El destacado pintor y escultor colombiano Fernando Botero, reconocido en América Latina y el mundo por sus figuras voluminosas y robustas, ha fallecido este viernes (15.09.2023) a los 91 años, en Mónaco, donde residía parte del año.
El artista nacido en 1932, en Medellín (Colombia), llevaba varios años luchando contra un párkinson rígido, y una reciente pulmonía le significaba muchas dificultades para respirar en los últimos cinco días, según informó a los medios Lina, su hija.
Debido a su enfermedad, Botero no podía realizar pinturas al óleo, ya que le costaba mantenerse de pie, pero esto no le impedía pintar acuarelas en su taller, lugar en el que estuvo trabajando hasta el sábado pasado.
«Pienso a menudo en la muerte y me entristece dejar este mundo y no poder seguir trabajando, porque disfruto mucho con mi obra», dijo el artista plástico en 2012, cuando había cumplido 80 años.
Su ciudad natal, Medellín, ha decretado siete días de luto por su muerte. El presidente del país, Gustavo Petro, y también otras figuras colombianas, han enviado sus condolencias y mensajes de despedida para el destacado artista.
Botero es reconocido como uno de los artistas latinoamericanos más importantes del siglo XX. Si bien transitó por el arte contemporáneo y el moderno, fue a través de su estilo figurativo que consiguió la fama mundial.
Sus robustas, surrealistas y voluminosas obras pueden observarse en museos y espacios públicos de varias ciudades en todo el mundo, entre ellas, París, Venecia, Bogotá, Shanghái o Singapur.
Desde temprana edad, Botero mostró talento artístico. En su adolescencia participaba como ilustrador en el diario El Colombiano, y a los 15 años vendía dibujos taurinos en la plaza de toros de Bogotá.
Ya con 20 años llegó a la Real Academia de Arte de San Fernando, en Madrid, España, «como un estudiante pobre», que con el paso de los años logró impresionar a este país europeo con sus «gordas», una calificación de sus obras que a él no le gustaba.
Al artista colombiano le gustaba llenar las calles y espacios públicos con exposiciones o expresiones artísticas, algo que él consideraba una «forma revolucionaria» de acercar el arte al público.
Asimismo, solía donar algunas de sus obras. Por ejemplo, en 1994, regaló la escultura «Mujer con espejo» a la capital española. En 2004, se expusieron más de 20 esculturas donadas por él mismo en una plaza de Medellín que actualmente lleva su apellido.
En marzo de 2022, su obra «Hombre a Caballo» se vendió en una subasta de arte latinoamericano en Christie’s en Nueva York por 4,3 millones de dólares, alcanzando un precio récord para el artista colombiano.
En 1992, Botero presentó «La Corrida», una exposición dedicada a la tauromaquia, que, en sus palabras, es un arte que «existirá siempre». Esa pasión le había sido transmitida por su tío, quien lo animó de pequeño a ingresar a una escuela de toreros.
«Habrá algún lugar en los que se prohíba, pero los toros existirán siempre, porque forman parte de la cultura española y universal», señaló el escultor.
Entre sus numerosos reconocimientos internacionales, destaca el premio Guggenheim International en 1957, con el que se hizo conocido a nivel mundial. Otras de sus distinciones son la Orden de Andrés Bello (1976), la Cruz de Plata de la Orden Boyacá (1977), la Legión de Honor francesa (2002), el Premio Américas (2002), la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2007) y el título de embajador honorario de Colombia ante la Unesco.
Otro hito en su trayectoria fue 1961, cuando el Museum of Modern Art (MoMa) de Nueva York adquirió «La Mona Lisa de doce años». A lo largo de su carrera, Botero logró realizar más de 3.000 pinturas y 300 esculturas.