Todos podrán coincidir en que la experiencia en vuelos desde o hacia República Dominicana es un cóctel de emociones. Más de un viajero nacional reprueba o se enfurece por las peculiaridades de sus compatriotas a la hora de viajar, que van desde subir a la aeronave con tubi hasta destapar recipientes con comida casera en el avión.
Las rarezas de los dominicanos ha calado al punto de que, aplaudir al aterrizar en su destino, se ha convertido en una marca entre los pasajeros criollos, pero esta peculiar acción, siendo la más conocida, no es la única ni la más extraña.
Esos vuelos de RD son el final, tantas cosas que uno ve ahí, que no te puedo explicar», esta oración resume lo dicho por varias personas consultadas por Diario Libre, que entre risas y, a veces con pesar, recuerdan anécdotas sobre el comportamiento poco convencional de sus compañeros de viaje.
Aquí reseñamos algunas de estas situaciones inusuales que los entrevistados han observado durante un vuelo desde o hacia la República Dominicana.
Una de los consultados por este medio aseguró que durante un vuelo de Nueva York a Santo Domingo hace unos años, una anciana sentada a su lado destapó un envase, desatando un peculiar olor en la aeronave. Al observar en dirección al aroma, la amable señora le ofreció a nuestra entrevistada un poco de su contenido: un mangú con salami.
«Algunos llevan comida y sacan su comida (en el avión)», dijo otra entrevistada que agregó que en su último vuelo comió pan de maíz que llevó su acompañante.
Quizás este punto sea el más inusual de toda la lista porque más de uno dude que se pueda ingresar alimentos al avión, sin embargo, una breve investigación arrojó que es posible entrar en el equipaje de mano ciertos alimentos sólidos y secos dentro de un recipiente hermético, así como aperitivos en su recipiente original y de fácil identificación para el personal de seguridad.
En cuanto a la comida casera, estos deben cumplir con los requisitos antes expuestos, sin embargo, para evitar un mal rato, no sea como la señora y compre un paquete de galletas.
Así como hay quien entra con su mangú para «ir haciendo estómago», hay quienes prefieren un trago de alcohol. «He visto gente que si no es con alcohol, no se suben al vuelo«, asegura una de los consultados, agregando que es común que algunos lo lleven desde su casa o que lo adquieran en el aeropuerto para ir tomando en el avión, algunos llegan al grado de emborracharse, provocando disgustar a los pasajeros más cercanos.
Más de uno de los consultados por Diario Libre confirmó que el dominicano es dado a iniciar conversaciones con los demás pasajeros del avión sobre todo con los más cercanos.
Dichas conversaciones van desde temas triviales hasta cuestionar si la aeronave en la que viajaban hacia Miami, Estados Unidos, era la misma en la que Elvis Crespo fue cachado masturbándose -anécdota real de uno de los entrevistados-.
Aunque las charlas entre dominicanos transcurren en niveles más altos de lo necesario -somos bullosos pues-, esta situación solo es observada en las salas de espera, pero una vez en el avión las voces son más bajas.
Otro característica de los viajeros dominicanos destacados por nuestros entrevistados y relacionada a este punto, es que durante las horas que dura el vuelo, el criollo se muestra relajado y tranquilo (¿Será miedo a volar o para mantener las apariencias?).
El viajero dominicano por tradición le gusta llegar con su mejor «pinta» y aparecerse ante sus conocidos con la apariencia más impecable posible, es por ello que no es de extrañar que entre las peculiaridades los mismos compatriotas señalen como las mujeres dominicanas suben al avión de una manera y antes del aterrizaje tienen un outfit y look distinto.
El ‘tubi’, el fiel aliado para mantener los efectos de estar varias horas en el salón, acompaña a varias de nuestras mujeres durante el vuelo, del cual no se liberan hasta que ya saben que están en territorio dominicano.
En el caso de los hombres dominicanos, los tenis «caros» y una que otra joya complementan su vestimenta.
En la otra cara de la moneda, están los viajeros dominicanos que suben al vuelo como si se hubieran despertado minutos antes de llegar al aeropuerto: crocs con medias, pelo atado sin gracia en lo alto de la cabeza, ropa deportiva y una almohada para el cuello, (Sí, sabemos que esta descripción invoca un recuerdo en la mente de todos).
Tan solo al divisar por la ventana el verde de la República Dominicana, los criollos comienzan a celebrar el haber llegado a su patria sanos y salvos.
La alegría de bajarse de la aeronave es traducida en aplausos, risas y gritos de emoción. Todos nuestros consultados aseguran haber sido testigos de esta reacción del dominicano al terminar el viaje, algunos se han sumado y otros simplemente lo dejan pasar.
«Ya llegamos a mi tierra» y «esa tierra e’ linda co**», son algunas de las icónicas frases que nuestros entrevistados han escuchado en medio de los aplausos cuando el avión va entrado al espacio aéreo de la República Dominicana.
Al regresar de una temporada trabajando en Nueva Jersey gracias al programa de Summer Work and Travel del gobierno estadounidense, una de las entrevistadas dijo haberse sorprendido al escuchar que unas señoras iniciaron oraciones y entonaron alabanzas antes de despegar hacia Santo domingo y al llegar no faltaron las bendiciones y los agradecimientos a Dios por haber arribado bien.
Una vez se bajan de la aeronave hay otras acciones muy típicas en los aeropuertos dominicanos, como la frecuencia del uso de las sillas de ruedas por parte de los viajeros.
Solo en febrero del año pasado los dominicanos realizaron 17,780 solicitudes de sillas de ruedas en un mes en el Aeropuerto Internacional de las Américas, según los registros mensuales del AILA.