«A las seis y media ha empezado la ‘rave’ y ya nos hemos despertado», nos cuentan con gracia y al unísono Ana, Marta y Lucía, unas sevillanas que han conseguido llegar hasta la primera fila de los peregrinos. Más allá, sólo quedan los sacerdotes que van a concelebrar y el altar papal. Se refieren a la música tecno con la organización ha despertado al millón y medio de jóvenes que dormían en la explanada del «Campo da Graça».
Y la sorpresa, tras la música enlatada, ha sido la actuación del cura DJ -el Padre Guilherme, de la diócesis de Braga, que con sus platos, secuenciador, mixer y clergyman ha amenizado el despertar y el improvisado desayuno de la multitud. La guinda, una versión disco del himno de la jornada, que los jóvenes han coreado mientras bailaban.
«Hemos venido hasta aquí para ver de cerca al Papa», confiesan las tres jóvenes sevillanas, que vienen con un grupo de Equipos de Nuestra Señora. No les correspondía ese sector, pero han tirado de salero, don de lenguas y también, porqué no decirlo, un poco de cara dura, para tratar de cumplir el deseo que anhelan todos los jóvenes en la JMJ: ver de cerca al Papa, aunque sean ese fugaz instante en que pasa con el papamóvil.