Parte del acelerón que está experimentando la economía española está motivado por las cifras récord que está alcanzando el turismo en nuestro país, tal y como apuntó el Banco de España la semana pasada. En tan solo ocho años —y con pandemia de por medio— la cifra de personas que visita España cada temporada ha pasado de 65 millones a más de 85 en el último ejercicio. Cifra que puede ser superada en 2024. Sin embargo, de la mano del turismo también se presentan determinados problemas medioambientales y sociales, razón por la que los vecinos de algunas zonas tensionadas han comenzado a manifestarse.
Precisamente, con el objetivo de responder a la pregunta de cómo se puede alcanzar un equilibrio en las tres vertientes de la sostenibilidad —económica, medioambiental y social—, El Confidencial organizó junto a Turismo Costa del Sol el foro Turismo consciente: impacto positivo. El encuentro, patrocinado por Hidralia y Unicaja, contó con la participación de Francisco Salado, presidente de la Diputación de Málaga, y un total de siete expertos distribuidos en dos mesas redondas, quienes aportaron sus análisis y reflexiones sobre una cuestión que está de plena actualidad en este inicio del verano.
El presidente de la Diputación de Málaga inició su discurso recordando que “el turismo no solo es una industria, sino que, de hecho, es la que más aporta a la economía española. Esta es la razón por la que la turismofobia es un gran peligro”. En su opinión, “es preferible gestionar el éxito y la riqueza que la pobreza y el fracaso. Prueba de ello es que no conozco ningún lugar del mundo que no quiera tener un turismo fuerte”. Como origen del problema, Salado apuntó directamente al Gobierno central: “Las manifestaciones en contra del impacto negativo del turismo no dejan de ser formas de tapar fracasos de las administraciones públicas, tales como la falta de vivienda, la escasez de agua o una movilidad ineficiente. La culpa no es del turismo, sino de la desidia presupuestaria del Gobierno”, aseguró.
Entre las posibles soluciones, destacó que “es necesario aumentar la inversión para que el turismo sea sostenible y viable”. Así, el máximo responsable de la diputación malagueña aprovechó el foro para volver a reclamar una línea ferroviaria en la Costa del Sol, al igual que ya hiciera en ediciones anteriores del mismo foro: “Es más urgente y necesario que nunca porque es el eje más pujante de toda España, ya que su aportación a las arcas del Estado es enorme”. Salado insistió en que “esta gran área metropolitana tiene más de dos millones de habitantes, pero recibe 14 millones de visitantes cada año. Necesitamos un sistema ferroviario potente que permita ahorrar dinero y tenga una repercusión sobre la calidad de vida de las familias”. Y mencionando directamente a Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible de España, enfatizó que “no hay nada más sostenible y progresista para la Costa del Sol que esta línea ferroviaria”.
«El impacto negativo del turismo es culpa de la desidia presupuestaria del Gobierno central», Francisco Salado (Diputación de Málaga)
A continuación, tuvo lugar la primera mesa redonda de la jornada, titulada Desafíos para un futuro sostenible. En ella participaron Gonzalo Jiménez, director de Desarrollo Sostenible y Acción Social de Hidralia; José María López, director de Estrategia ESG de Unicaja; y José Luis Sánchez, catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Turismo de la UAM.
En su primera intervención, José María López coincidió con Francisco Salado a la hora de defender que «el motor de la economía es el turismo». En este sentido, indicó que “el reciente análisis del Banco de España confirma que es la verdadera razón de la aceleración económica”. Asimismo, explicó que “un ejemplo es la provincia de Málaga, donde los posibles desajustes de balances se están asumiendo sin problemas”. Sin embargo, el representante de Unicaja sí reconoció que “existen algunos impactos negativos”. Entre ellos, destacó el bum de la vivienda turística y su impacto en el precio: “Próximamente tendremos una regulación única para toda Europa. Cuando esto ocurra, algunos propietarios se convertirán en empresarios. El legislador debe encontrar un punto de equilibrio entre protección e interés general”, puntualizó. Respecto a la sostenibilidad medioambiental, aclaró que “por el momento, son las empresas turísticas grandes las que están trabajando más intensamente, mientras que los pequeños negocios buscan todavía un componente económico”.
Mesa de debate: ‘Desafíos para un futuro sostenible’.
Durante la tertulia, uno de los temas que cobró protagonismo fue la gestión del agua en aquellas zonas tensionadas por el turismo. Sobre esta cuestión, el representante de Hidralia detalló que “desde un punto de vista urbano, sí podrían verse afectadas las garantías del suministro”. Es así porque “la población crece con el turismo, pero las infraestructuras siguen siendo las mismas. Obviamente esto afecta a las reservas, algo que se suma a la situación de sequía”, matizó. Además, Gonzalo Jiménez especificó que “la huella hídrica de los turistas es superior a la de los habitantes de una zona. Por ejemplo, en Málaga lo habitual es una demanda de 120 litros por persona y día, mientras que los visitantes pueden llegar a demandar 800 litros. Esto es debido a que el agua forma parte de la oferta turística, por ejemplo, en las piscinas de los hoteles o en las duchas que sirven para limpiar la arena de la playa”. El experto enumeró algunas de las posibles soluciones: “Recargar acuíferos, sistemas de drenaje sostenible, infraestructuras basadas en la naturaleza y, por supuesto, la economía circular. Pero para que estas y otras propuestas funcionen, la colaboración público-privada debe ser el marco de actuación”, recalcó.
«No debemos olvidar que, si la gente protesta en la calle, es por alguna razón», José Luis Sánchez (catedrático de la UAM).
Por su parte, José Luis Sánchez expuso que “no es ninguna exageración salir a manifestarse, ya que existen numerosos impactos negativos del turismo. Especialmente aquellos relacionados con la vivienda. No olvidemos que, si la gente protesta en la calle, es por alguna razón”. En la misma línea, reivindicó que “las administraciones siempre pueden hacer más, aunque es un problema de difícil solución. Ellas son las que deben poner el contrapunto a un libre mercado que solo busca hacer dinero, no que la población viva mejor”. Para evidenciar sus afirmaciones, el catedrático puso encima de la mesa un dato: “En tan solo cuatro años, hay 30.000 viviendas más a disposición del mercado turístico. En muchas ocasiones, detrás se encuentran grandes fondos de inversión, no particulares, y el rendimiento económico se obtiene en detrimento de la vivienda residencial”, concretó. ¿Qué deben hacer las administraciones? “Poner suelo y promocionar vivienda pública, pero estas soluciones pueden tener cierto coste político”, precisó. Respecto al grado de implicación de los turistas con la reducción del impacto medioambiental, se mostró tajante cuando afirmó que “es cierto que existe una mayor conciencia por parte de los turistas y los propios residentes. Sin embargo, no se materializa porque, si hay que pagar un poquito más, flojea el compromiso con la sostenibilidad”.
El debate que sirvió de cierre a la jornada tuvo por título La conciencia social del turismo y el panel estuvo constituido por cuatro expertas: Pilar Crespo, responsable de Booking.com en España y Portugal; Lourdes Ripoll, vicepresidenta de Sostenibilidad de Meliá Hotels International; Elena Cabrera, country manager de Ryanair; y Pilar Escalante, consultora ejecutiva en el departamento de Desarrollo Turístico y Empresarial de Turismo Costa del Sol.
Las contertulias coincidieron a la hora de señalar que tanto empresas, como administración pública, deben trabajar intensamente para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible en el sector turístico. Sin embargo, también pusieron de relieve que sin la colaboración del propio viajero es imposible lograrlo. De esta forma, Pilar Escalante indicó que “es cierto que la conciencia va en aumento en términos generales, pero el factor precio sigue siendo el que manda en las decisiones de los turistas”. Por esta razón, “es fundamental proporcionarles información para que puedan elegir mejor. Por ejemplo, muchos viajeros que llegan a Málaga desconocen que aquí existe un problema con el agua”. Con el objetivo de concienciarles, “estamos trabajando para poner a su disposición indicadores y una calculadora que realice estimaciones sobre el impacto de cada viaje. Así podrán ver cuál es su huella sobre el territorio y comprobarán que, cambiando algunos comportamientos, el impacto disminuirá”, explicó la representante del departamento de Desarrollo Turístico y Empresarial de Turismo Costa del Sol.
Imagen del público asistente al foro.
Para Lourdes Ripoll, “influye mucho el perfil de cada cliente”. Y puso un ejemplo: “En Barcelona, tras el periodo de estrés hídrico que hemos tenido y que ha sido ampliamente difundido, el consumo de agua de nuestros hoteles no cambió significativamente. Esto demuestra que, al final, el usuario y el consumidor actúan según su propio criterio”, remarcó. “Para poder concienciar adecuadamente, debemos actuar en aquellas interacciones que nos permitan hacerlo, ya que cada hotel tiene su propia naturaleza y características”. Así, entre las medidas adoptadas por Meliá Hotels International se encuentran “los proyectos para medir la huella de carbono y comunicarle al cliente a cuánto asciende. A partir de ahí, les preguntamos si prefieren compensarla ellos o que lo hagamos nosotros. Entre un 80% y un 90% de los clientes prefiere que lo hagamos desde la compañía, cuando, en realidad, el 80% de la huella la genera el propio cliente”, detalló. Para conocer mejor a los turistas, “la tecnología y la inteligencia artificial son grandes aliadas porque nos ayudan a saber cómo son en detalle y, por lo tanto, a no generalizar”, constató.
«Los usuarios todavía toman las decisiones basándose en el precio, pero algunos compensan su huella», Elena Cabrera (Ryanair)
El análisis de Pilar Crespo coincidió en gran medida con el de sus compañeras de mesa. De esta forma, subrayó que “además de poner el foco en el cliente, es fundamental el papel de los hoteleros. En el informe de viaje sostenible se recoge que casi la mitad de los alojamientos de España están muy preocupados por el cambio climático y creen que les afectará negativamente”. En su opinión, “esto les llevará a tomar medidas a favor de la sostenibilidad”. Eso sí, “mientras la mayoría lo hará para atraer clientes concienciados, otros lo harán para reducir gastos, tener un certificado de sostenibilidad o, simplemente, para impactar en la reputación y la imagen proyectada”, defendió. Por otra parte, la experta recordó que “todos somos viajeros y ciudadanos al mismo tiempo, eso debería ayudar en materia de concienciación. De hecho, el informe también recoge un dato optimista: el 74% de los viajeros quiere dejar los destinos en una situación mejor que cuando llegó”. Su conclusión fue que “todos tenemos la responsabilidad de colaborar. También las empresas y las administraciones han de contribuir para conseguir unos destinos más sostenibles”, manifestó.
Uno de los sectores relacionados con el turismo que suele ser señalado habitualmente cuando se habla de sostenibilidad es el de la aviación comercial, razón por la que Elena Cabrera remarcó que “realmente no somos los que más contaminamos y en estos momentos las aerolíneas tenemos una hoja de ruta para alcanzar el net zero en el año 2050”. ¿Cómo? “La primera vía es el combustible sostenible (SAF por sus siglas en inglés), que servirá para sustituir paulatinamente el queroseno”. “En nuestro caso —especificó la country manager de Ryanair—, en 2030 ya utilizaremos más de un 12% de SAF, cuando la UE marcará en ese año un 6%”. El problema está en que “todavía es un combustible difícil de producir y que tiene un coste elevado (dos o incluso tres veces más caro que el queroseno de origen fósil) y es necesario vigilar que las materias primas con las que se produce también sean sostenibles”. En lo referente al usuario, aclaró que “todavía toma las decisiones basándose en el precio. Pese a todo, el año pasado conseguimos que el 3% de los clientes compensara su huella de carbono en sus vuelos”, concluyó.