FITUR, por Feria Internacional de Turismo, marcha detrás de eventos similares como la ITB en Berlín o el World Travel Market, en Londres. Para dominicanos con y sin cartera, es número uno: excusa ajustada como anillo al dedo para desplazarse hasta Madrid, no importa que sea invierno, y aprovechar las oportunidades múltiples que allí se ofrecen para enrolarse en las lecciones de Epicuro. Además, se habla español.
Mientras en FITUR estuvieron representados este enero 156 países, a la capital alemana irán no menos de 180. Sprechen Sie Deutsch? Ni una palabra. De seguro que los influencers de Turismo, con boletos aéreos tercerizados, se sentirían incómodos degustando un currywurst, un modesto Riesling o un impronunciable vino de Mosela. No tendrían los sibaritas criollos la oportunidad de agotar el inventario de Vega Sicilia en los restaurantes madrileños de postín.
Excepción hecha de los empresarios del turismo, autoridades aeronáuticas y del ministerio con David Collado a la cabeza y los representantes de la banca que financian las inversiones en el sector, el resto nada tiene que buscar ahí, salvo entorpecer. Es lo que pasó en esta última edición de la feria madrileña. Tanto bulto había, que era casi imposible trabajar en el sofisticado estand RD, de paso convertido en plataforma mediática para no bien disimuladas aspiraciones políticas.
Como de torear a tanta muchedumbre es el caso, una de las actividades, de concurrencia dominicana sobre todo, se celebró en Las Ventas, la plaza de toros. ¡Olé! Y otra, en La Zarzuela. ¡Qué bien, música! No, en el Hipódromo de la Zarzuela. Se vio a muchos bípedos correr, pero en busca de aperitivos y pasapalos.
Siendo postureo muy castizo, proponemos turísticamente a la Real Academia del Español un dominicanismo: Fiturear. Sinónimo: Figurear.