Tinta, una ballena jorobada a la que biólogos marinos y expertos en cetáceos han bautizado con ese nombre, desde 2004 ha sido una visita recurrente en la Bahía de Samaná, en la costa noreste de República Dominicana . Durante casi una década, todos creían que era un macho, pero en 2013, Tinta dio una sorpresa inolvidable: llegó acompañada de una cría, revelando su verdadero género y agregando un nuevo capítulo a su historia.
Las ballenas jorobadas son identificadas por un patrón único en la parte inferior de su cola, similar a una huella dactilar humana, que permite a los investigadores reconocerlas con precisión. Sin embargo, observar este patrón es difícil, ya que estos colosos del mar sólo muestran sus colas fuera del agua en ciertas ocasiones, lo que requiere paciencia y suerte por parte de los observadores.
Aun así, Tinta se ha destacado por su constante retorno a un área específica de la bahía, a diferencia de otras ballenas jorobadas. Esto ha permitido a los científicos comprender mejor cómo estos cetáceos pueden tener una “zona de confort” dentro de los santuarios marinos del Banco de la Plata y Banco de la Navidad, en Samaná, creados en octubre de 1986.
Eleuterio Martínez, quien ha jugado un papel crucial en la creación de la mayoría de las áreas protegidas de República Dominicana, incluidos estos dos hasta la cordillera Beata, explica que las ballenas no acuden a ciertas áreas debido a la interferencia humana, sino porque están siguiendo patrones genéticamente codificados en su ADN. Esto se basa en la noción de memoria evolutiva, donde las especies tienden a repetir comportamientos que han demostrado ser beneficiosos históricamente.
Es así como la bahía, con su belleza natural y rica biodiversidad, se ha convertido en un refugio para Tinta. Este santuario, sin embargo, está en peligro. En el lugar que Tinta ha elegido se está desarrollando uno de dos puertos de cruceros, los cuales no solo amenazan con alterar el hábitat que ella ha preferido durante años, sino también la zona de reproducción de millas ballenas jorobadas que llegan a aguas cristalinas del océano Atlántico en República Dominicana.Avistamiento de ballenas jorobadas en la Bahía de Samaná. Fotógrafo: Lesther Álvarez | Cortesía para elDinero
Samaná se prepara para recibir una nueva era de turismo marítimo con la apertura de dos puertos de cruceros. Por un lado, la terminal turística y de cruceros Samaná Bayport, ubicada en el malecón de Santa Bárbara, se encuentra en fase de construcción y tiene previsto su primer arribo para el 7 de noviembre de 2024.
Por otro lado, el puerto Duarte en Arroyo Barril, con una inversión de US$68 millones, se convertirá en una terminal de cruceros bajo un contrato de alianza público-privada, con la proyección de recibir unos 300,000 cruceristas en su primer año de operación en 2025. Tiene como autoridad y unidad contratante a la Autoridad Portuaria Dominicana (Apordom) y la empresa que ganó el proceso competitivo fue ITM Group.
En pocas palabras, se prevé tener dos terminales de barcos para actividades turísticas y de ocio a menos de 30 kilómetros de distancia en una zona sensible en términos medioambientales. Debido a esto, hay aprensión de parte de defensores de la biodiversidad.
La preocupación en torno a estas dos infraestructuras marítimas no gira necesariamente sobre la cercanía y la aparente competencia que podría generar acerca de cuál atraerán más cruceros, sino sobre el impacto que podrían tener sobre las ballenas jorobadas que cada año visitan la zona.
Por ahora se trata de probabilidades, porque ambientalistas, investigadores y biólogos marinos consultados por este medio se cuestionan cómo iniciaron las construcciones sin estudios “claros y precisos” de impacto ambiental, o si quiera, económicos para las comunidades aledañas.Una ballena jorobada, su cría y su escolta nadan en la Bahía de Samaná, mientras un crucero se aproxima en el horizonte. Fotógrafo: Aurelio Reyes | Cortesía para elDinero.
De hecho, mientras Kim Beddall, experimentada guía de observación de ballenas y propietaria de Whale Samaná, reflexiona sobre cómo las obras comenzaron sin aparente coordinación, la inquietud del biólogo Luis Carvajal se centra en la construcción del puerto sin que se hayan completado los estudios de impacto ambiental. Esta situación plantea serias dudas sobre el manejo responsable del entorno natural.
Al ser abordados por elDinero, la empresa ITM, encargada de la construcción del puerto en Arroyo Barril, destacó su experiencia en la construcción de muelles y operaciones portuarias. Reconocieron que, aunque no son expertos en el comportamiento de las ballenas, han estado colaborando estrechamente con organizaciones ambientales locales para obtener la información necesaria.
Hasta el momento se cuenta con un primer estudio ambiental que evalúa el impacto directo en el área de construcción y zonas cercanas, dado a conocer el pasado 29 de mayo de 2024. Asimismo, el “Estudio de Impacto Ambiental”, no disponible para el público, pero al que elDinero tuvo acceso durante su presentación, ofrece detalles sobre los efectos indirectos de la construcción en la disponibilidad del agua, el congestionamiento del flujo vehicular y el potencial dinamismo económico. Sobre las ballenas, se propone ejecutar un programa de vigilancia.
Respecto al aumento en el número de cruceros y turistas que provocaría la obra, y su probable impacto sobre los mamíferos marinos, el consultor ambiental de la empresa ITM, Oswaldo Vázquez, delegó la responsabilidad del cuidado de las ballenas y la regulación de la industria de observación en Samaná en varias organizaciones, entre ellas la Armada de República Dominicana y el Ministerio de Medio Ambiente.
Si llegan 2,000 turistas, y 2,000 turistas quieren ver ballenas, eso no es problema de nosotros, eso es problema de los que manejan la industria de observación de ballenas de Samaná. Hay 42 empresas establecidas por el Ministerio de Medio Ambiente para llevar a turistas a ver ballenas. No es ITM quien lleva a ver ballenas, es el Ministerio de Medio Ambiente quien da permiso para verOswaldo Vázquez, consultor ambientalTweet
Esta declaración enfatiza la división clara de responsabilidades, donde la empresa ITM no asume directamente el cuidado de las ballenas ni la organización de actividades de observación, sino que estas son supervisadas y reguladas por entidades gubernamentales pertinentes. En este caso, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Mimarena) desempeña un papel central al otorgar permisos y establecer normativas para garantizar una práctica turística responsable y respetuosa con el medio ambiente en Samaná.
Sin embargo, desde ese organismo estatal aclaran a elDinero que “hasta que no nos llegue la propuesta de lo que se pretende desarrollar y la ruta, no podemos opinar”. Entienden que hay suficiente evidencia en el mundo de que estas actividades pueden coexistir, siempre y cuando se tomen las medidas pertinentes, se reglamenten y las reglas se cumplan. “Para tomar medidas y reglamentar, primero debemos conocer la propuesta, para poder indicar qué es viable, qué no lo es o proponer cambios”, enfatizan desde el Mimarena.