es: ¿Están preparadas nuestras ciudades para dar un servicio cálido y acogedor a este tipo de turistas? Lo primero que debemos informar es que según encuestas de la plataforma en cuestión la mayoría de sus usuarios buscan desde “nuevas experiencias, otras culturas, conocer estilos de vida hasta comida y bebida”, con lo que de inmediato se disparan los servicios sanitarios, uso de espacios públicos, transporte, generación de residuos sólidos, entre otros de carácter municipales.
La respuesta radica fundamentalmente en la planificación y la gestión de una ciudad bajo la presión permanente de un crecimiento urbanístico en la dirección de este fenómeno, que, aunque su término es conocido, ahora es el preferido de los inversionistas “los condohoteles”.
Nuestras ciudades no escapan a las nuevas tendencias globales sobre el turismo y por tanto estamos en la obligación de enfrentarlos de manera decidida e inteligente.