Distintos sectores han demandado durante décadas acciones del Estado dominicano para poner fin a la contaminación generada por los constantes derrames de aceite y combustible en la bahía de Luperón, en la provincia Puerto Plata. Esta situación impacta negativamente al medioambiente y al turismo náutico.
Se atribuye este vertido a las embarcaciones pesqueras comerciales que anclan en la costa y al abastecimiento de combustible para barcos en el océano, lo que genera daños significativos al medioambiente y a las especies marinas.
La contaminación es evidente en las manchas que se mueven con las olas del Océano Atlántico, observadas por veleristas nacionales y extranjeros que realizan excursiones. También es perceptible en el olor a carburante que se percibe en el entorno de la bahía.
A esto se suma la presencia de embarcaciones hundidas que ocupan espacio sin ninguna utilidad y generan un impacto visual negativo en la bahía de Luperón, uno de los lugares más atractivos del Caribe para el turismo náutico, siendo esta actividad una de las principales fuentes de ingresos de los residentes de esta localidad.
El área es reconocida internacionalmente por ser un refugio para embarcaciones durante el paso de tormentas o huracanes, gracias a la protección que le ofrece la Cordillera Central y el manglar que posee.
De acuerdo con lo informado a Diario Libre, muchos turistas han optado por visitar otros destinos debido a esta problemática.
Los estudios realizados sobre los daños ambientales por los derrames de aceite y combustible indican que «han sido provocados de manera intencional», según Pedro Hernández, administrador del Refugio de Vida Silvestre Bahía de Luperón, del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Hernández asegura que Medio Ambiente y la Armada de la República Dominicana realizan patrullajes permanentes para evitar el vertido de esos químicos. Sin embargo, explica que es muy difícil determinar quiénes son los responsables, debido a la gran cantidad de botes que convergen en el lugar.
No obstante, advierte que la ley contempla «sanciones severas» contra los responsables de estos eventos.
La Ley No. 64-00 establece prisión, multas, decomiso y otras penalidades por infracciones medioambientales.
En mayo de 2023, se registró un incendio en la bahía, que afectó la mayor parte de la estructura de tres embarcaciones, y una cuarta resultó con daños parciales. Según reportes de prensa, el incendio fue provocado por una chispa de un soplete de soldadura en momentos en que se vaciaba combustible.
Un velerista (que prefiere no ser identificado por temor a represalias) asegura que el derrame de combustibles se debe a que los botes pesqueros que entran y salen del puerto son viejos y obsoletos.
Sostiene que para sus operaciones se requiere un costoso equipo de remedio de sentinas, para filtrar los contaminantes.
«Cuando los barcos envejecen y ya no pueden pasar la inspección ambiental anual terminan en la República Dominicana, donde no serán inspeccionados», lamenta.
Como consecuencia, expresa que el fondo de la bahía está sobresaturado de sentina tóxica, provocada, además de, por los carburantes, por el metal oxidado de las viejas naves que permanecen en el puerto.
«Cada vez que una embarcación sube su ancla para zarpar, se dispersa un lodo contaminado«, explica.
Otra persona ligada a las actividades de veleros en Luperón, que también pidió mantener su identidad en reserva, lamenta que no se cumplan las regulaciones para el manejo de petróleo y otras actividades que se realizan de manera «irregular» en la bahía.
«En Estados Unidos, todos los motores de un velero recreativo documentado deben tener una bandeja o recipiente para recoger cualquier fuga de los motores diésel», especifica.
El experto en embarcaciones, al conversar con este medio, cita otra problemática, la falta de conciencia de algunos marinos y pescadores, quienes lanzan todo tipo de desechos al océano. Indica que periódicamente se retiran toneladas de basura, en su mayoría recipientes plásticos.Propone protocolo y estaciones
Xiomara Bonilla, coordinadora del comanejo del Refugio de Vida Silvestre Bahía de Luperón, asegura que no es un secreto que hay muchos barcos en malas condiciones contaminando las aguas del Océano Atlántico y sus especies, sin que existan políticas públicas tendentes a mejorar la situación.Destaca la necesidad de establecer un protocolo para evitar la contaminación y de que las autoridades realicen inspecciones para determinar si las embarcaciones en el puerto cuentan con las condiciones necesarias para operar.Además, solicita que se establezcan estaciones especiales para recargar combustible. Con esa iniciativa, entiende que se evitaría parte del derrame de carburantes.