Más allá de la recuperación de los flujos turísticos internacionales a niveles prepandemia, los actores más visionarios del sector de hospitalidad se embarcan en un rápido proceso de innovación. Su respuesta a la aceleración de tendencias resultantes de la expansión del Covid-19, que cimbró a esta industria en el periodo 2020-2022 de manera sin precedentes, está siendo cada día más visible. Desde la perspectiva del cliente, el segmento de lujo, sobre todo, los estratos más jóvenes pioneros en la adopción de bienes y servicios, son un buen termómetro del sentido del cambio.
El análisis de Deloitte a nivel global sobre el viajero de lujo destaca varias características relevantes para los destinos en República Dominicana y Latinoamérica. En primer lugar, resalta la renovada percepción de valor del agente de viajes especializado, como un aliado para asegurar una gran experiencia y la respuesta conocedora y ágil a lo largo del viaje. Una segunda característica vinculada con la primera es la hiper personalización, a través de la cual las empresas dirigen su comunicación de forma directa a cada uno de sus clientes.
Los viajes son una inversión económica, de tiempo libre y emocional. Por ello, el viajero espera que sus experiencias contribuyan a mejorar sus objetivos y propósitos individuales, que correspondan a su identidad. El tercer término, la acelerada adopción tecnológica e incorporación de nuevas herramientas se enfocan en potenciar la experiencia del turista en la planeación, compra, realización y experiencia post-viaje. En cuarto lugar se encuentra la sostenibilidad ambiental y social, que es un valor cada vez más importante en el conjunto de la experiencia y la quinta características es la necesidad de fortalecer los ecosistemas de colaboración. Cada una de estas cualidades refleja la gran implicación para los negocios del sector hospitalidad.
Latinoamérica enfrenta una tarea monumental para mantener su competitividad en esta nueva realidad de la industria de viajes. Mientras el entorno presenta una perspectiva de poco crecimiento, inflación y volatilidad geopolítica, en la que, es indispensable invertir en una doble transformación, digital y sostenible, con una visión amplia y sistémica que, además, atienda con oportunidad los riesgos del cambio climático. El liderazgo del sector deberá convocar todo su talento y energía para enfrentar estos retos.
En ese sentido, algunos gobiernos de Latinoamérica, la banca de desarrollo y las agencias internacionales de cooperación técnica que operan en la región, empiezan a ver al sector de los viajes y hospitalidad como un sector clave para impulsar estrategias de desarrollo económico. Es previsible que la industria de viajes crezca en los siguientes años por encima de otras. El Caribe y otros países de la región latinoamericana cuentan con la geografía, clima, recursos naturales y culturales, talento y una hospitalidad innata que apuntalan su competitividad. El éxito de los negocios y las poblaciones requieren urgentemente del resto de los componentes para impulsar la competitividad en la nueva realidad de los viajes.