«Nosotros analizamos y se determinó que sí, que los rones dominicanos son auténticos dominicanos», asegura Salvador Ramos, director general de la Oficina Nacional de la Propiedad Industrial (Onapi).
Con esta base se sostiene que el ron que se fabrica en el país es 100 % dominicano. Muestra de ello es que la Onapi otorgó la Denominación de Origen Ron Dominicano (DO), un hito histórico logrado la noche del 24 de noviembre del 2021.
La DO establece normas y regulaciones para la producción local de ron. Esto ayuda a garantizar la calidad y autenticidad de los productos. Pero, a pesar de ser una de las principales actividades productivas, la industria se ha visto muy afectada por el comercio ilícito, principalmente por las falsificaciones, adulteraciones y fabricación ilegal de bebidas alcohólicas que se comercializan como rones sin cumplir con los estándares de calidad y salubridad.
El ron fabricado a nivel formal en la República Dominicana llega a más de 70 países y aporta un monto superior a los 7.2 mil millones de pesos en impuestos. Se producen aproximadamente seis millones de cajas cada año, de las cuales más de 2.5 millones son destinadas a los más exigentes mercados extranjeros.
nación alberga varias marcas reconocidas a nivel internacional como Brugal, Barceló y Bermúdez. Las principales empresas productoras son:
El gremio destaca que existen empresas licoreras con más de un siglo de tradición «que han dedicado todos sus esfuerzos en cuidar y preservar la autenticidad del ron como patrimonio nacional», un producto que considera un «auténtico embajador de la República Dominicana», no solo por su sabor, sino también por su contribución al desarrollo económico y cultural.
El ron es una bebida alcohólica fermentada, destilada, añejada -y formulada en territorio dominicano-, proveniente de manera exclusiva de la fermentación de melaza, jugos o mieles en general, subproductos derivados de la caña de azúcar.
Solo la zafra azucarera 2022-2023 contó con un área total de 1,777,094 tareas nacionales cultivadas de caña. Las condiciones climáticas y del suelo quisqueyano son propicias para el cultivo de esta planta, lo que contribuye a la calidad de los rones producidos en la región.
El ron dominicano tiene sus raíces en la época de la colonización española, cuando los europeos introdujeron la caña de azúcar, y con el tiempo, la destilación se convirtió en una parte integral de la economía.
Muchos rones dominicanos pasan por un proceso de añejamiento en barricas de roble, lo que les confiere características y sabores particulares. Mediante una coordinación interinstitucional, se ha podido estandarizar su producción y asegurar su calidad a través de la emisión de la Norma de Calidad Nordom 477, que establece los requisitos de producción, cuidando sus características físico-químicas y organolépticas.
Las licorerías y destilerías generan más de 4,000 empleos directos e indirectos en el país y estimulan la actividad económica a través de los encadenamientos productivos.
Sin embargo, Adopron observa que el comercio ilícito de ron viene motivado porque este producto tiene la carga impositiva más alta entre todas las categorías de bebidas, llegando a representar hasta el 70 % en rones de bajo precio.
Esto quiere decir que, de cada 100 pesos que paga el consumidor, 70 pesos representan impuestos selectivos y sobre transferencia de bienes industrializados y servicios (Itbis). El alto tributo es una consecuencia de ser uno de los productos más impactados por las diferentes reformas tributarias que se han implementado en el país en los últimos 20 años.
Indica que, con la última reforma fiscal del 2012, los impuestos indirectos al ron aumentaron sobre el 42 % entre 2013 y 2016. Las ventas declaradas de ron nacional, según las cifras publicadas por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), decrecieron de forma acelerada a partir del 2013, llegando a reducirse hasta un 30 % en 2016.
Esto representó una pérdida de 10 millones de litros en este período, unos 1,880 millones de pesos de impuestos indirectos dejados de recaudar. Adopron observa que la evasión absorbió el rendimiento en las recaudaciones esperado por el Estado con la referida reforma.