¿Viajar al extranjero? Con algunos pasaportes es un juego de niños; con otros, es una verdadera carga. ¿Por qué ocurre esto?
Para los titulares de un pasaporte alemán, por ejemplo, entrar en Camboya es bastante fácil. Pueden solicitar un visado turístico de 30 días en la Embajada de Camboya en Berlín por una tasa de 40 euros, o hacerlo vía internet, por sólo 33 euros, con un tiempo de tramitación de tres días. O incluso pueden volar al país del Sudeste Asiático y obtener el visado a su llegada al aeropuerto.
La situación es completamente distinta si los titulares de un pasaporte camboyano quieren viajar a Alemania. Tienen que presentar una carta de invitación, extractos bancarios de los últimos seis meses, justificantes de ingresos y patrimonio, y otra serie de documentos personales. El visado cuesta unos 80 euros, no es reembolsable y debe pagarse en efectivo. «Te hacen unas cuantas preguntas y, si creen que eres convincente, te conceden el visado», cuenta a DW Arun, un camboyano que desea permanecer en el anonimato.
¿Qué explica esta marcada diferencia? Una de las razones es la situación económica de un país.
Henley & Partners, la consultora líder mundial en planificación de residencia y ciudadanía, y la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) clasifican periódicamente los pasaportes más fuertes y más débiles del mundo.Para ello, evalúan el número de destinos a los que los titulares de estos documentos pueden entrar con o sin visado.
Según el último informe de la IATA, los países del G7 (Japón, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá), que representan más del 40% del producto interior bruto (PIB) mundial, figuran entre los que tienen los pasaportes más fuertes del mundo. El pasaporte japonés, por ejemplo, fue calificado como el mejor, permitiendo la entrada sin visado a 193 países.
Henley & Partners describen que «los países están más dispuestos a abrir sus fronteras a los ciudadanos de los países más ricos, porque es probable que ello les reporte mayores beneficios económicos en términos de comercio, turismo e inversión». Una situación que también se produce a la inversa. Según la consultora, el pasaporte camboyano, por ejemplo, es uno de los más débiles del mundo y solo permite la entrada sin visado a unos 50 países.
Mohammad, un periodista residente en Berlín que también desea permanecer en el anonimato, ha experimentado lo que es cambiar un pasaporte débil por uno fuerte. Antes tenía un pasaporte pakistaní que, según Henley & Partners, es el cuarto más débil del mundo, con acceso sin visado a sólo 32 países. Sin embargo, su suerte cambió cuando se nacionalizó alemán. «Noto claramente la diferencia», dijo Mohammad a DW.
«Con un pasaporte pakistaní, siempre tenía que pasar por un proceso de visado largo y complicado, y siempre existía el riesgo de que la solicitud de visado fuera rechazada», añadió.
Esta diferencia provocó que algunos países de la UE permitireran a los nacionales de terceros países comprar pasaportes europeos a cambio de grandes inversiones. Estas prácticas expiraron debido a la presión política en el continente, aunque sigue habiendo países de Oriente Próximo que ofrecen la compra de pasaportes.
Según Roland Papp, de Transparencia Internacional (TI), Malta es ahora el único Estado de la UE que sigue «expidiendo pasaportes a cambio de inversiones».
«Tenemos que pensar en lo que la compra de pasaportes dice de nuestra democracia. Puedes comprar ciertos derechos si eres lo bastante rico, pero si no tienes dinero, lo tienes difícil», dice Papp.
(aa/ers)